Titicaca: Un mundo flotante

11 de Noviembre de 2012
  • Estas islas de totora, que tienen entre 2 y 3 m de espesor, poseen un sistema de anclaje con palos que llegan al fondo del lago Titicaca, para que no naveguen.
  • Las mujeres de la zona son las principales gestoras del turismo local, para lo cual trabajan asociadas y ahorrando dinero para desarrollarse.
  • Las embarcaciones de los uros en el lago Titicaca están hechas con la fibra de la totora, planta que también forma parte de su alimentación.
Moisés Pinchevsky

Los indígenas uros han creado un destino singular en islas artificiales hechas con totora sobre el lago Titicaca, próximo a la peruana ciudad de Puno.

La peruana Cristina Suaña exhibe un carisma tan tímido como avasallador cuando comenta que la primera vez que un turista le solicitó un omelette para el desayuno, palabra que nunca había escuchado, creyó escuchar que le pedían un “amuleto”.

“No podíamos entender las cocineras por qué nos pedía un amuleto en el desayuno… ¿Será su cumpleaños? Nosotros no tenemos listo un regalito. ¿Nos podría esperar?”, indica ella con gracia y cargada de sinceridad durante una conferencia que dictó en septiembre anterior durante un evento internacional sobre turismo consciente, realizado en Quito por el Ministerio de Turismo, la Organización Mundial de Turismo y la Organización de Estados Americanos.

Cristina Suaña es la presidenta de la organización comunitaria Uros Khantati, dedicada a atender a los turistas que llegan a las islas flotantes de los indígenas uros en el lago Titicaca.

Los turistas me felicitaban porque decían que yo estaba en internet y yo les decía que no, que estaba en mi casa”.
Cristina Suaña

Esta oferta está cargada de un alto componente humano. Ella cuenta que ingresó al turismo por pura casualidad hace cinco años, cuando una pareja de holandeses que llegó a su comunidad a orillas del lago Titicaca, cerca de Puno, le solicitó que le brinde hospedaje dentro de su casa, ya que entonces no contaba con habitaciones independientes fuera de su vivienda de totora. “Llegaron para quedarse tres noches, pero terminaron quedándose catorce días. ¡Y estaban de luna de miel! ¡Qué luna de miel habrán tenido!”, comentaba ella con una sonrisa.

Allí comenzó todo. Esos turistas empezaron a pasar la voz entre sus amigos de que existía servicio de hospedaje en esta zona natural donde las viviendas (al igual que las embarcaciones) son construidas con la fibra vegetal de la totora. Esta planta crece saludablemente en el Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, cuyos 8.562 km² lucen encaramados a una altura promedio de 3.812 msnm entre los territorios de Perú (dueña del 56% de esa superficie) y Bolivia (44%).

Así, Cristina Suaña y sus vecinos tuvieron que aprender de a poco cómo atender a los vacacionistas, para lo cual se capacitaron con un programa del gobierno peruano. Pero aún así les costó involucrarse en ese ambiente internacional que al principio les daba temor. “Otro día me llamaron por teléfono para decirme: ‘Eres famosa, estás en internet’. Yo les respondí que no, que estaba en mi casa”, comentó ella con humildad para transmitir la pureza del producto turístico que brindan en esa zona del Perú.

Islas flotantes

Los uros habitan en unas 30 islas que ellos mismos construyeron con totora sobre las aguas del lago Titicaca. Lo hicieron para evitar el acecho de pueblos invasores, como los incas. Sus principales actividades económicas son la pesca y la caza, aunque también se dedican a elaborar tapices de lana.

Esta comunidad indígena y el escenario magnífico que se disfruta en la zona conforman el principal atractivo para los turistas, quienes desde el muelle de Puno parten en lanchas a motor para dedicar media hora de navegación en el lago Titicaca hasta llegar a este destino peruano.

Al llegar, los visitantes siempre quedan sorprendidos de ese primer encuentro con estas islas construidas con totora, planta que para tal propósito los uros deben cortar y secar al sol para que se deshidraten.

Posteriormente, los indígenas las esparcen uniformemente en la superficie de la isla para integrarlas gradualmente a este hábitat artificial que debe ser regenerado constantemente por nuevas plantas.

Muchos turistas cumplen allí tours que duran unas tres horas, pero con la oferta de hospedaje también optan por alojarse en las cabañas de totora construidas por los pobladores.

Cristina Suaña confiesa haberse sorprendido por la manera en que creció la popularidad de ese destino en solo cinco años, para lo cual ayudaron las recomendaciones de la guía Lonely Planet.

Entre las principales islas se destacan: Khantati, Tupiri, Santa María, Tribuna, Toranipata, Chumi, Paraíso, Kapi, Titino, Tinajero y Negrone, en algunas de las cuales operan iglesias, escuelas y locales comunales, por lo que el tour involucra un paseo navegable para conocer el estilo de vida de estos pobladores.

“La gente llama preguntando por el hotel, pero les digo que yo no tengo hotel”, dice, y explica que los uros simplemente han abierto las puertas de su mundo. (M.P.)

Fuentes de apoyo: www.diariodelviajero.com, www.perutoptours.com, Wikipedia.

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