Curiosidad humana: Hallazgos inusuales

Por Paula Tagle
28 de Febrero de 2016

“Es solo cuestión de observar, prestar atención a los cambios y, a partir de eso, formular hipótesis e intentar interpretar los acontecimientos”.

Siempre he admirado a mis compañeros naturalistas que en pocos minutos reconocen un nuevo avistamiento, un color de pluma inusual, un comportamiento distinto. La capacidad de observación es un talento que respeto sobremanera.

Gilda González, guía de Galápagos, se ha dedicado a contar iguanas muertas en Fernandina. Suena macabro, pero podría ser un importante indicador de los impactos del evento de El Niño en la vida silvestre. A principios de enero, el número de iguanas fallecidas a lo largo del sendero llegó a 15, y a mediados de febrero bajó a 7.

Gilda contabiliza las iguanas que han perecido recientemente, no los cadáveres antiguos. Sería irresponsable proponer una teoría basados en estas pocas observaciones. Sin embargo, en lo que respecta a la pequeña población de Punta Espinosa, me atrevería a especular que las iguanas que murieron primero pudieron ser las más débiles y enfermas; una vez que la temperatura del mar se ha mantenido relativamente constante en febrero, y luego de esta selección rápida, perecen en menores cantidades.

¿Cómo sabemos de las temperaturas del mar? Los guías llevan un récord por cada sitio de visita, día a día. También se realiza un conteo de piqueros patas azules. A partir de diciembre, encontrarlos ha sido una lotería. Cada avistamiento es celebrado y compartido.

El 4 de febrero, los naturalistas Jason Heillmann y Salvador Cazar descubren iguanas marinas trepadas en sesuvium (plantas costeras, suculentas). Al principio pensaron que estarían evitando el calor de las rocas o refrescándose con la poca brisa sobre los arbustos. Pero pudieron constatar, incluso fotografiar que estaban, en efecto, comiendo sesuvium, en cerro Dragón, isla Santa Cruz. Que yo sepa, esto no había sido jamás publicado. Puede ser evidencia de que no hay suficiente alimento en el mar, y estas criaturas deben buscar otro recurso para subsistir. Un cambio de comportamiento digno de mencionarse.

Algo similar se reportó en los últimos eventos de El Niño, pero con las iguanas marinas de Seymour norte, alimentándose de batis marítima, otra planta costera y suculenta.

Casi todas las islas están verdes, sin embargo Punta Pitt, al noreste de San Cristóbal, permanece seca, al igual que Punta Cormorant, al noreste de Floreana. La temperatura del mar se ha estabilizado en 25 °C, y a pesar de que en enero tuvimos un par de aguaceros torrenciales, febrero ha sido un mes relativamente seco.

El 2 de febrero noto muchos peces trompeta en el islote Champion. ¡Nunca había visto tantos! Contamos con visibilidad espléndida, de 20 metros. Los colores de cada invertebrado y roca resaltaban en un mar sabroso, a 26° de temperatura en la superficie. Las viejas arcoíris subían y bajaban en la columna de agua como emergiendo simultáneamente de una explosión. Presencié entonces el desove, conocido también como “freza”, el acto de vertir huevos y espermatozoides simultáneamente en el océano, para su fertilización externa. De esta manera se reproduce el 75% de los peces de arrecife del mundo, y ocurría ante mis ojos en el límpido y cálido mar del islote Champion, frente a la isla Floreana.

Es solo cuestión de observar, prestar atención a los cambios y, a partir de eso, formular hipótesis e intentar interpretar los acontecimientos. La curiosidad humana nos ha llevado de inventar el fuego a aterrizar en la luna. Gracias a esta innata curiosidad observamos, entendemos, aprendemos y luego creamos e inventamos. (O)

nalutagle@yahoo.com

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