Tradiciones zapateras: Las zapatillas cancán

02 de Febrero de 2014
Texto y foto Jorge Martillo M.

De las manos de Leonel y Liduvina Falcones nacieron las tradicionales zapatillas que niños y jóvenes utilizan para bailar.

La otra tarde visité al creador de las zapatillas cancán. En una casita del sur, cooperativa César Sandino, donde funciona Manufactura Lender Can-Can. Ahí viven los esposos Liduvina Falcones y Leonel Revelo, manabitas de 84 y 83 años, respectivamente.

Leonel Revelo Miranda empezó a confeccionar las zapatillas hace 35 años. Ahora trabajan también sus hijos: Gutenberg, Diana y Lindón Revelo. El taller está en una habitación del fondo.

Don Leonel es delgado y tiene una mirada triste que se ilumina cuando habla de Portoviejo, donde su padrastro, Alejandro Lazo, le enseñó zapatería. Al llegar a Guayaquil se dedicó exclusivamente a diseñar calzado femenino, creatividad que heredó de su padre, el dibujante colombiano José Revelo Reasco.

Liduvina es frágil y conversona. Nació en Bahía de Caráquez y era profesora en Manta. La vida de ambos cambió en 1952 cuando se conocieron en una fiesta. Cupido les lanzó sus dardos y desde entonces están juntos. Tuvieron diez hijos.

Liduvina cuenta que cuando eran enamorados vivían en ciudades distintas: “No nos podíamos ver, las cartas de amor eran las que iban y venían, a los dos años nos casamos y cumplimos más de sesenta años juntos”.

Hace 40 años llegaron a Guayaquil. Leonel laboró en tiendas de calzado fino de mujer. “En ese entonces, un par de zapatos finos de cuero, no cuero sintético como actualmente, costaba 160 sucres. Con toda sinceridad le digo que el arte ha desaparecido. Usted ahorita no encuentra, y es muy raro, un zapatero bueno”, manifiesta.

Cuando se independizó de las zapaterías, empezó a confeccionar bolsos para compras y después máscaras porque estaba de moda la lucha libre. La mayoría de los niños querían lucir las máscaras de sus héroes: Santo, el Enmascarado de Plata; Blue Demon, Huracán Ramírez y otros. Ellos hacían máscaras de tela que las cosían Liduvina y dos hijas. Leonel se encargaba de diseñar el antifaz de plástico. El boom era tal que entregaban diariamente cuatro docenas en el almacén La Raspa.

Hace 35 años, cuando las máscaras perdieron la pelea, a don Leonel se le ocurrió confeccionar las zapatillas cancán, que son una variación de los llamados zapatos de abuelita que eran sin tacos, pero él, en vez de suela, lo hizo todo cosido a máquina. “Así me inicié haciendo el zapato cancán, yo soy el creador del cancán”, afirma.

Recuerda que las primeras dos docenas las entregó en un puesto del Mercado Central y a los quince días le solicitaron más zapatillas, terminó entregando 600 pares semanales. Actualmente las distribuye a los almacenes El Gato, Central y El Pato. Una hija que vive en Quito las hace para la Sierra. Algunas generaciones las han utilizado: “Los escolares las usan en fiestas infantiles, también los principiantes que estudian danza, porque son más baratas, los de grados avanzados de ballet usan zapatillas más caras”.

Sus cancán son de diversos colores y tallas. En su taller familiar confecciona hasta 500 pares a la semana.

“Yo actualmente no trabajo porque ya no rindo, pero como me encanta este oficio de repente me pongo a coser unos dos parcitos para no perder la costumbre”, confiesa Leonel como un niño travieso.

A más de las cancán confecciona zapatillas romanas, zapatos de payaso, Aladino, máscaras y disfraces infantiles.

En esa casita del sur nacen las zapatillas cancán para la alegría de los danzantes.

Contactos: (04) 257-7621 y 099-170-9138.

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