Relatos de nuestra realidad

20 de Mayo de 2012
Sandra Ochoa - Foto: Mateo García Game

El pintor cuencano Tomás Ochoa expondrá  en Quito su más reciente producción artística, cuya temática principal es de índole social.

Hace 15 años en Ecuador faltaban políticas culturales que propicien el desarrollo de propuestas artísticas, más allá de los medios utilizados para su creación. Ahora se discute sobre las causas y los efectos de la colonización española, lo que torna la obra de Tomás Ochoa, una propuesta propicia para retornar a su tierra natal, en donde llegó a sentirse extranjero.

Cuencano (1969), que en la última década residió en Argentina, Suiza y España, presentará desde el 22 de mayo hasta el 22 de julio, en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito, el conjunto de creaciones denominado Relatos transversales, considerada la primera muestra antológica del artista en el país.

Este proyecto artístico es, para su creador, también un proyecto político y cultural, en el que aspira a develar “aquello que la visualidad del poder ha hecho invisible, revelar saberes marginales y discontinuos; visibilizar personas y registrar acontecimientos que de otro modo desaparecerían anónimos en el tiempo”, asegura.

Ochoa emigró a Europa, en donde “el fenómeno artístico es una operación binaria en la cual concurren dos mentes parecidas, la del que hizo la obra y el receptor de la obra, si lo que digo como artista es demasiado complejo, el espectador no lo entiende; si el espectador tiene una mente compleja y lo que digo es simple, lo voy a aburrir”, asegura.

“Quiero creer que estos relatos transversales le concierne no solamente al mundillo del arte sino a públicos mucho más diversos y en esta dirección están mis expectativas, aspiraría a que esta muestra llegue a la mayor cantidad de gente posible”.

Ambiente ideal

Pero Tomás Ochoa quiere que su trabajo dé lugar a la reflexión y al debate en los ámbitos sociales más diversos. Por eso retornó a su país, porque cree que es necesario revisar la historia, plantear temas postergados.

Sabe que en este momento existe en el ambiente una voluntad entre productores culturales, un ambiente académico en el que las ciencias sociales abordan la decolonialidad o sobre teorías poscoloniales, y es justo el ambiente en el que su trabajo despierta el interés para poner sobre el tapete esos temas.

Con parsimonia y serenidad, mientras la luz del atardecer se cuela por los ventanales de su departamento en Cuenca, asegura que el artista no da respuestas, pero sí hace preguntas, y por eso está seguro de que es el momento oportuno y válido para presentar su trabajo en el país.

El eje de su obra trasciende en el conflicto ontológico que padece la sociedad ecuatoriana, en la que se percibe el universo cultural indígena como algo no deseado

Esta obra es lo más representativo de su producción, en la que utiliza un conjunto de diversos medios como la pintura que hizo en Ecuador, luego video, videoinstalaciones, fotografía y grabados en pólvora.

Ochoa vive entre Europa y Ecuador, no retorna del todo, pasa medio año aquí y el mismo tiempo allá, “algo común entre los artistas, vivir entre el centro y la periferia, porque los temas que le interesan son de su país, pero las condiciones materiales y de políticas culturales están fuera”, asegura.

Otros lugares

Cuando se fue juró no volver. “Las condiciones que ofrecía el Ecuador para desarrollar proyectos culturales eran de una precariedad lastimosa”, asegura; ese mismo año recibió el Primer Premio Salón de Julio, otorgado por la Municipalidad de Guayaquil.

Pero a la dotación económica del premio, la cual prefirió no precisar,  sí la calificó como “ridícula”, ni siquiera cubrió los costos de la producción de esa obra. “Las políticas culturales del Estado eran inexistentes y aunque un artista hubiese ganado todos los premios nacionales, sus obras cumplirían una función puramente decorativa”, enfatiza.

“Y como no estaba dispuesto a echar a perder –en tierras baldías– las pocas destrezas que hasta entonces había adquirido, concluí que solamente podría crecer y desarrollar proyectos de arte contemporáneo más arriesgados, en otras circunstancias, en otros lugares”.

“Pero cuando uno se va jurando no volver es porque ya está soñando con el regreso. Pienso en Dolina, que dice que el mejor camino es el camino de vuelta, aunque no es posible regresar a ninguna parte”, está aquí para presentar su material y para estudiar y tomar los ejes de sus futuras obras.

Por el momento Ochoa cree que uno de los aspectos más destacados de su obra es el hecho de haber insertado en los debates teóricos actuales, lograr la reflexión teórica dentro del mundo del arte globalizado, pero desde una realidad y una mirada periféricas.

Para el artista lo relevante es lograr generar esa reflexión teórica entre los especialistas y más importante aún “constatar que algún espectador lúcido se ha sentido apelado o en el mejor de los casos, conmovido”.

 

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