Híbrido funcional

18 de Febrero de 2018
  • El inmueble consta de cinco plantas dispuestas en forma modular. En la fachada resalta el empleo del cristal.
  • Cada departamento posee medidas únicas y funcionen como entidades individuales, cada una con características visuales propias.
  • La parte baja del edificio Isabela aloja locales comerciales. Arriba hay siete departamentos.

Ruptura Morlaca (Cuenca) propone un edificio multifamiliar, donde cada nivel goza de una identidad propia.

Una zona con alta plusvalía pero con una ambientación que consideraron descuidada, porque incluye una construcción abandonada y una gasolinera, presentó un desafío y a la vez una oportunidad para los arquitectos Carolina Bravo y Paul Chango, del estudio Ruptura Morlaca, en Cuenca.

Se trata de uno de sus últimos proyectos, que se consagró a finales del 2017 en la convocatoria internacional de la XVI Bienal de Arquitectura de Buenos Aires, en la categoría viviendas multifamiliares. La avenida Isabela Católica es el escenario de este diseño.

La edificación, bautizada Isabela por su locación, cumple dos propósitos: vivienda y comercio. La idea surgió de la necesidad urbana de construir propuestas funcionales para los cascos urbanos. Así, plantearon un edificio de viviendas, que van entre los 30 y 90 metros cuadrados y con hasta 3 dormitorios. La planta inferior se destinó para locales comerciales.

De esta manera obtuvieron estratégicamente “mayor número de moradas y, principalmente, mayor accesibilidad de vivienda de menor metraje” en este sector, explican los autores en la descripción de la obra.

Desafíos y oportunidades

Uno de los retos que viene con los diseños multifamiliares es la estandarización de la construcción. Por eso, el estudio cuencano quiso enfocarse en la individualidad de los futuros residentes dentro de este tipo de obras: “Al tener claro que cada persona es diferente y única y que la estandarización de la planta tipo utilizada en proyectos de vivienda (‘grand ensembles’) limita a las personas y a la arquitectura, se plantea un sistema de construcción estándar de losas con diferentes funcionalidades”.

Con este detalle, se logró que cada departamento posea medidas únicas y funcionen como entidades individuales, cada una con características visuales propias, como diferente ingreso de luz y viento. Por eso, ningún área es igual a la otra.

Las diferentes alturas también resultaron en espacios originales y flexibles, algunos como patios cubiertos, donde cada nivel aprovecha sus propias vistas. Todo eso, con el propósito de mejorar la convivencia, ya que propician la integración entre los habitantes.

Además, la forma intenta seguir la apariencia del barranco, accidente natural característico en esa ciudad, generando una relación más estrecha con la naturaleza.

En esa línea, se integró vegetación en el muro central de la edificación, “con el fin de brindar a cada vivienda su derecho a un suelo natural”.

El tipo de materiales, madera y piedra, igualmente se sumaron a evocar una conexión ecológica. “Al unificarse con la vegetación, el usuario está en contacto con un entorno menos agresivo”.

Visión arquitectónica

Este edificio se basa en el principio de “recuperar el protagonismo del usuario, interrelacionándolo con su entorno, dejando de lado el criterio de generar espacios herméticos”, sostienen los arquitectos. La idea, dicen, es mirar a las edificaciones como un organismo vivo que busca la unificación y brinda, a la vez, libertad a sus habitantes.

Esto habla de la visión de la arquitectura de este estudio cuencano, para el cual esta disciplina debe responder a las necesidades de lo cotidiano con ‘reglas’ (ruptura, de ahí el nombre del equipo) adaptadas a los contextos más informales.

Ambos arquitectos son cuencanos. Carolina Bravo es egresada de la Universidad Católica de Cuenca. Paul Chango es diseñador y egresado de las universidades de Azuay y Católica de Cuenca, además es máster en Diseño Arquitectónico Avanzado de la Universidad de Buenos Aires. (G.Q.)

Colina artificial

En el acelerado desarrollo inmobiliario, el diseño del edificio se inspira en la forma del barranco. Se genera una relación entre un uso formal (arquitectura) e informal (naturaleza) creando un sistema habitable en una especie de “colina artificial”.
 

Relaciones naturales

Los materiales del proyecto plantean evocar una conexión con la naturaleza, empleando texturas de madera y piedra. Sumados a la vegetación, permiten al usuario estar en contacto permanente con un ambiente más amigable.
 

 

  Deja tu comentario