Los peligros de ser ‘figureti’

27 de Noviembre de 2016

La excesiva búsqueda de notoriedad indica inseguridad. ¿Cómo superar el intenso deseo de ‘estar en todo’?

En inglés, un camera hog es alguien que “adora ser el centro de las fotos y siempre quiere estar en ellas’, según el sitio web sobre jerga Urban Dictionary.

En español, el término usado es menos indulgente: ‘figureti’, palabra no incluida en el Diccionario de la lengua española que podría ser una variación de figurear: “Tratar de representar el papel de protagonista o el de una de las personas más importantes; exhibirse con orgullo en la calle o en los medios de comunicación”. No es lo mismo que figurar: “Destacar o ser considerado importante”.

El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española sí registra figureti, y afirma que en Latinoamérica se usa para señalar a una persona “con excesivo afán de sobresalir o figurar”.

Según la lingüista y política peruana Martha Hildebrandt, se empezó a usar en Argentina a partir del sketch cómico Figuretti, del Show de Videomatch. El personaje interpretado por el humorista Federico Villarreal se caracterizaba por buscar constantemente la cámara mientras saludaba como a amigos personales a políticos, deportistas y celebridades. Algunos reían; otros lo ignoraban: las reacciones que el figureti se arriesga a recibir.

Afán de reconocimiento

“Todo ser humano tiene la necesidad de ser reconocido y aceptado por lo que es y hace. Cuando esa necesidad se convierte en excesiva, recurrente e inmanejable, es un malestar a nivel personal y familiar”, detalla la psicóloga Silvia Cordero Encalada.

No hay que confundir la personalidad jovial, alegre y dinámica con la ansiedad por figurar, que tiene un fondo negativo y expone a la burla e incluso a insultos, chantaje y secuestro.

Tampoco significa que todo el que publica en redes o es muy sociable o tiene muchos amigos o trabajos relacionados con eventos tenga un problema, considera la terapeuta familiar y de parejas Mónica Albán García. “El problema radica en la falta de límites entre lo privado y lo público; algunos autores han renombrado al figureti como el narcisista contemporáneo, cuyo peor enemigo es el anonimato”.

En pareja, el figureti quiere atención exclusiva, comenta Albán. “Sin embargo, cada persona tiene sus propios intereses y responsabilidades y cuando estos requieren tiempo y atención, el figureti se siente traicionado, lo que puede hacer que la pareja termine alejándose”.

En lo laboral, le cuesta aceptar cuestionamientos o sugerencias, pues cree poseer más capacidades que el resto y que merece un trato preferencial; el llamado de atención constituye una humillación. En caso de ser el jefe, no escuchará, desestimará los sentimientos de sus empleados y tendrá poca empatía.

¿Piensa el figureti que su conducta le abre puertas? “Una cosa es dar a conocer quién eres y qué haces o qué servicios profesionales ofreces” aporta Cordero. “Otra cosa, es el exhibicionismo mediático, la necesidad inconsciente de notoriedad”.

Buscando seguridad

A decir de Albán, esto tiene su origen en la infancia, “son niños que necesitaban llamar la atención para ser vistos por los padres o que eran reconocidos si lograban destacar; así, aprendieron que solo eran valorados cuando obtenían éxito. Esto genera mucha inseguridad, de ahí la necesidad de hacerse notar”.

Con ella concuerda el doctor en neurociencias Billi Gordon. “No es un defecto. Es una respuesta del cerebro a un trauma temprano del desarrollo, causado por la negligencia. Los recién nacidos necesitan a sus madres para sobrevivir. Mientras más descuidados sean en esa etapa, más relacionarán atención con seguridad, y creerán que deben hacer lo que sea para obtenerla”.

De adultos, continúa Gordon, habrán aprendido que hacer drama consigue atención. Pero es más que eso. “Hacer drama provoca la secreción de endorfinas, los componentes que reducen el dolor e inducen el placer, las sustancias que ciertas drogas buscan imitar. La persona fácilmente puede hacerse adicta a esa conducta”.

No es ‘curable’, pero sí manejable. “Se empieza aceptándose como es y amando lo que se tiene, incluso si lo que se tiene son dificultades. Encuentre a alguien que sea honesto y lo quiera suficiente para decirle la verdad, así usted no desee escucharla”.

Para dejar de figurear

Cordero propone algunas estrategias para superar el deseo de ‘estar en todo’:

1. Identificar si existe o no una conducta de exhibirse en exceso.

2. Observar si se ha perdido la capacidad de filtrar la elección de exponerse socialmente.

3. Tomar conciencia de qué se quiere comunicar a través de participaciones o exposiciones sociales.

4. Analizar si todo lo que se comunica sin cuidado hace a la persona vulnerable a comentarios insanos.

5. Empezar a realizar una selección inteligente de los eventos sociales en los
que se participa. (D.V.) (F)

  Deja tu comentario