Paternidad clave

21 de Junio de 2015
Gisella Quintana B.

¿Qué siente el futuro padre? Muchas preocupaciones, porque él también se prepara para vincularse con su hijo y su pareja en esta nueva etapa .

Desde que una pareja anuncia su embarazo, la reciente mamá se convierte en el centro de las atenciones. Y, nueve meses después, cuando nace el bebé, este chiquitín es el protagonista de su familia.

¿Se está quedando alguien fuera de este hermoso cuadro? Oh, sí, el flamante papá. Si es un niño deseado y esperado, el futuro progenitor también experimentará un aluvión de emociones e incluso, en algunos casos, malestares físicos indicando a todas luces que el embarazo no es un asunto solo de mujeres (menos la gestación y la lactancia, por obvias razones).

A fin de cuentas, él ayudó a fabricar a ese nuevo ser humano. Así que en su día tratamos de descifrar qué sienten normalmente los futuros papás y sus roles esenciales para llevar adelante su paternidad de forma constructiva.

“Estamos embarazados”

Todo se inicia a partir de la feliz noticia. “El amor a la mujer que nos va a convertir en padres se acrecienta”, manifiesta Jorge Tello Pérez, psicólogo clínico y terapeuta familiar.

Pero al mismo tiempo, señala Tello, surgen inquietudes habituales: ¿será hombre o mujer?, ¿estará sano?, ¿saldrá todo bien? “Estas interrogantes producen diversos niveles de ansiedad. Para calmarse, el hombre come más y generalmente sube de peso. Su estado de ánimo sufre alteraciones por las preocupaciones, hasta puede presentar irritabilidad, pero son cambios repentinos y momentáneos”, explica el especialista.

El origen de estas molestias está relacionado con variaciones hormonales, concluye el doctor Arthur Brennan, psicólogo investigador de la Escuela de Medicina Saint George de la Universidad de Londres. Se produce en algunos hombres un aumento significativo de la prolactina (hormona del embarazo) y el estrógeno, y una disminución de la testosterona y el cortisol.

Brennan asocia esta montaña rusa hormonal con la aparición de comportamientos paternos y con el síndrome de Couvade. Si durante la gestación el hombre sufre náuseas, antojos, picazón en las tetillas, dolores de cuerpo, sueño abundante, él está experimentando este síndrome.

El término proviene de la palabra francesa couver, que significa incubar. Prácticamente la pareja comparte los malestares del embarazo.

De acuerdo con la psicóloga clínica Romy Albuja Arteaga, es una característica que afecta a un gran grupo de padres europeos e incluso latinos, aunque estos rasgos no sean tan difundidos en nuestra región. Según Albuja, es una condición que ha generado interés en los últimos veinte años.

De hecho, un estudio divulgado en el 2000 por las universidades canadienses Saint John y Queens, registró desde esa época que este conjunto de síntomas pueden aparecer en parejas con una relación muy íntima. El informe puntualiza que su fin es mejorar y acelerar la aparición del instinto paterno.

“Esto difiere según la pareja. En algunos casos, ella no adolece de estos malestares, vive su embarazo sin ningún tipo de dolencia. En un menor porcentaje, ambos sí tienen los síntomas”, afirma Albuja.

Otros cambios

Al mismo tiempo, consecuentemente la vida sexual se altera. “Los cambios estéticos y físicos de la mujer en algunos papás producen disminución de la intensidad sexual, aunado a esto el temor de hacer daño al bebé o a la madre”, detalla Tello.

No obstante, Jenniffer Bertha, doula y consultora en lactancia y en educación perinatal, recuerda que la intimidad sexual regresa dentro de seis semanas después del alumbramiento. “Tiene que entender que la situación ha cambiado, pero mientras más apoye a su mujer en todo el proceso, ella va a tratar de complacerlo más rápido”.

En añadidura, hay un proceso de identificación intenso de la madre con el hijo. En palabras de Tello, en ocasiones el padre desarrolla un sentimiento de celos hacia el niño, pues siente que la mamá le dedica demasiado tiempo al bebé en su vientre y a él, casi ni lo toma en cuenta.

“Cuando esto se presenta, el padre debe entender que para la mujer es una experiencia especial convertirse en madre, su máxima realización como mujer, y que es normal que ella se preocupe más por su pequeño”, indica el terapeuta.

Por otro lado, Albuja advierte que el síndrome de Couvade podría derivar en una tendencia sobreprotectora del padre. Para la psicóloga, ellos se convierten en papás gallina. “Cuando nacen sus hijos, quieren tenerlos bajo su protección, bajo su ala. Ellos proveen para que sus hijos tengan todo lo que necesitan sin esfuerzo, no dejan que se independicen o salgan adelante”.

Continúa Albuja: Aunque es de exaltar esta actitud de los padres, de querer atender en todo momento a su hijo, hay que tener cuidado en ser equilibrados, en poner límites al niño en sus diferentes etapas.

Los tres aliados

Así como el bebé depende fuertemente de su madre en sus primeros años de vida, ella en cambio necesita una atmósfera de bienestar para protegerlo y criarlo, gracias a los cuidados que su hombre le puede ofrecer. Ahora son un trípode.

Entonces, ¿qué acciones pueden seguir los futuros progenitores para apoyar a su pareja durante la dulce espera? Bertha, quien también es representante para Latinoamérica de la Asociación de Profesionales del Parto y Postparto (Cappa), recomienda al compañero de vida ser parte de las citas médicas de la futura mamá y cursos prenatales.

Lo más importante es una adecuada alimentación para ambos. “Él puede acompañarla a mejorar su nutrición, regulando la ingesta de azúcar, porque a las mujeres las hace aumentar de peso. Todas en el proceso suben de peso, pero no quieren hacerlo de forma excesiva”. Esto influye en el tamaño del bebé, y por ende en el parto que podría terminar en una cesárea.

Por lo tanto, si ella y su bebé están sanos, debe hacer una caminata diaria. Lo cual pueden hacer juntos, y así ambos se benefician de este ejercicio, especialmente si empezaron a acumular peso ‘no grato’.

Luego, el parto: hombres, a olvidarse de miedos (a la sangre, a los hospitales, a las inyecciones...) y acorazarse de mucha paciencia.

“La mayoría de las mujeres quiere que su hombre esté ahí. Hace poco acompañé a un parto que duró 45 horas. El esposo fue muy paciente, no se le ocurrió tirar la toalla o pedir una cesárea, estuvo al lado de su mujer sin presión”. Bertha aconseja entusiasmadamente presenciar el alumbramiento. “Cuando los hombres ven a su esposa dar a luz, se forma el primer vínculo entre los tres”, garantiza.

Finalmente, él puede procurar un ambiente cómodo para la madre, para amamantar a su hijo. La lactancia es un momento considerado sagrado por todo lo que representa: soporte nutricional, inmunológico y emocional. Por ello queda en las manos de su querido regular las visitas para que no interfieran con esta labor. Está demás decir que la buena comunicación entre ambos siempre desenredará sus dudas. (I)

 

Jorge Ordóñez, 28 años
‘una alegría indescriptible’

“Siempre me han gustado los bebés, así que nos pusimos muy contentos con esta bendición”, expresa Jorge, quien con su esposa, Katherine Cedeño, de 25 años, esperan a su primer hijo, Jorgito. Tiene 32 semanas de gestación, así que pronto se iniciarán como padres. Tener que estar alejados de lunes a viernes, pues trabaja en Quito como especialista en biocombustibles, ha sido la parte más dura de este proceso, especialmente porque le preocupa la salud de su pareja y de su bebé. Afortunadamente, los fines de semana son para ellos. “Lo más bonito ha sido sentir a Jorgito en el vientre de mi esposa. Conforme va creciendo, siento cómo se mueve cuando le hablo, y a veces me da unas pataditas. Había ocasiones que yo llegaba del trabajo y con solo escuchar mi voz, nuestro bebito empezaba a moverse hasta que me acercara a saludarlo. También fueron unos lindos momentos cuando escuchamos sus latidos por primera vez en el primer eco que le hicimos y cuando vimos cómo se metía la manito a la boca”, evoca.

Fernando Cazón, 34 años
‘Lo más difícil son sus estragos’

Con tranquilidad y seguridad. Así Fernando afrontó el embarazo de su esposa, Christel Romero (26). “No me sentí nervioso, pensé que me preocuparía más, pero no fue así, aunque mi mayor inquietud fue que el bebé pueda nacer sano, sin problemas”, recuerda. Durante el periodo de gestación, lo más importante para él fue aportarle tranquilidad a su pareja: “Ella es joven y era su primer embarazo. Traté siempre de hacerla sentir tranquila, le decía que no se preocupara por nada, no quería que se sintiera nerviosa”.

Pero lo que sí fue doloroso enfrentar, dice, fueron los estragos que Christel padeció por su estado. “Le costaba dormir, muchas veces le faltaba el aire y sentía dolores. Yo sabía que era normal porque la ginecóloga ya nos lo había explicado, pero sí fue un poco difícil saber que no podía hacer mucho al respecto. Después nos sentimos muy contentos de tener a nuestro bebé”. Su hijo Fernandito nació en febrero y tiene 5 meses.

 

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