Pacientes integrados

11 de Agosto de 2013
  • Los pacientes mentales festejaron el mes del guayaquileñismo.
  • Pacientes que integran el primer hogar protegido del Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.
  • Jaime Quiroga es un integrante del taller de pictoterapia.
Sheyla Mosquera de Calderón

El Instituto de Neurociencias en Guayaquil trabaja para que los enfermos mentales reciban el amor de la familia y regresen al hogar.

Todas las personas en algún momento pasan por situaciones estresantes. Otras, por enfermedades que afectan su mente y requieren de la asistencia psiquiátrica o psicológica de manera ambulatoria.

Sin embargo, para los pacientes mentales los problemas no se solucionan en un consultorio particular a corto tiempo, sino que requieren de un servicio hospitalario, por los cuadros psicóticos agudos, la descompensación o los delirios propios de la enfermedad.

También necesitan del apoyo familiar para su recuperación y de programas que los reinserten a la sociedad como aquellos en los que está trabajando el Instituto de Neurociencias de la Junta de Beneficencia de Guayaquil.

Según el doctor Fabrizio Delgado Campodónico, director técnico de dicho instituto, a este sitio acuden personas con problemas mentales de todas partes del Ecuador: unos son asistidos en calidad de pacientes hospitalizados y otros son mantenidos como residentes, no precisamente porque requieren un tratamiento psiquiátrico intensivo, sino por situaciones sociales: los familiares no los quieren en sus hogares, no los visitan o los han abandonado, producto del estigma social.

¿Por qué algunas familias hacen esto? En parte, dice Delgado, porque les da miedo el enfermo mental, sienten temor de que se pongan mal y vayan a cometer alguna tontería o a lo mejor recuerdan cuando estaban en época de crisis. Incluso, la habitación o la cama que usaban está ocupada por otra persona.

También, agrega, porque algunos residentes, a veces, no se adaptan a las normas sociales o familiares. Hay quienes, por ejemplo, prefieren usar el tenedor en lugar de la cuchara. O no se ponen zapatos porque gustan de andar descalzos, entre otros.

Delgado explica que la familia es la responsable de sus pacientes y que el Instituto de Neurociencias lo que hace es suplir la falta de esta. “Actualmente, ningún enfermo mental se queda en este instituto por largo tiempo. Acá son tratados adecuadamente y se trabaja con los familiares mediante charlas de psicoeducación para que se hagan cargo de ellos”.

La familia, agrega, aprende cómo debe atender al enfermo, cómo manejarlo, qué hacer en caso de que no quiera tomar la medicina y, sobre todo, a tratarlo mejor, con amor y respeto. De esta manera van a tener una conducta recíproca de sus enfermos. Pero si lo tratan con desprecio y groserías, se van a sentir ofendidos y disgustados.

Incluso, dentro del Instituto de Neurociencias existe un albergue para los familiares que vienen del interior del país a visitar al paciente. El propósito es que no se regresen inmediatamente y se olviden de él, sino que se queden dos o cuatro días y reciban psicoeducación.

Foro

¿Es posible vivir con un enfermo mental en el hogar?Participe

También es importante, dice, que la comunidad no vea parodias absurdas acerca de pacientes mentales que pasan por la televisión porque denigran al enfermo. “Estas desdibujan los cambios que el Instituto de Neurociencias está construyendo, poco a poco. Lo grotesco borra e impide que la comunidad tenga una nueva percepción de las personas con enfermedades mentales que están en tratamiento y en recuperación”.

Taller de psicoeducación

Para la licenciada Mary Vélez, experta en terapia ocupacional, con los talleres de psicoeducación que brinda el Instituto de Neurociencias se observa un mayor compromiso de las familias en relación con el paciente. “Ahora se están eliminando muchos estigmas acerca de lo que es la enfermedad mental. Muchos familiares estaban acostumbrados a dejarlos abandonados y esto impedía que se mantuvieran sus lazos de amor e incluso de compañerismo a través del ámbito social con otros que no fueran sus compañeros”.

Si la familia está presente en sus vidas, se observa en los pacientes de la salud mental un mayor progreso, salen a sus hogares y están en un ambiente más normalizado. Los familiares empiezan a observar que los enfermos también tienen temores y poseen las mismas capacidades de mejorar o progresar en un trabajo, de acuerdo con el estímulo que el ambiente le ofrece. Al paciente de la salud mental hay que involucrarlo en las actividades familiares, como hijo, hermano o tío. Por ejemplo, compartir en la mesa, en la toma de los alimentos, en el arreglo del hogar y tal vez en la toma de alguna decisión. Esto hace que mejore su autoestima y le proporciona sentido en varios aspectos de su vida, desde el ámbito cognitivo, funcional, social y psicológico.

Vélez considera oportuno que la familia trate de entenderlos y sienta la responsabilidad que tiene con ellos, porque lo que el paciente hace es llamar la atención por falta de cariño y compañía.

Asimismo, la familia y el paciente deben darse la oportunidad de participar en actividades diferentes dentro y fuera del hogar para que la relación mejore. Incluso, no se deben tener tantas expectativas de cuándo se va a recuperar, sino más bien cómo se lo puede apoyar durante su proceso de recuperación.

Dato

El año pasado hubo 77.284
consultas médicas en el Instituto de Neurociencias
 

Hay ocasiones en que el paciente ha retrocedido en su recuperación por la falta de apoyo de la familia cuando esta observa un periodo de mejoría y asume que ya está bien para toda la vida. Entonces empieza a descuidarlo, no verifica si está tomando la medicina o qué está haciendo cuando está solo o no lo observa, si está produciéndose en él alguna descompensación.

Centro diurno de rehabilitación

El Instituto de Neurociencias también da talleres de rehabilitación a pacientes ambulatorios, es decir, a los que no están hospitalizados pero que necesitan de algún tipo de dispositivo que les permita manejarse o sostenerse dentro de la sociedad.

Ellos realizan actividades artísticas como teatro, música, pintura y danza, además laborterapia, costura y un taller de emprendimiento y madera.

El ingreso del paciente a los grupos, dice Mary Vélez, es según sus habilidades y destrezas, luego de que el equipo interdisciplinario le indica cuándo es adecuado que participe. Generalmente, es después de que se han modificado ciertas conductas inadecuadas que le permiten sostenerse dentro de un ambiente, ya no tan supervisado.

Otra de las actividades que se están desarrollando mucho dentro del Instituto es la participación en actividades preocupacionales como pacientes asignados a labores de limpieza, jardinería y servicio de Neurowash (lavado de autos). Esto le permite ir mejorando sus niveles de interacción, ya que mantienen conversaciones con personas que no son auxiliares de enfermería o que no están dentro de su sala.

Hogares protegidos

Dentro del sistema de residencias asistidas y hogares protegidos, el Instituto de Neurociencias tiene dos departamentos en donde habitan por su cuenta dos grupos de mujeres y dos grupos de varones. Ellas van a tener dos años de vivir solas en la comunidad con mínima supervisión, mientras que ellos tienen apenas unos pocos meses.

Lo más importante, dice Fabrizio Delgado, es haber podido devolverles a estas personas una vida, ya que estaban viviendo en esta institución por 15 o 20 años encerradas, y ahora están totalmente integradas a la sociedad.

“Lamentablemente, hay otros pacientes que no tienen la capacidad de vivir solos; solo hay un grupo de 70 residentes que podríamos insertar. Se espera que hasta el 2015 con unos diez hogares protegidos en la ciudad se cumpla el objetivo”.

Por último, agrega, se ha podido regresar al menos a 300 pacientes a sus hogares que están situados en varios recintos. El Instituto de Neurociencias está en contacto con los médicos del área adonde pertenecen para que haya un control. Incluso les envía los medicamentos gratuitamente y se les hace el seguimiento médico.

 

Teatro en el Instituto

Tres mares es la obra que el elenco Soñar Soñar del Instituto de Neurociencias de Guayaquil ha preparado bajo la conducción del actor Víctor Acevedo. Cuenta la historia de catorce personajes relatados por una mujer, como una remembranza cuando era pequeña. Tres mares es un paralelismo entre la historia de la danza y el fondo del mar, pues comenta lo que sucede en un mar de cuerpo, de alma y de abandono.

Se presentará el 1 de septiembre, a las 11:00, en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC), Malecón y Loja.

 

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