El estrés de ser multitarea

08 de Mayo de 2016

El tema de la mamá multitarea es complejo, y envuelve estilos de pensamiento divergente y convergente, que afectan directamente un aspecto muy importante: la eficiencia.

Se tiende a pensar que las mujeres, por alguna razón, son mejores que los hombres en el multitasking, la capacidad de manejar y estar pendiente de varias cosas a la vez. Es una habilidad de la que muchas se enorgullecen.

Pero desde el punto de vista científico, esa aseveración es un mito, dice Marly Ayala, máster en Psicología. “Unos estudios favorecen a las mujeres y otros dicen lo contrario. Por ejemplo uno realizado en la Universidad de Estocolmo en el 2012 demostró que los hombres se manejan mejor en tareas relacionadas con la capacidad ejecutiva cerebral y la memoria espacial. Las diferencias fueron muy pequeñas, pero estuvieron presentes”. De acuerdo con otras investigaciones, las mujeres se desempeñan mejor en tareas comunicativas y en inteligencia verbal.

El tema del multitasking envuelve estilos de pensamiento divergente y convergente. En el primero, comenta Ayala, la persona es capaz de abarcar varias cosas a la vez, sin profundizar en ninguna, y en el segundo, alguien puede centrarse en una sola cosa, y alcanzar niveles de profundidad de concentración muy grandes.

Alguien con estilo divergente podrá cocinar mientras escucha las noticias, responder al hijo que pregunta si puede ir a jugar con sus amigos, responder la llamada de un cobrador o un vendedor que le pregunta si es un buen momento para hablar, mientras el marido pregunta por la cena.

Sacrificar la eficiencia

Ayala invita a analizar la situación. Si la persona está cocinando, es posible que se trate de un plato en el que tiene mucha práctica y pueda hacerlo sin necesidad de prestarle atención. Se enfocará en la información nueva que recibe del hijo, que requiere una respuesta. El marido y el vendedor también. Las noticias traen información nueva. El estilo divergente hace que la atención salte de un tema a otro, tratando de resolver todo, priorizando y escogiendo qué hacer primero.

“Si sabe manejar bien el estrés, dirá al hijo: “Por ahora no puedes salir, dame unos minutos”. Luego dirá al esposo una hora aproximada de cenar, y después contestará al vendedor que no es buen momento y que llame otro día, pero no tendrá ni idea de lo que decían las noticias en la TV”.

Una persona con pensamiento convergente, por el contrario, probablemente estará tan concentrada en lo que decía la televisión que no escuchase al hijo ni al marido ni la llamada del vendedor. Cosa que sucede con los hombres cuando ven algún deporte.

¿Acaso la atención múltiple no es parte natural de la vida de las personas productivas? “Es exceso de excitación cerebral”, dice Ayala, “o polución ambiental, tal como se habla en publicidad cuando los avisos llaman tanto la atención que distraen de lo que debemos hacer. Entramos en una sobreexcitación sensorial y atencional: el olor de la comida estimula el olfato, la TV apela a la vista, el teléfono y las voces de los hijos y esposo buscan la función auditiva y si probamos lo que estamos cocinando haremos funcionar el sentido del gusto”. ¡Demasiado! No se puede dar la atención que varias tareas requieren, de manera simultánea, sin fallar. La respuesta del cerebro es el estrés”.

Exigencia y manipulación

Ayala sugiere estar muy alertas con usar ‘herramientas’ como la culpa, el miedo y el sentimiento de obligación como si fueran emociones positivas. Hablando de las mujeres, dice: “Somos expertas autoexigiéndonos resultados y luego entrando en estados de ansiedad. La manipulación consiste en sentirse culpables por cosas que no nos corresponden y tomar posturas dramáticas”.

Lo ideal, expresa, es conocerse, establecer roles dentro de la familia, implementar ambientes armoniosos en los que no haya exposición a la estimulación sensorial y a la atención permanente, y racionalizar esos pensamientos absolutistas y manipuladores: “Yo tengo que”, “Él/ella debería”.

Esta tendencia nace de asociaciones mentales muy fuertes. “¿Cómo se le llama al trabajo sin remuneración? Esclavismo. El trabajo doméstico no recibe remuneración monetaria y por ende lo calificamos como sacrificial, barato, poca cosa, cuando en realidad debería ser muy bien pagado”.

Suena noble, dice Ayala, vivir para servir a los demás, pero hacerlo sin vocación, solo para volverse indispensable, es un error. Se asume responsabilidades de los hijos y no se les asigna tareas para que cuando se vayan de casa, extrañen a la madre, en un intento de mantenerse vigente.

Desarrolle un estilo flexible

¿Entonces cuál es el máximo de tareas simultáneas que se puede realizar sin colapsar en una o varias? Para saberlo, descubra primero cómo funciona su pensamiento y propóngase ser más flexible y oportuna. “Lo ideal es pasar del estilo convergente a divergente y viceversa. Si estudia, más vale que use pensamiento convergente para concentrarse, procesar y mantener la información”. Si está en una fiesta, el pensamiento divergente es el adecuado, así sabrá quiénes estuvieron, cómo estuvo la decoración, la comida, la bebida.

El termómetro para saber cuándo detenerse es examinar cuán estresado o ansioso está usted. Pero la ansiedad tiene múltiples causas, el estilo de pensamiento es solo uno de los componentes. Ayala explica que aún más importante es el tipo de personalidad, que nunca es puro sino combinado. Cada individuo enfrenta el estrés de forma diferente. Algunos son eficientes, otros no, y eso es a lo que usted debe apuntar, a la eficiencia.

La terapia es parte de la canasta básica, dice Ayala, citando al actor mexicano Odín Dupeyrón. Conózcase, medite, haga yoga, aprenda técnicas para respirar y controlar sus emociones. “Salga con las amigas a tomar café, es muy constructivo si no impone más presión social y si el contenido de las charlas es positivo. No se victimice, no se autocompadezca. Crezca espiritualmente y ríase de lo que no puede resolver”.

Cierto espacio individual para disipar el estrés es necesario, y esto incluye el cambio de ambiente y de personas. La búsqueda de pasatiempos entre esposos, lejos de casa, ayudan mucho.

Entramos en una sobreexcitación sensorial y atencional. “No se puede dar la atención que varias tareas requieren, de manera simultánea, sin fallar. La respuesta del cerebro es el estrés”.
Marly Ayala

Una herencia no deseada

Se reconoce el estrés en síntomas como agotamiento, ritmo cardiaco alterado, tensión muscular, falta de sueño, pesadillas, indigestión, intolerancia, agresividad y tristeza, así como una mayor predisposición a enfermar.

La psicóloga clínica Linda Coronel de Arias refuerza la importancia de saber delegar funciones, diferenciar lo urgente de lo importante. Para la mejor organización, recomienda estrategias sencillas como gestionar la ubicación más cercana posible para los centros de educación de los niños, asistencia médica y mercados de abastos. Maneje los horarios de acuerdo con la edad de los niños. “Esto traerá como resultado una mejor disponibilidad y calidad de tiempo para todos los miembros del hogar”.

Además, hay que tomar en cuenta que los pequeños absorben todas las consecuencias del estrés de la madre y lo convierten en modelo a seguir. “De ahí lo negativo de que presencien discusiones, peleas, llantos, agresiones y toda clase de ataques entre los padres. Evite el castigo físico. No utilice a los niños como armas entre los padres ni como recaderos de los conflictos de la pareja. No los culpe de las dificultades en el hogar, ellos están aprendiendo a vivir”.

Identifique el estrés en el niño: tristeza, apatía, dificultad para dormir, alteraciones en la alimentación, llanto, problemas estudiantiles, cansancio, fatiga, irritabilidad. “No permita que su niño esté estresado”, advierte Coronel, “busque una solución pronto. Casi siempre se deriva de los problemas y dificultades de los mayores, y las secuelas se sienten hasta la adultez”. (D. V.) (F)

Una cosa a la vez

Un estudio en 2014 de la revista Psicología experimental encontró que las interrupciones de dos o tres segundos, el tiempo que toma mirar la pantalla del teléfono, fueron suficientes para duplicar los errores que participantes cometieron durante una tarea asignada.

Investigación anterior de la Universidad de Stanford reveló que quienes se identifican como expertos multitareas se distraen con mucha más facilidad que aquellos que se comprometen con una actividad a la vez. Al asumir más, realizan menos.

Se trata de, como dirían los maestros, poner atención. La psicóloga Kelly McGonigal lo considera una forma de estar conscientes del propio ser y de hacer de lo que se tiene en frente algo placentero y con sentido: trabajar, ensayar una receta, hablar con los hijos, leer, cenar con amigos.

 

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