Amour: Lo que Hollywood no muestra
Nominada a cinco premios Óscar y después de obtener la Palma de Oro en Cannes, Amour desvela la verdadera intimidad de una pareja de ancianos.
Lo primero que sorprende de Amour es su simplicidad, tanto del relato como de los protagonistas. Todo sucede en el interior de una casa. El director austriaco Michael Haneke (La profesora de piano) sorprende con este nuevo filme con el cual deja atrás a sus psicóticos personajes y presenta una historia de lo más normal, una historia de amor de una pareja en su crepúsculo.
“Nunca escribo una película para demostrar algo. Cuando llegamos a cierta edad, tenemos que enfrentarnos a la fuerza y al sufrimiento de nuestros seres queridos: padres y abuelos. Ese fue el origen de este proyecto, en ningún momento quise decir nada a la sociedad”, destaca Haneke, quien posiblemente se lleve la estatuilla dorada como mejor director.
El cineasta, de 71 años, hace hincapié en el comportamiento de las personas. “No quería que fuese una película social con hospitales, ese tipo de cosas que ya hemos visto mil veces; el tema central es el comportamiento de la gente. Y además, es más gratificante. Si un tema te da la opción de no salir en un mismo sitio, mucho mejor. Estoy encantado de haber hecho una película sencilla”.
Anne y Georges, personificados por Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant, son la pareja de ancianos cuya historia se centra en el sufrimiento humano en su lado más ineluctable. Vuelve a invitar a Isabelle Huppert, protagonista de La pianista (2011).
Emmanuelle Riva está nominada en la categoría mejor actriz y deberá frentearse contra Naomi Watts, Jennifer Lawrence, Jessica Chastain y Quvenzhané Wallis. El filme también deberá pelear por la estatuilla con las otras ocho cintas nominadas a mejor película y, además, en la categoría mejor película extranjera y mejor guion original.
Con cinco nominaciones, el filme refleja la vida tal como es. “La violencia es un tema que siempre aparece en lo que me planteo, pero yo no la busco. En la vida hay momentos agradables y otros que lo son menos. Ocurre lo mismo con sentimientos como la violencia o el amor. El hecho de pensar que hace falta un rodaje triste para conseguir una película trágica es una idea romántica. No se trata de que los actores sufran, sino de que estén concentrados”, dice el director.
La vida se compone de momentos inolvidables, alegres, pero también de aquellas duras experiencias que todos los humanos experimentamos algún momento. “Hablar del fin del amor, del modo en que se reacciona ante el sufrimiento unido a la pérdida de una persona amada. Es una situación a la que todos acabaremos enfrentándonos en un momento de nuestra vida. Puede tratarse de nuestros abuelos, nuestros padres, la persona con la que convivimos, incluso de nuestros hijos”, comenta Haneke.
El realizador, famoso por sus cintas Funny Games, Caché y La cinta blanca, reflexiona sobre los aspectos más importantes del filme: “Amour es una película sobre cómo enfrentarse al sufrimiento de alguien que queremos profundamente. Y eso no está determinado por la edad. En nuestra vida, en nuestra familia o en nuestro círculo más próximo de amigos hemos visto sufrir mucho a alguien a quien queremos y es muy duro tener que verle pasar por ello. Ese era el punto de partida del filme”.
Y continúa: “Mi película quiere empujar a los espectadores a que busquen sus propias respuestas. La labor del arte es enfrentarnos a cosas que la industria del entretenimiento a menudo mantiene ocultas. Amour habla de muchas cosas distintas, y enfatizar una de ellas significa reducir las demás. Como dice Susan Sontag, la interpretación es la venganza que el intelecto se toma sobre el arte”.
La actriz
Amor está contada por dos octogenarios jubilados, profesores de música clásica, que se encuentran repentinamente con un importante deterioro de salud de ella. Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant, junto con Isabelle Huppert que hace el papel de hija, abordan sus personajes atrapando la sensibilidad del espectador y mostrando lo mejor y lo peor de cada uno de ellos.
De allí que la actuación de Riva ha sido elogiada a tal punto de haber sido tomada en cuenta por Hollywood y haber ganado otros premios internacionales. En la película, Anne (Riva) lucha no solo por mantenerse viva, también por hacerlo con dignidad.
En enero, Emmanuelle Riva se convirtió en la actriz protagonista más longeva en ser nominada a un premio de la Academia. Literalmente puede decirse que Riva nació un poco antes que la estatuilla. El 24 de febrero de 1927, en Francia. Sí, el día de la entrega de los Óscar, ella cumplirá 86 años.
Emmanuelle es una veterana actriz de vocación temprana que se dio a conocer sobre todo con películas como Hiroshima, mon amour (1959) con un guión escrito por la escritora francesa Marguerite Duras. Dirigida por Alain Resnais, la cinta -su ópera prima- es el retrato de un amor imposible que sucede entre un japonés y una francesa: ella marcada por una historia de amor que tuvo con un soldado alemán durante la Segunda Guerra Mundial, y él, marcado por la tragedia de Hiroshima. Una circunstancia que con el filme de Haneke del 2012, Riva siente haber tomado revancha. “Por eso es uno de los papeles más bonitos de mi vida. En Amour, el amor es posible, se lleva a cabo hasta el final”, dijo Riva.
Otro filme que la consagró fue La sombra de la duda (1992) y la más reciente: Amour. Una interpretación que ha cosechado una ovación cerrada y unánime por parte de la crítica. Su papel de pianista retirada que sufre una parálisis en medio cuerpo ha impresionado y emocionado.
A su edad, la mayoría de actores piensa ya en retirarse. “¿Jubilación? (risas). No, eso significa retirarse o retroceder. Mientras se tenga vida no se debe parar nada de lo que se esté haciendo. El retiro para mí es una cosa completamente ajena a mi forma de ser, por lo que continuaré con mis proyectos hasta que mi cuerpo y espíritu me lo permitan”, expresa la actriz.
Esto lo dice a pesar de que cuando aceptó el papel en Amour, estaba alejada del cine. “No tengo objeciones. Si por casualidad la gente todavía me ofrece papeles, en películas, me gustaría hacerlas. Pero si no, no hay problema. Me encanta la vida y más la que tengo. Tengo muchas otras cosas que hacer además de actuar. Soy escritora también. Eso en Francia lo saben, pero no en el resto del mundo y está bien. Hago muchas cosas. Tengo una familia, una vida plena. No temo a la muerte. Eso lo tuve muy claro en mi mente mientras hacía Amour. En parte fue como encarar mi propio temor a mi vulnerabilidad, a mi mortalidad. Y salí victoriosa de ello. Eso le agradezco a Haneke. Y la verdad es que si no actúo en otra película más, seamos honestos, ¿a quién le importa? Voy a cumplir 86 años y todavía estoy viva y se siente muy bien”, resalta Emmanuelle.
Cuenta que Michael Haneke la eligió por su trabajo más célebre, Hiroshima, mon amour; sobre su compañero de reparto Jean-Louis Trintignant dice que lo conoció cuando eran jóvenes en Roma, pero que no se habían tratado mucho, aunque la clave del trabajo de ellos “es la intimidad inmediata”.
A su habilidad como actriz y poetisa (con tres libros de poemas publicados) también hay que añadir la de fotógrafa, y publicó un libro con las instantáneas que tomó de la ciudad japonesa tristemente famosa por la explosión atómica. ¿Qué es el amor para Riva? “Todas las personas tienen una forma de amar distinta. Ninguno es perfecto, pero lo que sí es importantísimo es no dejarlo marchitar jamás. En el filme, el amor entre Anne y Georges es completo, concreto y realizado”, comenta.
Para la actriz francesa, el haberse metido en la piel de Anne ha sido uno de los papeles más complicados de interpretar. “Es verdad. Creo que es el más difícil que tuve desde Hiroshima..., pero es que una no le dice que no a un director como Haneke, ni a una película como Amour. Es vanguardista. Se atreve a decir cosas de un modo sencillo, cosas que no se atreven otros directores. Le dije, cuando me envió el guion, ¿cómo vamos a hacerlo, es decir, cómo podemos contar una historia así? Y me dio mucha confianza su respuesta, que sería contar una historia real, que le hablara a la gente. Y creo que es un filme muy hermoso el resultado”, resalta la actriz.
Sobre el Óscar, afirma: “Lo supe en Nueva York. Estaba allí por los premios de la crítica de esa ciudad. Unos vecinos que me ayudan cuando viajo empezaron a gritar de alegría, yo estaba adormecida y gritaban: ¡Estás nominada!, pero yo seguía tranquila, aunque claro que me hace muy feliz. Era la primera vez que visitaba la ciudad de los rascacielos, como también los Óscar serán la razón para visitar por primera vez Los Ángeles”.
El actor
A sus 83 años, Jean-Louis Trintignant es un actor consagrado en su país, Francia. Ha trabajado en más de 130 filmes. Tras hacer algunas giras a inicios de la década del cincuenta en varias producciones teatrales, apareció por primera vez en una película en 1955 y al año siguiente alcanzó la fama con su actuación junto con Brigitte Bardot en Y Dios creó a la mujer, de Roger Vadim.
El director Claude Lelouch lo eligió como protagonista de su filme Un hombre y una mujer (1966), en el que interpretaba a un piloto de carreras; la cinta fue un éxito global que lo convirtió en una estrella internacional. A partir de entonces se consagró con películas como Los raíles de la muerte, El conformista, de Bernardo Bertolucci, y Z, de Costa-Gavras.
A fines de 1980, Trintignant trabajó esporádicamente por sus problemas de salud (consecuencia de un accidente automovilístico) y un creciente desinterés por las películas. Una excepción fue su rol en la cinta Tres colores: rojo (1994), de Krzysztof Kieslowski, por la cual fue nominado al Premio César a mejor actor. Al año siguiente prestó su voz para la cinta La ciudad de los niños perdidos y desde entonces solo ha aparecido en filmes ocasionalmente, pues ha preferido trabajar en teatro.
Es bajo la dirección de Michael Haneke que este veterano actor regresó al cine. Él interpreta al esposo dedicado, amoroso, realista. Es quien reacciona ante el sufrimiento unido a la decadencia de la persona que ama. “Elijo las películas en las que voy a trabajar basado no en la escritura, sino en el director, y él tiene el dominio más completo de la disciplina cinematográfica, desde los aspectos técnicos como el sonido, la fotografía y la forma en que maneja los actores. Amour trata sobre temas que son muy oscuros, pero nunca he disfrutado trabajar como lo hice con Haneke”. (A.C.J.)
Fuentes: The New York Times e internet.