Valientes para buscar lo justo

01 de Marzo de 2015
Sheyla Mosquera

La valentía es una de las actitudes más nobles del ser humano, porque implica arriesgar el bien propio por un fin específico.

Sí existen. Aunque probablemente lo habrá dudado alguna vez, aún estamos rodeados de personas valientes que buscan lo justo, porque saben la importancia que tiene este valor. Un ejemplo es Patricia Arquette, ganadora del Óscar a la mejor actriz de reparto por su papel en Boyhood. Ella, según las redes sociales y los medios de comunicación, tuvo la valentía de exigir igualdad de salarios de una vez por todas en EE.UU. y en el resto del mundo.

Según la psicóloga Toyi de Jácome, la justicia es una virtud que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece, es decir, el derecho, la razón, la equidad y la verdad; y un hombre justo es aquel que respeta sus derechos y los derechos de los demás.

Quienes son valientes y andan buscando lo justo, agrega, tienen la capacidad de discernir entre lo que está bien y lo que está mal; son honestos, rectos, respetuosos, compasivos y humanitarios.

Son seres, agrega, que no permiten que se cometan atropellos contra sí mismos ni contra los demás; siempre buscan cumplir con sus deberes y obligaciones, les gusta ser estrictos con todo y son capaces de tomar sus propias decisiones.

En una ocasión, el presidente de los EE.UU. John F. Kennedy dijo: “Ser valiente no requiere cualidades excepcionales. Es oportunidad que a todos se ofrece. A los políticos especialmente”.

Sin embargo, la Real Academia Española define la valentía como esfuerzo, aliento, vigor. Incluso un hecho o hazaña heroica ejecutado con valor. También una expresión arrogante o jactancia de las acciones de valor y esfuerzo.

Entonces, ¿es necesario reaccionar con valentía para buscar lo justo? Sí, expresa la psicóloga, porque todas las personas merecen recibir un trato apropiado. Si alguien observa que se está realizando una injusticia, se debe reclamar o llamarles la atención para que las cosas se realicen de la manera correcta y con equidad.

Pero, agrega, esta decisión deberá ser tomada siempre y cuando se analice si con la acción puede salir dañado o incluso perder la vida. Por eso se dice que la valentía es uno de los sentimientos más nobles del ser humano, porque significa arriesgar su propio bien por un fin específico que puede ser o no para sí mismo.

Para Federico Villacís, coach y doctor en psicología, buscar y reclamar por lo justo requiere vencer temores en una sociedad agresiva y con mucha delincuencia, además es necesario ser asertivos para decir lo que pensamos y sentimos sin temor al qué dirán.

Dentro de circunstancias normales de convivencia ciudadana, explica, no deberíamos temer para buscar lo justo, pero en circunstancias de peligro sí hay que pensarlo bien. “Si se está ante un asalto, ante una mafia, ante una amenaza de la vida, ante psicópatas. Hay mucho riesgo en adoptar valentía, puede tener consecuencias negativas a largo plazo”.

Se gana empoderamiento

Cuando los individuos tienen actos de valentía como ideal y los ponen en práctica, menciona Villacís, ganan en empoderamiento personal, en autoestima, en seguridad y apoyan a la sociedad para que no se vuelva costumbre la impunidad. Además, cuando alguien reclama algo, la persona abusadora o injusta ya tomará en cuenta su reacción a futuro.

La manera correcta para ser valiente y buscar lo justo, agrega, es considerando las circunstancias, las personas, las posibilidades futuras y los efectos personales y familiares. Si no está a su alcance, hay que acudir a los organismos, autoridades o medios para realizarlo. Lo que no debe permitir es que una injusticia arruine su vida. “Hay que darle a cada hecho el lugar y el momento, no hacerlo un martirio diario”.

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Daño a los demás

Así como existen los valientes en busca de lo justo, también hay quienes son todo lo contrario. Esto, expresa la psicóloga, porque son egoístas, no buscan el bien común, piensan en dañar a los demás, sus intereses son más importantes que los del resto.

Además, agrega, tienen favoritismo al momento de hacer justicia, no los mueve la compasión, atropellan a los que están en su paso, exigen a los demás y no se exigen a sí mismos, porque no son honestos. “Cuando estos antivalores prevalecen, es difícil ser justo, aun a pesar de haber aprendido en casa acerca de la justicia con ejemplos tan simples como aprender a tomar turnos y respetarlos o cuando se llega tarde al trabajo y se debe compensar el tiempo perdido”.

Las personas que nunca buscan lo justo, menciona la psicóloga, pierden autoridad, respeto, la gente no las mira como un ejemplo a seguir. También son consideradas como sujetos no creíbles, ni confiables. Pero sobre todo el ser egocéntricas las va a llevar a la amargura y a la destrucción de su vida y no podrán gozar de la paz.

Miedo a las personas

Según Villacís, no se busca lo justo también por temor. Hay personas que aprendieron desde muy pequeñas por enseñanza de sus padres a tener miedo de las personas e incluso mucha cautela, pero no complementaron con la asertividad en la comunicación, con defender sus derechos, con valorarse como seres humanos. Por ejemplo, niños víctimas de bullying o en el trabajo, adultos víctimas del moobing laboral o en relaciones de pareja con trato injusto.

Asimismo, dice, si a más del condicionamiento infantil se agregan experiencias donde a una persona le fue mal reclamando lo justo, si conversa con otras que también les ha pasado lo mismo, refuerzan una creencia que llegan a considerar como una verdad: “Para qué reclamar si a la final no pasa nada”, “De nada sirve poner una denuncia”, “Ni te metas de justiciero porque sales mal parado”.

Ser valiente para buscar lo justo, dice Villacís, no es fácil, pero tampoco es imposible. “No es fácil por los temores que hay que vencer, pero es posible cuando consideramos lo que ganamos en respeto social, en liberarnos del abuso, en autoestima y seguridad”.

La desesperanza y la sensación de desamparo ante el abuso o la injusticia, agrega, van matando (metafóricamente) el disfrutar de la vida, la convivencia en confianza, las ganas de hacer cambios, y así las personas se van acostumbrando a la inseguridad, a la impunidad, a volverse individualistas y a perder la solidaridad y la humanidad. “La sociedad necesita de más valientes y más acuerdos de convivencia para valorar en consenso, es decir, lo que consideramos como justo para defenderlo”.

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