Desafíos ecológicos

05 de Agosto de 2018

Alternativas que contribuyen al desarrollo sostenible y a preservar el medio ambiente, desde el diseño y la arquitectura.

Una clave de la construcción sostenible es el uso de materiales renovables en el

Mientras el progreso tecnológico provee de innovaciones en tiempo récord, el medio ambiente también busca soluciones con la misma rapidez, para combatir la contaminación y el desperdicio y la escasez de recursos. La meta es preservar el planeta para la supervivencia de sus habitantes.

Bajo ese espíritu, han surgido estilos de vida que tratan de reducir el daño que provocan las acciones necesarias para existir. Ese es el propósito de las ecoaldeas, también conocidas como asentamientos sustentables o comunidades ecológicas.

Al rastrear su origen, aparece el nombre de Robert Gilman, un astrofísico norteamericano que desvió su atención hacia la ecología. En los años 70 estudió los conceptos de la sostenibilidad dentro del desarrollo comunitario. De ahí surgió el término ecoaldea como un asentamiento humano donde se cubren las necesidades de forma respetuosa con la naturaleza.

Todo esto en una organización que no sobrepasa las 500 personas. Se trata de una convivencia donde todos se conocen, cuidan su entorno natural, reciclan, emplean fuentes de energías renovables, practican la agricultura, construyen con criterios bioclimáticos. Producen para su propio consumo y para el mantenimiento del sitio. En esencia, actividades integradas que apuntan al desarrollo sostenible: que las urgencias del presente no comprometan las necesidades del futuro.

La Red Global de Ecoaldeas señala que cada comunidad está diseñada de acuerdo con la visión de sus pobladores. Por eso las clasifica en urbanas y rurales. Las primeras buscan reinventar la vida en la ciudad para ser más colaborativa y participativa. En cambio, la forma rural es la más conocida, porque se levanta como una aldea tradicional.

Construcción sostenible

La arquitectura también está comprometida con el desarrollo sostenible. Ese es el motor del trabajo de la arquitecta Daniela Loaiza, reconocida por emplear materiales renovables en sus proyectos, como la caña guadúa.

“La construcción sostenible busca disminuir el uso de energía empleada en levantar una edificación y reducir el gasto energético dentro de ella”, explica. Esto es posible, agrega, con materiales que no consuman mayor energía en su tratamiento, como los derivados vegetales. “La idea tampoco es dejar de usar elementos tradicionales, pero hay que disminuir un poco su abuso para reducir la contaminación en su procesamiento”.

Aquí además entran criterios bioclimáticos aplicables en todo tipo de edificación desde su concepción. “Es estudiar la luz natural para que ilumine adecuadamente los espacios y al mismo tiempo no los sobrecaliente, como en el caso de nuestra ciudad, calurosa y húmeda”. En este sentido, para que las viviendas aprovechen correctamente las propiedades del sol deben proyectar su parte más angosta al este u oeste (donde los rayos pegan más fuerte) y la más ancha de norte a sur. “Tener en cuenta la posición de grandes ventanales que al mismo tiempo incluyan cubiertas, así evitamos el consumo de energía para iluminar y climatizar”.

Actitud verde

“Siempre podemos tratar de complementar las construcciones con elementos de la naturaleza, con procesos armónicos para el medio ambiente”, resalta Loaiza.

La existencia en comunidades ecológicas es una gran alternativa, pero desde nuestras trincheras hogareñas también podemos emprender actividades que beneficien al ecosistema como el reciclaje, investigar a dónde van nuestros desperdicios, averiguar qué contamina y qué no, y siendo un poco más austeros con el uso de la energía.

Incluir la naturaleza dentro y fuera del hogar es un gran paso hacia la sostenibilidad, sencillamente porque absorbe el calor, facilita la climatización y reduce la dependencia de acondicionadores de aire y, por tanto, ahorra electricidad.

“La motivación de construir sosteniblemente es que agrega valor al ser humano y a su medio ambiente, a no sentirnos tan desprotegidos para el futuro. Debemos atrevernos a entender que la vida sostenible es posible y que es para todo tipo de persona, para quien valora la importancia de la naturaleza”. (G.Q.)

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