El lobo de Wall Street

02 de Marzo de 2014
Carlos Ycaza

 

Lo primero que uno siente en los minutos iniciales de El lobo de Wall Street es la desbocada visceralidad del realizador Martin Scorsese al introducir su historia. En cinco minutos la pantalla es una montaña rusa de sexualidad y drogas sin límites, anunciándonos lo que se viene y reforzando las chocantes imágenes con las palabras del protagonista, Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio).

El exceso es de rigor en esta nueva creación de Scorsese, especialmente porque sus cámaras digitales penetran el testimonio real de un personaje que todo lo contó en el libro que inspira la película.

No parece existir una moral o peor una reflexión crítica de lo que vemos. Quizás esta es la parte más polémica del filme, pues a veces resulta inevitable celebrar con Belfort sus debacles, porque hay un humor negro recalcitrante en las escenas que deberían ser más repelentes.

Y el otro lado: la visión de un creador de primera línea que nos introduce en el meollo de su narrativa como si nos estuviera sirviendo un bacanal cinéfilo.

 

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