Película 'Mia madre', del italiano Nanni Moretti

08 de Mayo de 2016
  • En el hospital. Escena de Mia madre: con Giulia Lazzarini (i) y Margherita Buy.
  • Los actores: Margherita Buy y Nanni Moretti (director).

El italiano Nanni Moretti consigue, otra vez, en Mia madre convertir la más íntima de sus obsesiones en una enfermedad común.

El cine del italiano Nanni Moretti (1953) ha sido como una especie de terapia, generalmente autobiográficas, pero al final terminan convirtiéndose en la viva imagen del sentido mismo de la vida. Basta recordar La habitación del hijo, filme por el que ganó la Palma de Oro en 2001, todo un tratado acerca del dolor por la pérdida y todos los estados psicológicos relativos a la aflicción ante el desenlace de la muerte de un ser querido. En aquella ocasión, él interpretaba a un padre que intentaba sobrevivir a la muerte de su vástago.

Ahora, el cineasta regresa con Mia madre (2015), un drama dirigido y producido por el mismo Moretti. Vale recordar que la mamá del también crítico italiano enfermó mientras él rodaba

Habemus Papam (2011), y falleció poco después durante la fase de montaje. Es un recuerdo imborrable que al cineasta le ha llevado a realizar su nuevo filme.

Con Mia madre, Moretti, que también actúa, muestra la crudeza de la emoción humana desnuda, con toda su perturbadora belleza. Lo hace a través de Margherita (Margherita Buy), una directora de cine que se encuentra rodando una película con un famoso actor americano. Pero lejos de su día a día laboral, ella lucha por no derrumbarse: debido a la enfermedad de su madre Ada (Giulia Lazzarini) y la desobediencia de su hija. A esto se suma el hecho de que está a punto de separarse de un actor (Enrico Ianniello) y su hermano (Moretti) decide dejar el trabajo para dedicarse a cuidar a su madre, gravemente enferma.

El director revela la desoladora impotencia del dolor familiar y el desajuste en la vida de todos que supone ver cómo la existencia de la mamma se va extinguiendo. Luego del hijo, ¿la madre? “La película nació del miedo, de un fantasma. Todo ha sido la elaboración de una experiencia vivida. La muerte de un hijo tiene algo de antinatural; la de un padre o madre, al revés, forma parte del orden natural de las cosas. Los dos trabajos obedecen a un mismo impulso: no tener miedo a contar con realismo un momento siempre infranqueable: la muerte es el paso siguiente. En La habitación del hijo había miedos y fantasmas; en Mia madre, una experiencia vivida por muchos”, añade el director.

Tema recurrente

Moretti es un gran contador de relatos sobre él mismo, pero esta vez teniendo como eje central el cuerpo de una mujer que ejerce de trasunto del autor. “No sé. Simplemente sucede. Cuando estaba con el montaje de mi película anterior, murió mi madre y ya está. Tenía todo: la historia de un director que trabaja en su película y asiste a la muerte de su madre. Mi historia”, destaca Moretti.

La muerte ronda esta trama de forma recurrente. “Cuando la vemos (la muerte) en el cine muchas veces se cae en lo grotesco. También el cine tiene miedo de ella. Pongo un ejemplo. Un funeral y, de repente, suena un móvil dentro del féretro. Cuántas películas basan toda su comicidad en lo extraño que siempre resulta un entierro. Creo que son manifestaciones del miedo a mirar a la cara a esta cosa que llamamos muerte”, dice.

La película puede dividirse en dos: las escenas de carácter más dramático y las de tinte cómico. Las primeras son las que reúnen a la protagonista, su hermano y su madre, en general en torno a la cama del hospital donde la señora está internada. En las otras el contrapeso del clima pesaroso recae en las apariciones de Turturro en el papel de Barry Huggins, un actor creído y fabulador que trabaja para Margherita Buy. En este filme, Moretti aprovecha también para reírse un poco de su oficio. “No me pongo con la balanza a calibrar esto es lo que tengo que poner de comedia y esto otro de drama. Es mi modo de contar las historias. Es mi modo de ser Moretti. Así ha sido desde el principio. No sé escribir ni comedias ni dramas en el sentido tradicional. Es así”, comenta el cineasta.

“Turturro es un actor que me encanta porque aporta a todo lo que hace una vena de locura. Pero es cierto que tuve que limitarlo. Incluimos muchas de sus improvisaciones, pero tuvimos que cortar otras pese a que eran geniales. En un momento se puso a imitar a De Niro, Cimino y Scorsese... Increíble. Pero no quedó más remedio que quitarlo”.

En Mia madre se nota el sentido de inadecuación de Margherita, ¿pasa lo mismo con Moretti al momento de hacer sus películas?, él responde: “Hace varias décadas, ya que desempeño este trabajo pero no he adquirido frialdad y seguridad: el día anterior al rodaje sigo soñando lo mismo que soñaba cuando era un crío (verme sin preparación en el plató, algo no funciona o falta). El sentido de inadecuación lo conozco muy bien y no solo en público. Antes pensaba que con el tiempo me habría crecido, como dicen en Italia, “el pelo en el estómago”, una expresión terrible, y, sin embargo, me doy cuenta de que me sucede lo contrario: cuanto más tiempo pasa, más crece el malestar. En cuanto al tema, pienso que cuando se hace una película, se hace una película y punto, por muy fuerte que sea el tema, como en el caso que nos ocupa”. (A.C.J.) (E)

Fuentes: festival-cannes.com y agencias

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