Mario Campaña: A bordo de su realismo salvaje

28 de Abril de 2013
Jorge Martillo Monserrate

Conversación con el escritor Mario Campaña que ha publicado con éxito su libro de relatos Antes bajaban en tren.

Mario Campaña asume la vida y la literatura con una reflexiva intensidad. En 1992 se estableció en Barcelona, España, pero ha residido en ciudades americanas, norteamericanas y europeas. Actualmente vive en Les Cases de Alcanar, un pueblo de pescadores, a 200 kilómetros de Barcelona. Ha publicado ocho poemarios, biografías y antologías poéticas. Desde 1996 dirige Guaraguao, revista de cultura latinoamericana con 41 números publicados.

A fines del año anterior, el poeta Mario Campaña Avilés –quien en 1959 nació en Milagro–, publicó en París, edición bilingüe, el libro de relatos: Avant ils arrivaient en train/Antes bajaban en tren. Este año, el sitio web de los libreros de Francia lo seleccionó en los libros recomendados.

Meses antes, Alain Nicolas, el 15 de noviembre del 2012, en el diario L’Humanité, de París, comentó: “Mario Campaña no se limita a escribir crónicas de campesinos; los medios burgueses tienen también en sus relatos un lugar importante. Su arte, de gran concisión, juega mucho con el Yo del Narrador, sus relatos, en primera persona, desplazan los puntos de vista, instaurando a la vez complicidad y exterioridad, jugando en particular con la imprecisión de la memoria, con el escalonamiento de los recuerdos y los lugares”.

Con Campaña somos amigos desde 1980 cuando estudiábamos en la Universidad Católica de Guayaquil, él, leyes, yo, literatura. Durante ocho años, junto a Fernando Itúrburu, publicábamos Catedral salvaje, una revista de arte y cultura que falleció a los dos años.

Antes y después de ‘Antes bajaban en tren’

Esta vez nuestra conversación no es en vivo ni está matizada con cangrejos y cervezas. Es vía correo electrónico y después de que leí Antes bajaban en tren, que es un viaje frontal por su infancia y adolescencia en escenarios urbanos y rurales, y de su posterior experiencia en Guayaquil antes de partir a España. Un libro habitado por personajes y recuerdos lúcidos, tormentosos, manejados y expresados con maestría narrativa.

Campaña a los 15 años empezó a escribir poemas románticos, teniendo como único referente familiar de ese inicio literario a su tío-abuelo Rafael Betancourt, un destacado caricaturista y dibujante de revistas y diarios –entre ellos diario EL UNIVERSO– pero que luego optó por su independencia creativa. “Fue mi verdadero dios oculto. Una gran referencia moral para mí. ¡Y eso que era un hombre de extrema derecha! Nunca transigió con su arte. Murió así, sin bajarse del burro. Pensando en él yo he decidido casi todo lo que he decidido sobre mi forma de vivir con la poesía y la literatura”, afirma Mario, quien en 1989 publicó su primer poemario Cuaderno de Godric. Tres años después se estableció en Barcelona porque necesitaba ordenar sus pensamientos y convertirse en el escritor que deseaba ser. Ese aprendizaje, creo yo, se fue enriqueciendo por su manía ambulatoria –como Campaña la denomina– porque en estos años ha habitado 35 domicilios en 7 países: “No sé qué busco… amores, a veces… pero después de unos meses, fondeado en un sitio, sé que ha llegado la hora de volver nuevamente a ponerme en marcha”. Pero su base está en España.

Donde hace quince años nació su hijo que desea venir a conocer a su familia ecuatoriana. Es donde dirige la revista Guaraguao. Es ahí donde en el 2006 publicó su proyecto más ambicioso y comentado, la biografía Baudelaire. Juego sin triunfo. ¿Por qué ir tras las luces y sombras del poeta Baudelaire?, le pregunto. “Siempre me he interesado por la forma de existir que tenemos los individuos. Y cuando leí sus cartas quedé perplejo. El hombre que veía no se parecía en nada al héroe, al ‘poeta maldito’ que conocíamos. Era un hombre como todos, un hombre débil, manchado, astuto, capaz de pactar con Dios y con el diablo. He llegado a pensar que en el fondo así somos todos. Incluso los llamados santos. Por eso detesto a los jueces morales.

Después de ese libro aprendí que un artista no es ni un genio ni un superdotado ni un héroe sino una persona que trabaja a tumba abierta para superar sus limitaciones, sus mediocridades, su falta de inspiración o de habilidad”, reflexiona. Campaña es categórico cuando afirma: “Solo me siento realmente vivo con la poesía y el amor –me lo imagino arrugando su cara como un búho al verbalizar esas ideas–. El arte es solo comparable con el amor en un sentido profundo; son las dos únicas formas de trascendencia que yo conozco”.

Cuando lo embarco en su Antes bajaban en tren, relatos que han convocado la atención de diversos tipos de lectores en Europa, le pregunto que lo llevo a escribir esas memorias que al leerlas me ha recordado la poética de los escritores del Grupo de Guayaquil. “Soy hijo de ese mundo –responde desde su pueblo de pescadores–; con esos relatos me descubrí como un escritor cuyas palabras quizá le vienen dictadas desde el pasado o el futuro de ese mundo. A mí me aburre horriblemente la literatura de la clase media y sus conflictos triviales, en los que a menudo solo está en juego el confort, el orgullo, la estabilidad laboral… Y es correcto señalar la afiliación de esos relatos con la literatura de los años treinta.

Pero mi preferido no es Pablo Palacio. Amo a Gallegos Lara –sus relatos–, a José de la Cuadra y sobre todo al gran José Antonio Campos. Soy un realista convencido. Pero mi realismo no es social sino salvaje. Es verdad, todavía me siento un salvaje”. He reído porque años atrás, uno de sus apodos era el Salvaje. Confiesa una frustración: en Ecuador sus libros no se publican desde hace veinte años y teme no ser tan leído en Europa. Aun así, la traducción francesa de su último poemario En el próximo mundo, se presentará el 31 de mayo en la Casa de América Latina, París. Y en octubre, en México, saldrá su libro sobre los escritores malditos: Mi semejante mi hermano: Vida de los malditos. Y mantiene inéditos: El viaje –novela–; Pájaro de nunca volver –poemario– y La muerte del padre –relatos–.

Desde Les Cases de Alcanar, Campaña cuenta que ya no le atraen las grandes ciudades y que en la actual crisis europea su opción es vivir de modo sencillo junto a la gente sencilla. Y que, tal vez, en un par de años dejará de escribir. “Yo no pienso ya en ninguna búsqueda literaria; no quiero seguir buscando nada. La vida es muy difícil. No cuento con el futuro. Pero lo escrito, escrito está”. Cuando desde esta mitad del mundo, leo sus palabras, creo que es imposible bajarse de la maldita nave. Mario Campaña que viaja a bordo de ese tren lo sabe. La poesía no perdona, la traición ni el olvido.

 

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