Libros más baratos ¡Sin impuesto!

30 de Septiembre de 2012

Una campaña ciudadana gana adeptos en internet en Chile al pedir que se elimine o se rebaje el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que rige sobre los libros, que llega al 19%.

Chile tiene el impuesto más alto de Iberoamérica, según un cuadro comparativo del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlac), y el mayor del mundo, según los estudios de la Cámara Chilena del Libro.

La eliminación o rebaja de la medida adoptada en 1976 bajo el régimen de facto de Augusto Pinochet es un anhelo desde hace años para un sector del país, pero es en el actual contexto de movilizaciones sociales en el que puede encontrar por fin una respuesta, según el vocero de Libros sin IVA, Marco Coloma. “Es un tema emblemático que ha cruzado el debate de los últimos veintitantos años, ya que es una herencia de la dictadura. Pero estimamos que este momento es particular y creemos que esto también se vincula con la demanda estudiantil, y la cuestión de fondo está en el acceso a los bienes culturales”, señaló a BBC Mundo.

El 19% supera a países como España (4%) o Portugal (5%), y solo se le acercan Guatemala (12%), República Dominicana (12%) y El Salvador (13%), mientras que en Sudamérica hay pares que no gravan estos productos, como Argentina.

Ante un mercado en el que un libro nuevo considerado barato bordea los $ 20, es habitual que entre estudiantes secundarios y universitarios se utilicen las fotocopias, recurso común en varios países de la región.

Hay también otros mecanismos de acceso a textos originales usados, como el que posibilita devolver el producto una vez leído y así contar con uno nuevo, según Eduardo Miranda, vendedor desde hace quince años en el tradicional sector de San Diego, en el centro de Santiago. “Cuando compran un libro, después lo pueden traer y se cambia por otro que sea más o menos de la misma editorial. Uno se lo cambia por un pago de 1.000 pesos ($ 2), para mantener el negocio, o si no traen dos y se llevan uno gratis. Interés por leer hay, pero plata es lo que falta”, dijo.

Otra experiencia que surgió en 1996 y ya se exportó a Colombia y España es el Bibliómetro, red pública de bibliotecas ubicadas en las principales estaciones del Metro de Santiago, que actualmente cuenta con 55 mil socios y apuesta a prestar 500 mil ejemplares en el 2012. Un documento de identidad y un comprobante de domicilio más el pago de $ 2 para estudiantes y $ 6 para adultos como cuota anual son suficientes para acceder a esta red, cuyos organizadores reportan con orgullo que cuenta con el 97% de devolución de textos en perfecto estado.

Los vendedores de libros de la plaza Carlos Pezoa Véliz (uno de los tantos poetas destacados del país) coinciden en que si se elimina o se rebaja el IVA al libro, efectivamente los chilenos comprarían y leerían más. “Da pena, uno a veces ve a gente que está cesante, que quiere el libro y no puede, y se lo regalamos. Total, Dios me proveerá de muchas cosas”, declaró.

Para Arturo Infante, presidente de la Cámara Chilena del Libro, la modificación del impuesto es imperiosa en un país “con niveles bajísimos de lectura, donde el 70% de la población nunca ha entrado a una librería o a una biblioteca”.

No ajena a la realidad actual de la industria cultural, la del libro también se ha visto seriamente afectada por la piratería, que vende los productos a menores precios y cuenta con una buena respuesta de la gente, según dijo Infante.

“Hay una carencia de estadísticas para registrar cuánto de la lectura de los chilenos se hace a través de estos medios informales, pero todos apreciamos que los puntos de venta clandestinos son muchos”, señaló.

El ministro de Cultura, Luciano Cruz Coke, encargó un estudio sobre el 19% que busca “desmitificar o corroborar su incidencia real en la lectoría y demanda de libros”, cuyos resultados aún no se conocen. Aunque el vocero de gobierno, Andrés Chadwick, estimó que una rebaja solo beneficiaría a las editoriales. La campaña Libros sin IVA ya suma 40.000 seguidores, según sus impulsores, que buscan presionar al gobierno de Sebastián Piñera para hacer algo al respecto, pero por sobre todo instalar el problema como algo central de cara a las elecciones presidenciales del 2013.

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