¿Estamos listos para los drones autónomos?

25 de Marzo de 2018
  • Skydio es la empresa que creó el dron R1. Su precio de venta es de $ 2.499 en Estados Unidos.
  • El R1 se centra en actividades deportivas porque es capaz de seguir a una persona incluso por los entornos más complicados sin chocar.
Farhad Manjoo | New York Times

Estos aparatos están llegando más rápido de lo que se esperaba, ya sea para seguir a la gente y tomarles fotos en exteriores, para vigilancia o entregas voladoras.

Es el año 2035. Una autoridad poderosa ha enviado al cielo un ojo que todo lo ve para seguirte, una máquina voladora y ligera equipada con trece cámaras que viaja a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora.

El dron conoce tu rostro, tu forma de caminar y tu vestimenta. Flota de forma persistente detrás de ti, se mueve cuando tú lo haces, se detiene cuando te detienes, pone resistencia ante cualquier intento de quitártelo de encima. Corres al bosque, pero ni siquiera así lo puedes burlar.

La semana pasada, en un parque boscoso de San Francisco, tuve un encuentro con uno de esos drones voladores automatizados y solo hallé un truco para escapar. Pista: involucraba la humillación de correr varias veces alrededor de un árbol.

Como el tonto desafortunado que estaba en su mira, te diré esto: que te siga una máquina voladora de trece ojos provoca que te concentres.

Varios usos

Skydio es la empresa emergente que creó el dron que me persiguió: el R1. Su precio de venta es $ 2.499 y comenzará a enviarse a los clientes dentro de poco, según la empresa. Es lo más cercano a un dron completamente autónomo que se pueda comprar en la actualidad.

Los drones que vuelan solos están llegando más rápido de lo que se esperaba, ya sea para seguir a la gente con el fin de tomarles fotos en exteriores, la utilidad que pretende darles Skydio, o para una gran cantidad de usos como entregas de productos, monitoreo y vigilancia.

Lo más probable es que se vuelvan más baratos, pequeños y capaces. Estarán por todos lados, seguramente más pronto de lo que podremos adaptarnos a ellos.

La mayoría de los drones dirigidos a los consumidores dependen hasta cierto grado de la automatización en el vuelo. DJI, la empresa china que produce drones y lidera una buena parte del mercado, fabrica dispositivos que pueden esquivar obstáculos y rastrear objetivos.

Sin embargo, estas funciones suelen estar lejos de ser perfectas y tienen un mejor desempeño en áreas abiertas. En esencia, todos los drones del mercado necesitan un piloto.

“En nuestra opinión, casi todos los casos de uso para los drones serían mejores si fueran autónomos”, afirmó Adam Bry, el director ejecutivo de Skydio.

Bry y Abe Bachrach –quienes se conocieron mientras eran estudiantes de posgrado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts y posteriormente arrancaron el programa de drones de Google– fundaron Skydio junto con Matt Donahoe, un diseñador de interfaces.

En 2014, con financiamiento de la firma de capital de riesgo Andreessen Horowitz, la empresa comenzó a trabajar en lo que sería el R1. Desde entonces, Skydio ha reunido 70 millones de Andreessen y varios otros inversionistas, entre ellos Institutional Venture Partners, Playground Global y el basquetbolista Kevin Durant.

El objetivo fundamental de Skydio era crear un dron que no necesitara piloto. Cuando lanzas el R1 por medio de una aplicación de teléfono inteligente, se coloca el objetivo enfrente del dron, después se selecciona a la persona que está en la pantalla y ya la tiene en la mira. También se puede elegir uno de varios “modos cinemáticos”, los cuales especifican la dirección desde donde el dron intentará grabar a su objetivo (incluso puede predecir el camino que vas a seguir y estar delante de ti para tomarte una selfi de frente).

Después de despegar, ya no se usan las manos. El dron opera de manera independiente. En un vuelo de 8 minutos a través de un sendero boscoso con algunos corredores y perros, vi cómo el R1 seguía a su objetivo con una determinación escalofriante, mientras esquivaba todos los obstáculos como lo hubiera hecho de forma natural un piloto humano experimentado y nunca necesitó ayuda. Solo una vez perdió a su objetivo –yo–, pero en verdad tuve que esforzarme para ello.

Otras tecnologías

Colin Snow, un analista de la industria de los drones, me aseguró que las regulaciones federales piden a los usuarios que mantengan los drones en su campo visual, y un dron que te sigue no está en tu campo visual.

Bry puso en entredicho esta descripción. Argumentó que las regulaciones permitían que los drones estuvieran fuera del campo visual durante periodos breves, siempre y cuando el vehículo no interfiriera con una aeronave tripulada.

En cuanto a las otras disrupciones sociales que podrían provocar los drones autónomos, Bry fue precavido. “Obviamente, les pedimos a nuestros usuarios que sean responsables”, agregó.

Lo cual me lleva a mi plan de escape. ¿Cómo burlas a un R1 que tiene la instrucción de seguirte? Esto me funcionó: encuentra un árbol, corre alrededor de él de una manera muy precisa, a una velocidad que baste para quedar justamente del lado opuesto del dron, con el fin de que el tronco del árbol bloquee su visibilidad unos cuantos segundos cada vez. Si lo haces con mucha exactitud, el bicho te perderá, se parará en seco, confundido.

El único problema es que no creo que este truco sirva por mucho tiempo.

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