¿La ventaja de la tecnología? Es personal

22 de Mayo de 2016
Nick Bilton The New York Times

Los avances han motivado la creación de una serie de artilugios que han vuelto más cómoda la vida de las personas, pero ¿el desarrollo tecnológico une o separa?

Tomemos los vehículos autónomos, los cuales creo que tendrán un enorme impacto insondable en la sociedad. Cuando esa tecnología sea adoptada ampliamente –algunos dicen que sucederá en dos años, otros dicen que en 20– muchos lamentarán los aspectos negativos. Los repartidores de pizza, los camioneros, los taxistas e incontables personas más pudieran perder sus empleos. Hackers y terroristas pudieran convertir los vehículos autónomos en armas. Los adolescentes ya no experimentarán la alegría de conseguir una licencia de conducir.

Y, sin embargo, también habrá muchos aspectos positivos. Las avenidas podrían convertirse en parques. Encontrar donde estacionarse se volvería una cosa del pasado (así como las multas de estacionamiento). El tiempo de conducción se destinaría a actividades más productivas o disfrutables, como ver películas o dormir.

Sin duda, los vehículos autónomos serían más seguros, lo que potencialmente salvaría la vida de millones de personas. Y, quizá, nos conectarán en formas que no hemos pensado todavía.

Una despedida

Como columnista de tecnología veterano he visto el lado oscuro de esta. He escrito sobre los campos minados de la privacidad de Facebook y otras redes sociales. He analizado el odio e intimidación que las personas asestan en Twitter. He visto cómo la cámara para el autorretrato en nuestros celulares puede convertirnos en narcisistas.

También he sido testigo de cómo la tecnología ha permitido a los terroristas difundir su mensaje de odio y provocar temor. Todas estas desventajas me han hecho preguntarme si estos avances tecnológicos valen la pena. Quizá estaríamos mejor sin los celulares, las redes sociales, la computación de nube y las aplicaciones de moda como Snapchat sin los cuales al parecer no podemos vivir hoy.

Es una pregunta que me he hecho mientras pensaba en esta columna, la última que hago para The New York Times después de catorce años de trabajar en el periódico. Y fue durante este momento de contemplación que encontré un pequeño consejo de una fuente improbable: David Carr, el excolumnista de medios aquí, quien murió el año pasado. Cuando busco inspiración o algo que me haga sonreír, a veces me encuentro visitando la página de Twitter de David para leer sus tuits antiguos que están llenos de sabiduría, perspicacias humorísticas y hábiles giros lingüísticos.

Google. El vehículo autónomo de la firma.

La última vez que hice esto también me di cuenta de que continuaba siguiéndolo. Al igual que otras 455.000 personas, aun cuando su último tuit tenía fecha del 12 de febrero de 2015, y estaba dirigido a mí después de una pequeña broma que yo había hecho a mi querido amigo y mentor. “@nickbilton me dejó un VM porque pensó que yo realmente era lo suficientemente viejo para aún escucharlos. Mordí el anzuelo. Ay. #recibitumensaje”.

¿Él tuiteará de nuevo? No. Y, sin embargo, cientos de miles de personas (y algunos bots) aún lo siguen. Eso es porque la tecnología aún nos conecta (me conecta) con David.

En cierto sentido, eso es lo que la tecnología siempre ha hecho. Eso aplica a los aviones, los trenes y los automóviles. Y es así para los celulares, las redes sociales y los motores de búsqueda. Estas, y otras tecnologías, nos conectan con las personas que no están con nosotros, geográfica o físicamente, y nos hacen sentir un poco menos solos en este gran mundo confuso.

David Carr no es la única persona difunta que continúa siendo un referente para mí. Mi madre, quien murió en marzo de 2015, sigue guardada como favorito en mi iPhone, y me imagino que estará ahí para siempre.

Continúo siguiéndola en Facebook. Sus correos electrónicos siguen guardados en mi bandeja de entrada (aunque me siento culpable de no haber respondido algunos), como también un video que me envió hace dos navidades explicando cómo hacer su famoso pastel de chocolate.

Afortunadamente, debido a esa cámara para autorretratos, puedo revisar las fotografías suyas que me envió a lo largo de los años.

En el siglo XIX, la gente fotografiaba a los recién fallecidos, a menudo en un retrato familiar, como una forma de capturar un último minuto con un ser amado. Ahora vivimos en una era en que, gracias a la tecnología, podemos revivir incontables momentos con las personas que amamos antes de que no estén o si están lejos.

Lo hacemos a través de las huellas digitales que quedan en Facebook y Twitter, las fotos en nuestros celulares, y todos los datos recopilados por los motores de búsqueda. La tecnología nos permite conectarnos.

Entonces, ¿lo bueno supera a lo malo? Para mí, sí. Y también lo hará en el futuro, conforme nuevas tecnologías nos obliguen a hacer frente a dilemas éticos aun mayores. Nos preocuparán estas y otras nuevas tecnologías. Las cuestionaremos. Demandaremos cambios.

Y deberíamos hacerlo. Pero, al final, cuando la gente use las cosas que creamos para causar daño, habrá muchos más casos en que se usen para el bien. Y, lo más importante, cuando nos hagan sentirnos un poco más conectados y un poco menos solos. (I)

Totalmente auotónomos. Estos carros se conducirán solos.

Semiautónomos. En estos participará un conductor.

 

MILLONES EN 4 AÑOS

Los vehículos de conducción autónoma ya son una realidad. Si bien aún se está en la etapa de prueba de estos autos, esta industria, a la que ya se han integrado empresas tecnológicas además de las habituales automotrices, avanza raudamente y cada vez aparecen nuevos modelos con tecnologías que se van aproximando a esta forma de transporte.

A partir de esta evolución constante, se estima que en 2020 habrá 10 millones de autos de conducción autónoma en las calles, entre los que se diferenciarán entre los semiautónomos y los que son totalmente autónomos.

Así lo determina un reciente informe de BI Intelligence, en el que se analiza el mercado de carros de conducción autónoma teniendo en cuenta la situación actual de estos vehículos y el progreso que irá teniendo lugar en los próximos cinco años.

Ya hay autos de conducción autónoma en los caminos, teniendo en cuenta para el informe que este tipo de vehículo es todo aquel con características que le permiten acelerar, frenar y dirigir el curso de un coche sin conductor o con una interacción limitada de este.

Es por eso que distinguen dos tipos: los semiautónomos y los totalmente autónomos. Un vehículo completamente autónomo puede conducir desde el punto A al punto B y sobrellevar todo tipo de obstáculo en el camino sin necesidad de ninguna interacción por parte del conductor. Debutarán en 2019.

Por cuestiones regulatorias y de seguros, los carros totalmente autónomos accionados por el usuario llegarán al mercado en cinco años, mientras que los de sin conductor tendrán queesperar.

Fuente: tynmagazine.com

 

  Deja tu comentario