Gardelmanía 80 años después

12 de Julio de 2015

El mundo entero recordó a uno de sus fenómenos musicales. Carlos Gardel se convirtió en mito desde su nacimiento y su muerte. Un filme recrea el periplo de sus restos en Colombia.

Cuando alguien se convierte en una enorme figura pública, en un ícono, en un fenómeno, las historias en torno a esa persona que se ha destacado en cierto ámbito empiezan a entretejerse creando una maraña de versiones. De allí que es muy difícil desentrañar dónde empezó la historia y dónde comenzó el mito. Las inabarcables versiones sobre su muerte, que van desde un tiroteo en el avión que despegaba de Medellín hasta que el artista no murió en el accidente y fue visto en diferentes escenarios cantando como solo él sabía hacerlo, con una capucha para cubrir las espeluznantes cicatrices que el suceso le había dejado.

Ese misterio también ha contribuido a mantener viva la figura de este personaje emblemático, cuya voz fue declarada Memoria del Mundo por la Unesco. Caminito, Mi Buenos Aires querido, El día que me quieras son temas que perduran en la memoria musical de todo un continente y han cruzado océanos. A los 80 años de la muerte de Carlos Gardel (24 de junio de 1935), infinidad de homenajes se realizaron en diversas ciudades, especialmente en Uruguay, Buenos Aires y Medellín.

La nacionalidad del Zorzal Criollo, como se lo conocía, está aún en disputa. Argentina, Uruguay y Francia se pelean por el mérito de haber visto nacer a este símbolo musical, con fecha estimada entre 1883 y 1890, según las tres teorías. De lo que no hay duda es que vivió desde su infancia en Buenos Aires y que a partir de 1923 su documentación recogía que su nacionalidad era la argentina.

Durante años vivió en la pobreza, pero sabía cantar. Un don innato que le proporcionaba monedas en esquinas y reuniones familiares que le permitían un paliativo para ayudar a su madre. Ya había dejado de ser Charles (según una partida de nacimiento, se lo registró con el nombre Charles Romuald Gardes) para convertirse en Carlos Gardel. Y así fue naciendo la leyenda.

¿Por qué se lo inmortalizó?

El tango venía difundiéndose como baile de moda en Europa desde la primera década del siglo XX y la tangomanía estalló poco antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). En 1921, el italiano Rodolfo Valentino, adoptando la identidad de un bailarín argentino de tango vestido de gaucho, causaba sensación mundial con la película Los cuatro jinetes del Apocalipsis. España en particular tenía una historia tanguera previa incluso al tango argentino (el tango flamenco) y desarrollaría una importante vertiente autónoma del género, con epicentro en Barcelona y con canciones paradigmáticas, como Fumando espero, del catalán Josep Viladomat, y revistas especializadas (extracto de wikipedia.com).

Hacia 1910, Gardel comenzó a dedicarse profesionalmente a la vida artística, teniendo como eje geográfico la tradicional calle Corrientes de la capital argentina. Apenas unos años después hizo sus primeras grabaciones con el uruguayo José Razzano.

Ya a mediados de la década del treinta Gardel se había convertido en uno de los artistas más populares de Latinoamérica, muy seguramente el más reconocido de todos. El tango, género del cual fue su mayor exponente, había nacido a fines del siglo XIX entre los arrabales y barrios bajos de Buenos Aires, fusionando elementos de la cultura local con los aportes de los migrantes europeos que llegaron por miles a Argentina. El lunfardo, el bandoneón y la melancolía se convirtieron en elementos centrales del “pensamiento triste que se baila”, género calificado así por el compositor, músico y dramaturgo argentino Enrique Santos Discépolo (1901-1951).

Gardel ya estaba en condiciones de apuntar a Europa y al mercado musical internacional creado por el disco, mercado que en el futuro inmediato se verá amplificado por el cine y la radio. Sumado a eso, fue en España y en Francia donde el cantante, compositor y actor de cine se consolidó haciendo dueto con José Razzano. Así Gardel demostraba al mundo una forma de interpretar el tango que lo ubicaría entre los cantantes célebres de la historia de la música popular.

Para Duval Barrezueta, promotor, productor y bailarín de tango ecuatoriano, “nadie podría hablar de tango, uno de los géneros musicales más puramente argentinos, sin pasar por su figura”.

En 1920 ya estaba en el tope de la popularidad en Argentina. Su carrera se difundió por el mundo y empezó sus primeras giras por América Latina y Europa. Consolidado como el Cantor del Tango, Gardel se dedicó a la actuación, otra de sus pasiones. Filmó varias películas en Argentina, Francia y Estados Unidos. En 1935 preparó una gira por algunos países de Latinoamérica: Puerto Rico, Venezuela, Aruba, Curazao, Colombia, Panamá, Cuba y México estaban en la lista.

Para muchos, luego de la trágica muerte del “gran embajador del tango”, nadie ha sido capaz de arrebatarle el puesto de máximo exponente de este género musical en la historia de la humanidad. Se dice que tenía una voz única en términos técnicos, una disciplina y profesionalidad meticulosos, y un detallismo en las composiciones que casi rozaba el perfeccionismo. Gardel le cantó al amor, al desamor, al desarraigo y la exclusión que vivían las clases más bajas de Buenos Aires; a las mujeres, a las que siempre se refirió con respeto, ternura y devoción. Y a su madre, Berta Gardes, a quien rindió homenaje en temas como Madre hay solo una.

Su muerte

Fue el último viaje de Gardel. Y fue largo, muy largo, pero siguió más vivo que nunca después de su muerte en el accidente aéreo ocurrido el 24 de junio de 1935.

Los caleños habían comprado los boletos para su recital con anticipación y la calle estaba inundada con afiches del rostro del cantante. “Carlos Gardel iba a dar un concierto en el Teatro Jorge Isaacs de Cali, pero cuando el avión trimotor estaba despegando del aeropuerto de Medellín se estrelló con otra aeronave denominada Manizales que estaba en espera para volar”, destacó un periódico colombiano de la época.

Algunos sostienen que el cuerpo carbonizado del Morocho de Abasto nunca salió del cementerio de San Pedro, en Medellín, donde había sido enterrado tras el accidente, pero su muerte y todo lo que conllevó su prematura desaparición ayudaron a engrandecer el mito.

Los diarios de la época ayudan a reconstruir la jornada en que el cuerpo fue removido del cementerio de San Pedro (Medellín) y las que le siguieron hasta el puerto de Buenaventura, transportado sobre hombros, pequeños vehículos, tren, caballos, mulas y barco. Después el ataúd paró en Panamá (cambió a otra embarcación), con destino a Nueva York (allí se lo veló por más de una semana), luego los restos viajarían hasta Buenos Aires (llegó el 5 de febrero de 1936), no sin antes hacer escala en Río de Janeiro y Montevideo.

Adiós hecho película

El inicio de la repatriación del cadáver desde la capital antioqueña hasta Buenaventura en 1935 se convirtió en caldo de cultivo para las narrativas con sabor a realismo mágico por las dimensiones fantásticas que adquirió esta odisea.

De esas historias se nutrió Fernando Cruz Kronfly, el escritor colombiano autor del libro La caravana de Gardel, el cual inspiró la película del mismo nombre de Carlos Palau, presentada hace poco en el cementerio San Pedro de Medellín, en un evento nocturno en el que estuvo entre los invitados la famosa cantante colombiana Gloria Acevedo, la Gardelita.

El filme de Palau, sin embargo, al parecer, no resolverá las especulaciones que rodean el destino que tomaron los despojos mortales del Rey del Tango. En lugar de plantear una gran verdad, la narración cinematográfica nutrirá los viejos interrogantes que todavía se hacen los amantes de la música de arrabal: ¿Gardel fue enterrado en Chacarita? ¿El que está sepultado allí realmente es el artista? ¿Es cierto que el cadáver nunca salió de Colombia? “La idea es hacerle un homenaje. Mi capacidad de especulación es una aliada más de la leyenda. Me interesa nutrir el mito en lugar de resolver ese tipo de preguntas”, dijo el cineasta caleño.

La caravana de Gardel tendrá otro elemento con más carácter de ficción que de realidad, y será la premonición de la muerte que tuvo él antes de venir a Colombia, donde perdió la vida con otras 16 personas de su confianza. El cuerpo del Zorzal quedó irreconocible, según los registros de medicina legal. Fue identificado, al parecer, por la dentadura y los documentos que quedaron junto a él. “Mientras se hacían los trámites de la repatriación, que duraron seis meses, fue sepultado en una tumba provisional del cementerio San Pedro, de la capital paisa. La película fue rodada precisamente allí y en algunos templos musicales donde todavía se escucha tango, como en Santa Fe de Antioquia, La Paila, Medellín y Cali”, comenta el cineasta Palau.

Gardel nunca aparecerá en la cinta, ya que no es una biografía protagonizada por un actor. Pero todo el tiempo se sentirá su presencia, no solo por sus restos en el ataúd, sino por sus siete éxitos musicales que forman parte de la banda sonora. También le hará guiños a las producciones musicales de Hollywood con algunas coreografías que montaron varios bailarines locales. (A.C.J.) (E)

 

PARA SER ESCUCHADO

“Independientemente de que si Carlos Gardel nació o no en Francia, Uruguay o Argentina, Carlos Gardel fue para los cultores del tango, seamos bailarines o cantantes, el referente más grande de todos los tiempos. Si bien es cierto Gardel no empieza cantando tangos sino folclore argentino, es en el tango donde brilla a nivel mundial. Es el referente más grande porque llevó el tango al mundo y para hacerlo, además de cantar tangos con lunfardo (lenguaje arrabalero de Argentina usado en el tango) conjuntamente con Alfredo Le Pera, uno de sus compositores, quien no usaba lunfardo en sus tangos, hizo posible que el tango sea conocido a nivel mundial”, así opina Duval Barrezueta.

Además enfatiza que “es tal el respeto a Gardel y tal es su maravillosa voz que los bailarines no bailamos tangos cantados por Gardel. Gardel es para ser escuchado. Si bien es cierto no fue un gran bailarín de tango, lo bailaba muy bien, a tal punto que lo demuestra en algunas de sus películas”. Así como dice el gran bailarín Miguel Ángel Zotto, que encuentra en Gardel inspiración para hacer sus espectáculos, el legado del Rey del Tango es para Barrezueta una especie de buena onda. “Yo tengo como cábala escuchar a Gardel antes de mis presentaciones. Muchos de los bailarines profesionales hacemos eso. Los bailarines cuando escuchamos a Gardel decimos ¡así como canta Gardel debo yo de bailar!”.

Fuentes: jetset.com.co, elpais.com.co, elcolombiano.com y agencias

  Deja tu comentario