Misteriosa pasajera: Dorothy ‘Dody’ Dunning

Por Paula Tagle
26 de Octubre de 2014

“Hay que regalarse el tiempo de descubrir a otros seres humanos. Si bien mis preguntas iban a girar sobre Beebe, me voy interesando más por la vida de esta mujer dedicada a la investigación de murciélagos por aproximadamente 50 años.

Corre un rumor en el barco: ha llegado a bordo una huésped que trabajó con el famoso William Beebe. Calculamos que debe ser muy viejita, porque Beebe nació en 1877 y murió en 1962. Quiero encontrarla para conversar sobre este famoso naturalista norteamericano, autor de numerosos libros académicos y populares, que escribiera sobre Las Encantadas en Galápagos, fin del mundo. Beebe es considerado uno de los padres de la ecología y de la conservación; fue el primer biólogo que observara animales submarinos en su hábitat, realizando inmersiones a bordo de la recién inventada ‘batiesfera’, y junto a su creador, Otis Barton.

Finalmente localizo a la pasajera en mención y si bien mis preguntas iban a girar sobre Beebe, me voy interesando más por la vida de esta mujer dedicada a la investigación de murciélagos por aproximadamente 50 años.

Hay que regalarse el tiempo de descubrir a otros seres humanos. A veces estereotipamos a la gente, sin darle la oportunidad de enseñarnos lo que son y lo que piensan. A Dody le calculo cerca de 80 años. A primera vista luce como la típica ancianita que aún no asimila su edad y desea hacer más de lo que el cuerpo le permite.

Pero ahora sé que esta señora que insiste en avanzar entre rocas y nadar con tiburones (inquietándome por su propia seguridad) es una científica que ha capturado vampiros en noches amazónicas, que en Papúa Nueva Guinea recorría senderos bajo murciélagos de 2 metros de envergadura de alas, y que ha sido mordida en varias ocasiones por quirópteros.

Con gracia e ironía, Dody me narra sus aventuras. En la isla Trinidad trabajó, en efecto, en la Estación de Investigación Tropical Simla, fundada por el mismo Beebe en 1950, en un cerro sobre el valle de Arima.

Pero para entonces Beebe estaba muy enfermo y apenas visitaba las instalaciones.

Dody me cuenta que una vez le trajeron un murciélago de la especie más grande de Occidente (Vampyrum spectrum), que había vivido como mascota en algún lugar de la isla y no sabía volar. Usando ratoncitos muertos lo fue motivando de salto en salto hasta que finalmente la criatura aprendió a usar las alas con las que había nacido. Luego sería donada al Zoológico del Bronx en Nueva York, y en honor a ella le pusieron su nombre, Dody.

Dorothy Dunning se ilumina mientras conversa sobre sus andanzas en Trinidad, un lugar que se volvía peligroso con el paso de los años, por el tráfico de drogas y además por la abundancia de mosquitos, transmisores de dengue y otras enfermedades tropicales.

En Simla, Dody conoció a gente muy interesante; desde un sueco circense aficionado a la ciencia y que recolectaba sapos caminando sobre su propia cabeza hasta la mítica señora Wright, vecina de Simla y a quien visitaban a la hora del té. Asa Wright era islandesa de nacimiento, casada con un británico. Se cuenta que al morir su esposo mantuvo el cuerpo sumergido en cubitos de hielo. Pero durante una fiesta en que escaseó el hielo, simplemente fue acabando con el del marido, que terminó conservado en un tonel de ron.

No me enteré de los pormenores de la existencia de William Beebe, pero he conocido a un interesante ser humano, que se ríe de la vida y conserva intacta su pasión por la fauna silvestre. Tenemos que darles la oportunidad a los ancianos de contarnos sus historias; nos enriquecemos nosotros y a ellos les regalamos la profunda alegría de compartir.

nalutagle@yahoo.com

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