Reporte de guías: Labor diaria
“Confío en que las observaciones reportadas seguirán en aumento ahora que podemos advertir su relevancia”.
Benjamín Ayala retorna de su visita a la isla Rábida. Emocionado me enseña el video de un lobito de varios meses que juega con una estrella marina. Ha aprendido a colocársela sobre el lomo, la vuelve a tomar con el hocico cuando las olas se la arrebatan, y otra vez con delicadeza la posa sobre su espalda. Esto podría convertirse en poema o en cuento para niños. Es una imagen bella y poderosa.
Y como estamos en eso de compartir experiencias, me muestra una foto tomada por su madre, también guía de Galápagos, Angelika, que presenta una orca lanzando por los aires a un pez mola ramsayi.
Existen aproximadamente setecientos guías recorriendo las islas. Cubrimos diferentes sitios de visita a distintas horas y días. Somos los ojos del Parque Nacional Galápagos, una red de gente entrenada y con experiencia, con capacidad de recolectar invaluable información. Este “ejército” de naturalistas que camina por el archipiélago, e igualmente explora sus aguas, son el mejor recurso para monitorear cambios, comportamientos y poblaciones.
Presentar reportes al final de cada crucero es requisito para la renovación de la licencia de guía. Muchos de los datos recolectados han sido utilizados por la ciencia y por el mismo Parque Nacional para dar mantenimiento a senderos o seguir procesos contra barcos o personas que hubieran cometido faltas a las zonas protegidas.
A partir de enero de 2017 los reportes se han convertido en algo más tangible, con la publicación cuatrimestral de la Red de Monitoreo de Guías de Galápagos.
La red es manejada por la Dirección del Parque Nacional Galápagos, el Observatorio de Turismo de Galápagos y cuenta con el apoyo técnico de WWF-Ecuador. Los miembros principales de la red somos los mismos guías que aportamos con las diversas observaciones.
Me permito citar textualmente algunos de los datos publicados en el reporte del segundo cuatrimestre de 2017. Entre enero y agosto de 2017 hubo 862 observaciones sobre mil sitios de visita, presentadas por 160 guías. Los reportes fueron en su mayoría, 36%, sobre avistamientos, el 8% sobre infracciones de uso turístico y 8% sobre basura encontrada en los senderos.
Me emociono al constatar que gracias al reporte elaborado por Joseline Cardoso y Angelika Jahnel, sobre un lobo de Seymour norte con un pedazo de caucho en el cuello, la veterinaria de la DPNG, Andrea Loyola, pudo solucionar la situación y remover con éxito el artículo que bien pudo haberlo estrangulado.
Constato que el colapso de la pared de toba de Puerto Egas ocurrió en agosto de 2017, porque así lo reportan Carlos Alberto Noboa y César Bucheli.
Además, la citada publicación propone recomendaciones para ayudar en la identificación de las diferentes especies. Con los tiburones ballena, por ejemplo, debe fotografiarse el patrón de puntitos de su lado izquierdo y perpendicular a la aleta pectoral. Con las tortugas marinas se usa el lado derecho de su cara.
Las fotos de cetáceos son particularmente importantes para su reconocimiento. Me estremece la presentada por Bitinia Espinoza de un neonato de ballena jorobada, aún con la marca del cordón umbilical, y pidiendo a todos que tengan cuidado de no exagerar con la distancia de acercamiento.
Felicito pues a las partes involucradas, que ya he mencionado antes, por este fantástico proyecto. Confío en que las observaciones reportadas seguirán en aumento ahora que podemos advertir su relevancia. (O)