Había una vez una sirena: En las aguas de Twitter

Por Connie Hunter
23 de Agosto de 2015

“La vida real está llena de reglas de comportamiento que Sirenísima no tiene y que nunca tuvo, por eso vivió y murió en el mundo Twitter”.

Conocí a @_Sirenisima en Twitter por un comentario gracioso, atrevido e inteligente, hace algo más de tres años. Un día mostró su identidad en su avatar y fue cuando me di cuenta de que no solo la conocía personalmente, sino que hasta era mi compañera y amiga de escuela.

Tiempo después, en el plano real me la encontré y aproveché para preguntarle seriamente sobre sus intenciones en esta red, a lo que me respondió: Hace algún tiempo que he venido pensando en la importancia de Twitter para algunas personas. Hay gente que debate fuertemente de política desde ahí, de educación, de obras sociales o defensores de animales, ¿yo?, yo solo quiero sacar las voces de mi cabeza.

Para @_Sirenisima, como se apodaba en la red María Tey Montanel, hablar por Twitter era como hablarle al viento, aunque tenía claro que eso a la larga no iba a ser del todo cierto.

“En Twitter encontré un lugar donde poder expresarme libremente, sentí que era como un micrófono al aire, una palestra imaginaria, un espacio donde puedo decir lo que siento, lo que se me ocurre y también, la mayor parte del tiempo, lo que veo y escucho de otras personas”.

Sus trinos no eran siempre acerca de ella y fue justamente por eso que creó un personaje. “No puedes lanzar una opinión sin que alguien se sienta aludido. Es sorprendente ver cómo un pensamiento tuyo puede afectar a un montón de gente para bien o para mal. Si lanzas una indirecta en Twitter, la gente que te conoce cree que es para ellos. Eso puede generar problemas”.

“Sirenísima es la mujer que llevo dentro, la que puede decir lo que piensa sin miedo”. Es lo que creía esta tuitera amante del mar. Lucía su bronceado y muchas veces su imprudencia sin tapujos.

“Llevaba más de 40 años tratando de hacerme amiga de la prudencia en la vida real y sentí que en esta red no la necesitaba, y no la necesitaba porque al principio nadie me conocía”.

Pero tampoco se ocultaba, pues sus selfies se volvieron frecuentes y su identidad dejó de ser tan secreta. “Es una forma de mostrar que soy real. Cuando empecé Twitter, nadie me leía y no era nadie... Pero en el momento en que se rebela la identidad, la libertad se termina”.

En una ciudad como Guayaquil, la mujer debe mantener un rol y una imagen, asegura María Tey. “Desde chica y toda la vida luché por ser libre. Ahora pienso que por eso no todos gustan de mí. A la sociedad no le gustan las mujeres libres”.

La vida real está llena de reglas de comportamiento que Sirenísima no tiene y que nunca tuvo, por eso vivió y murió en el mundo Twitter.

Sus tuits, escritos y publicados con la inocencia de un ser de aguas profundas, le generaron más de un problema en la vida real. Ser profesional, madre, esposa, hija, amiga y sirena a la vez no fue posible.

Quizás renazca algún día, quizás no. “Sirenísima escribía y sentía lo que María Tey vivía y veía. Sirenísima es libre y yo estoy presa. Somos la misma mujer en diferentes mundos”.

R.I.P. Sirenísima. (O)

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