La angustia de regalar

20 de Diciembre de 2015

Dejar las compras para última hora, salirse del presupuesto y pensar en el posible rechazo hacen que regalar pueda perder su encanto original.

“Este es uno de los países más regalones”, comenta la psicóloga Linda Coronel de Arias, quien lo ve como algo positivo. “Empezamos con el Día de Reyes, para los que no alcanzaron a dar algo el 24. Luego están el Día de San Valentín, de la Mujer, de la Madre, del Padre, del Niño, de los Abuelos, cumpleaños, matrimonios...”. Casi cada mes hay ocasiones para dar algo, en una cultura de muy poco ahorro.

“Así que no es tiempo de ser extravagante”, aclara Coronel. “La situación puede ser difícil, especialmente para quien ha estado enfermo o se ha quedado sin trabajo; y esto último no es ningún secreto en economías como la nuestra en este momento”.

Si el desafío es dar algo significativo, Coronel propone alternativas. “En los meses de mayores ingresos, ahorre una parte si lo que desea es regalar. También hay quienes tienen la costumbre de adquirir a lo largo del año aquello que les hace pensar en las personas a las que desean obsequiar. Dedican toda su atención a uno o dos regalos a la vez. No se ven abrumados por una lista elaborada a última hora con la que hay que cumplir en un fin de semana, a riesgo de dejar a alguien afuera. Y no se sienten inseguros al tratar de recordar qué dieron el año pasado, para no repetir”.

Si a pesar de todo, la ansiedad y la limitación económica son más fuertes, la doctora Shawn M. Burn, columnista de Psychology Today, recomienda no dejar que el temor a decepcionar al otro o a arruinar tradiciones familiares vaya en perjuicio de las finanzas y el tiempo. “Aunque se sienta como el fin de una era, puede que sea el momento oportuno para cortar o reducir ciertas costumbres, e incorporar otras menos estresantes”, como hacer un intercambio general en vez de buscar un regalo para cada pariente.

Relaciones y regalos complejos

Burn explica que la angustia no solo se debe al deseo de encontrar el regalo apropiado a un precio razonable, sino que “todos reconocemos que los regalos están a menudo envueltos en significado y nos obsesionamos con eso”.

Especialmente en las relaciones complicadas o conflictivas, los regalos pueden ser ofertas de paz o símbolos de ira, indiferencia o disgusto (o interpretados así a pesar de sus mejores intenciones). “Tenemos que aceptar que a veces no hay manera de dar el regalo correcto. Si el que recibe tiene baja autoestima o depresión puede tener problemas para tomarlo como un gesto de amor. Cuando alguien se ha formado una imagen negativa de nosotros, el regalo será menospreciado por la simple razón de que vino de nuestras manos. Un regalo costoso será visto como un intento de comprarlos o de lucirse”.

Por miedo a pasar vergüenza o a ser juzgadas, las personas pasan, en opinión de Burn, demasiado tiempo tratando de causar la mejor impresión y de ganarse la aprobación del otro, en especial porque saben que unos miden el amor por la cantidad de regalos y que otros son expertos en comparar y señalar favoritismos.

“Más que obsesionarnos por escoger el regalo perfecto, debemos aceptar que tenemos limitado control sobre los sentimientos y las reacciones que nuestros obsequios provocan en los destinatarios. Necesitamos encontrar satisfacción en nuestras buenas intenciones, incluso cuando son malinterpretadas injustamente”.

¿Por qué regalar?

Hablando de buenas intenciones, Coronel afirma que además de aquellos regalos que se hacen por puro afecto, están los motivados por la gratitud. “Si alguien a usted le ha servido y de alguna forma ha hecho bien a su vida, no está de más recompensar esas bondades. Muchos regalos se hacen por agradecimiento, que no es lo mismo que tratar de quedar bien”.

Otros regalos se hacen aún a desconocidos, al tomar conciencia de las carencias en el entorno. “Es decirle a alguien: no estás solo, yo pienso en ti, yo te quiero. Hay mucha gente que está sola en este mundo, abandonada. Y es una buena costumbre que familias y grupos reúnan a niños para hacerles fiesta y darles obsequios. La generosidad debe ser todo el año. Si alguien viene a su puerta y pide algo, aunque no sea diciembre, ese es un buen momento para regalar”.

Voluntad, no obligación

Coronel aconseja liberar de imposiciones al acto de regalar. “No hay obligación de dar presentes. A nadie”. Lo que existe, dice, son situaciones sociales en las que usted elige seguir las reglas y llevar un obsequio. Si no quiere sujetarse a esas convenciones por estar en desacuerdo, porque no conoce lo suficiente a los asistentes o porque la economía no lo permite, está la opción de no ir.

En la época son comunes las reuniones y festejos en que los organizadores comunican a los invitados la cuota individual, y aquí Coronel hace una distinción. “Las cuotas y sobres cerrados sí son angustiantes y una presión innecesaria”. El mensaje para el invitado no es que se espera su presencia, sino que debe tener el efectivo para el día señalado.

Si el invitado debe cubrir su consumo durante la fiesta, la invitación pierde sinceridad. Así, la angustia proviene de tener que cumplir con estándares que, en este caso, consisten en una cifra, pero que pueden ser también una marca o algún objeto costoso, con lo que se crea una competencia con los otros obsequiantes.

Cuando, por el contrario, se recibe una invitación sin condiciones, en la que se entiende que el obsequio será lo que cada uno desee, se da lugar a la inversión de tiempo, dinero y creatividad. “Regalar es una satisfacción ambivalente. Uno es feliz al recibir, y otro lo es al descubrir que acertó”. (F)

 

reevaluar relaciones

Es bueno recordar, señala la psicóloga Shawn Burn, que incluso si sucede lo que usted temía y el regalo no gusta, la incidencia en su imagen será pasajera y más pequeña de lo que se imagina. Y si el otro no lo deja olvidar rápidamente, usted puede reevaluar esa relación superficial y materialista (y el peso e importancia que le ha dado a esa persona en su mente) y estrechar la comunicación con aquellos que sí saben de qué se trata estas fiestas.

 

  Deja tu comentario