‘No estoy ni a los pies de las Manuelas’
No ha cumplido todavía 40 años, pero Manuela Picq es una ciudadana del mundo con una causa: defender los derechos de los más desprotegidos.
Su detención durante el paro del jueves 13 de agosto cuando estaba con su pareja, Carlos Pérez Guartambel, líder del movimiento indígena; la revocatoria de su visa, su encierro en un hotel para los “sin papeles” y su posterior libertad, pero ya en un limbo de situación no regular, llevaron a Manuela Picq a un escenario público que nunca ha buscado.
Rubia, de ojos azules, menuda, con una sonrisa a flor de piel, esta académica franco brasileña, de 38 años, vivía en Quito, en el anonimato que podía permitir su belleza, su don de gentes y sus opiniones. Ahora, como ella misma lo admite, su destino personal tiene implicaciones públicas por su pareja y porque su proceso legal es un caso de Estado de derecho.
En estos últimos días su vida dio un vuelco. El lunes pasado debía comenzar a dictar sus clases de Relaciones Internacionales en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), pero por el momento está en Río de Janeiro, en compañía de su madre, la reconocida economista y profesora Lena Lavinas.
“Nunca imaginé que mi perfil de académica y periodista pudiera llevar a tanta persecución”, me dice cuando estamos sentadas en un café en el barrio La Floresta de Quito, a pocas horas de que vaya a su departamento, ubicado en las laderas de la quebrada, a hacer su maleta para salir del Ecuador, un país al que llegó en 2004 para vincularse a la USFQ y comenzar una de sus múltiples vidas.
Se define como ciudadana del mundo, adoptada por comunidades indígenas del Ecuador, por lo que ya había comenzado a aprender su cuarto idioma, el quichua. Y rescata su lado hedónico de disfrutar las cosas pequeñas de la vida y no tomarse muy en serio.
Deportes y estudios
A los 8 años, Picq salió de Francia hacia Brasil porque sus padres se divorciaron y Lavinas decidió regresar a su país con sus dos hijas. Ha mantenido su contacto con Francia. Precisamente hace pocas semanas había estado allí para darle un último adiós a su abuelo paterno y a la casa de sus vacaciones de infancia. Fue allá donde sufrió un accidente y por eso tenía un ojo morado, foto que constaba en su perfil de redes sociales, incluso antes del 13 de agosto, y que no fue producto de los maltratos de esa noche.
En Río de Janeiro, su adolescencia se centró en sus estudios y en el deporte. A los 15 años fue campeona nacional de parapente, una actividad que no ha abandonado nunca. Es usual que Picq se escape de una reunión con amigos, durante la cual no ha probado una gota de alcohol, para irse al Cayambe o al Cotopaxi y lanzarse en parapente desde el amanecer. De esa vida rescata que “es uno de los espacios donde ganamos confianza y nos damos cuenta de lo que somos capaces, estamos frente a nosotros mismos”. Lo mismo sobre su práctica de yoga, de la que dice haberle dado disciplina, perseverancia y sentido de la permanencia.
Ya bachiller, Picq hizo sus estudios en la Universidad Pierre Mendès France, de Grenoble, donde obtuvo, con honores, una maestría en Historia. Curiosa e inquieta, cruzó nuevamente el Atlántico, pero esta vez hacia Estados Unidos, donde ha desarrollado su carrera académica. Hizo su doctorado en la Universidad de Miami en 2004 y ha sido profesora en Amherst College (Massachusetts).
Uno de los principales reconocimientos recibidos, relata, ha sido ser la primera mujer latinoamericana invitada al prestigioso Instituto de Estudios Avanzados, de Princeton (Nueva Jersey). Otro de los brasileños invitados, por ejemplo, fue el expresidente Fernando Henrique Cardoso.
Su compromiso
Estudios de género, derechos humanos y relaciones internacionales son algunas de las obsesiones de su vida de investigadora. Trabajó dos años en Riobamba con la USFQ, donde también comenzó a estudiar a las mujeres indígenas, pues otra de las características que definen a Picq es la de feminista.
Quizás por ello, y por su compromiso de académica activista, no pudo callarse en las columnas que escribía para la web de la cadena de noticias catarí Al Jazeera en inglés. El 11 de octubre de 2012 publicó un artículo sugiriendo que las Naciones Unidas debería declarar un Día Internacional de la Niña, por ser ellas las más expuestas y desprotegidas. Parte de ese artículo hacía referencia a la situación de una niña ecuatoriana violada por el director de su colegio, Jorge Glas Viejó (padre del ahora vicepresidente, Jorge Glas Espinel), y comparaba los procedimientos judiciales aplicados en ese caso, con la detención de los llamados “Los Diez de Luluncoto”. Nunca imaginaría que ella también sería presa de los enredos judiciales tan típicos de una justicia que aún no logra levantarse por sus propios pies.
Hasta el año 2014 escribía regularmente para Al Jazeera y esa fue su plataforma de periodista y editorialista, una faceta desconocida para otros colegas ecuatorianos o el público en general, pues no estaba acreditada como corresponsal extranjera ni andaba en ruedas de prensa. Sí era conocida para la Secretaría de Comunicación, que varias veces se contactó con la cadena internacional de noticias a fin de pedir una réplica por los comentarios de Picq.
Era una voz internacional sobre Latinoamérica. ?Sus artículos iban desde los aciertos y fracasos de la izquierda latinoamericana hasta la lucha por los derechos del agua en Ecuador, pasando por la iniciativa Yasuní y el colonialismo.
Sigue pensando que su futuro está en Ecuador, entre Quito y Cuenca, periplo que en los últimos dos años hacía a menudo para estar con Pérez, quien le construyó en la casa que compartían en Cuenca un estudio con vista a las montañas, para que pudiera inspirarse y escribir sus libros. Desde entonces, recuerda, la libertad comenzó a escasear de a poco: “Primero, los teléfonos bajo escucha; después, agentes de inteligencia afuera de mi casa. Preguntan por nosotros en el aeropuerto para saber cuándo viajamos. Son cosas ya denunciadas, pero lo más violento fue lo del jueves”.
Momentos difíciles
En esta nueva vida está aprendiendo ese otro concepto de libertad: “Uno de repente se siente tan silenciado que se da cuenta de que son derechos que los pensamos adquiridos pero que se pueden perder en cualquier momento”. De la mano va también el significado de la palabra indígena. ¿Puede el Estado decirle a alguien: ‘Usted es o no es indígena’ o es algo que va con la libre determinación?, se pregunta la investigadora que está preparando un libro que trata sobre lo que llama soberanías vernáculas y las mujeres indígenas en Ecuador.
En un fulgor libertario, algunos la comenzaron a comparar con las Manuelas de la historia ecuatoriana: Manuela Cañizares y Manuela Sáenz. La pareja “Bolívar y Manuela” se quiso adaptar a “Manuela y Carlos”. “Eso sucedió independientemente de lo que yo pudiera hacer”, destaca Picq (al igual que la foto con el ojo morado). “Es un honor que me comparen, no estoy ni a los pies de ellas”, asegura al recordar que solo cuando llegó a Ecuador y conoció a otras Manuelas le comenzó a gustar su nombre, Emmanuelle en francés. “Es irónico, pero ahora siento que hago honor a mi nombre”. Es consciente de que su caso es uno de los más de un centenar de retenidos y detenidos que hubo a partir del 13 de agosto, pero superó las fronteras por su perfil académico internacional y por ser pareja de Pérez.
Su futuro es aún incierto. “Mi casa se queda, me voy con una maleta”. Para vivir en Ecuador permanentemente necesitará una visa, que es una concesión que le debe hacer el Estado ecuatoriano, que se ha convertido en un personaje determinante dentro de la historia de amor que iba construyendo con Pérez Guartambel. “Lo acompañé mucho a Carlos en estos dos últimos años, en sus luchas, ayudándole en su casa, ahora creo que él me va a acompañar a mí en estos momentos difíciles de estar lejos”. (I)
*Jefa de Redacción de Diario EL UNIVERSO, Quito.