Modales

24 de Abril de 2016

Cuando era chico me enseñaron a comer lo que nos pusieran delante. (‘Carta de restaurante: Confusa y difusa’, abril 17). Ahora veo que no es así. Las mañas a la hora de comer o no comer son infinitas y eso solo puedo atribuirlo a mala educación, a falta de educación y a una enorme tolerancia a los caprichos de los chicos, que se hacen grandes manteniéndolos y exhibiéndolos por el mundo. Me ha pasado varias veces que vamos con amigos a algún restaurante y al hacer su pedido empiezan: “Dígale al cocinero que a mí no me ponga tomates secos, ni perejil, ni esto ni lo demás y que me prepare el plato con esto y con esto... Es realmente demencial, sobre todo cuando vamos a lugares “de autor”. Si uno tiene esos caprichos, cocínese en su casa o contrate un cocinero que se los haga, pero no haga el papelón de reconstruirle los platos al chef.

Santiago Castillo

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