Neumane regresa a Las Peñas

29 de Julio de 2018

El mismo ambiente del barrio donde Antonio Neumane compuso la música del Himno Nacional será el escenario de una obra teatral que lo recuerda.

No es un relato histórico, pero los hechos de la obra teatral Cuatro maneras de contar una historia, sí están situados en un contexto histórico: los días previos a la composición de la partitura musical que acompañaría la letra de Juan León Mera para formar el Himno Nacional de Ecuador. No existen documentos con un registro de aquellos días, pero la ficción teatral escrita por el dramaturgo guayaquileño José Miguel Flores le permitirá aproximarse a las circunstancias que pudieron rodear al compositor francés Antonio Neumane.

Antonelli es un doctor vinculado a la política y es quien convoca una reunión para liberar al pueblo de la violencia. Para vivir honestamente lo imaginario, tuve que empatizar con mi personaje, conocer sus motivaciones y lo que quiere”
Carlos Serrano

Con la dirección de Henry

Silva (La escapada, Una vida en el teatro, Cock), la puesta en escena del estudio Paulsen, se aleja de la farsa para convertirse en una interpretación sincera con cuatro personajes insertados en aquel momento histórico: don Antonio (Miguel Ángel Ochoa), Rosita (Nikki Mackliff), Espinoza (Maximiliano Metz) y Antonelli (Carlos Serrano).

“Este texto fue la obra ganadora del primer lugar en el I Concurso de Dramaturgia del Estudio Paulsen. Los jueces la eligieron por la riqueza que tiene su narrativa y en los símbolos que utiliza, así como por cierta cercanía o fidelidad con la historia”, explica Silva.

La mayoría de los actores que integran el elenco son graduados de los talleres de la técnica Meisner que imparte el estudio teatral desde el año pasado. “Se ha generado una unidad muy fuerte entre todos. Me gusta que sean chicos de propuesta y de colaboración actoral, porque esa actitud es importante cuando surgen dificultades y buscamos resolverlas”.

Su director también destaca la confianza del dramaturgo en la propuesta escénica del Estudio Paulsen. “Le pregunté a José Miguel qué quería él de su obra, pero más bien él se interesó por saber qué ideas teníamos nosotros”, comenta. “Me parece una aproximación muy buena porque verdaderamente el arte es eso: un texto es del autor mientras él lo está escribiendo y después lo entrega y pasa a la producción; y también le ocurre al mismo director: una vez que pone a los actores a trabajar, el texto ya es de ellos”.

Espinoza es un burgués arrogante y le interesa reunirse con los otros personajes para saber qué provecho puede sacar. La técnica Meisner me sirve para cualquier rol, porque la base es escuchar y prestar atención al otro y vivirlo”.
Maximiliano Metz

Teatro cinematográfico

Un escenario teñido con una iluminación en tonos ámbar, con cuadros de luz que enfocan únicamente la acción de los personajes, mientras afuera de la habitación ocurre una tormenta constante que no permite silencios absolutos durante el desarrollo de la historia, son algunos de los recursos que tiene en mente su director para trasladar a los espectadores desde el 2018 hasta el siglo XIX, durante la hora que ocupen un asiento dentro del auditorio principal de Estudio Paulsen.

“Traté de trabajar con el ambiente, el vestuario y la música desde una perspectiva cinematográfica, tomando referentes de la época donde se está dando la trama y reproducirlo lo más fiel posible. Por eso, todas las luces tratan de emular las velas que se utilizaban para alumbrar los espacios y darle calidez a la escena”, dice.

“Van a encontrarse con una obra que de entrada los va a sacar de este mundo. La fantasía es importante, pero la esencia de esta obra tiene mucho que ver con la realidad. Los temas que se tratan como la violencia en las calles y el caos político siguen vigentes. Además de la fuerza que tiene al hablar del idealismo y la esperanza en el arte”.

Aunque el significado del nombre de la obra permanece aún oculto para todos. “Eso es algo que ni el autor nos ha revelado, nos deja mucho misterio. Para mí, tiene que ver con el proceso creativo y de producción del teatro, cuatro visiones distintas: la del autor, del director, de los actores y del público; o también pueden ser los cuatro personajes de la obra. ¡Solo José Miguel sabe!”.

Funciones: Jueves, viernes y sábados, del 2 al 18 de agosto. 21:00. Entrada $ 15. Más información: 04-604-2597.

Rodolfo Murrieta: tataranieto de don Antonio

Encuentro. Henry Silva (i), director teatral junto a Rodolfo.

 

La mayoría de los varones de su familia llevan el nombre Antonio como recordatorio del legado del famoso compositor. Aunque también hay quien juega con la pronunciación del apellido que, originalmente se escribía

Neumann (sin la e al final). “Lo voy a llamar Paul, y será Paul Newman (Neumane)”, recuerda sonriendo Rodolfo Murrieta Neumane, tataranieto del compositor, las palabras de un familiar.

Conserva un álbum con fotos y documentos heredados de su madre, Zoila Neumane Pérez de Murrieta, con una dedicatoria muy especial: “Seguro que así como su madre conserva en una forma tan vívida el recuerdo de quien fue parte de la historia ecuatoriana, sigan como yo, venerando el pasado, presente y futuro de aquel extranjero de nacimiento, pero ecuatoriano de corazón”.

También conserva en su poder algo que logró salvarse de los incendios de Guayaquil: un diario escrito en caligrafía por su abuelo, Antonio Neumane Salvatierra.

Así como son escasos los objetos que sobreviven a don Antonio, también lo han sido los homenajes: “Don Antonio nació el 13 de junio de 1818, es decir que ya se cumplieron los 200 años y nadie dijo nada”, lamenta.

Agrega que solo existe un monumento en Guayaquil que lo recuerda (donado por un banco de otra provincia) y que tiene un error: el himno fue escrito en llave de sol, pero el monumento lo muestra enclave de fa.

De los hijos de Murrieta, el mayor, Rodolfo, toca muy bien el violín aunque prefiere la guitarra. El tercero, que vive en Alemania, es ingeniero de sonido y toca el celo.

Rodlfo cree que, como en la época de su tatarabuelo, los tiempos convulsionados no han cambiado. Pero está convencido de que el arte puede darle la vuelta a esa visión negativa y pesimista del mundo. “Hay que hacer el intento por lo menos”.

Rosa lleva en el fondo un gran resentimiento hacia su padre y sueña con ser escuchada algún día por él. Quizás los dos no han encontrado la manera de demostrar su amor por miedo a sentirse rechazados el uno al otro”.
Nikki Mackliff

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