Celos entre hermanos

05 de Mayo de 2013
Sheyla Mosquera de Calderón

Prestar más atención a un hijo que a otro puede causar rivalidad entre los hermanos. Los padres no son los únicos responsables.

Cuando un bebé nace es natural que su hermano pequeño sienta celos de él. En el momento menos esperado lo pellizca, le lanza algún objeto e incluso podría taparle la boca con algún tipo de vestimenta o almohada.

Tal comportamiento se produce porque siente que sus padres ya no lo quieren. ¿La razón? No le prestan la atención como lo hacían antes, por causa del nuevo miembro del hogar.

Según la psicóloga clínica Balbina Salazar de Thoret, el problema en sí es provocado principalmente por los progenitores, porque no le explican al hijo que tendrá un hermanito con el que podrá jugar y compartir su tiempo. Entonces, cuando no lo hacen e incluso lo excluyen de los preparativos para la llegada del nuevo bebé, o no le prestan la debida atención, fomentarán los celos.

“Todos los hermanos, sin excepción, desde pequeños deben sentir que son muy importantes para sus padres. Si no es así y los progenitores demuestran preferencia por alguno en especial, crearán celos entre ellos, que si no son controlados a tiempo irán aumentando, a tal punto de crear resentimiento, envidia y agresividad”.

Incluso, agrega, muchos padres sin darse cuenta cometen el error de hacer diferencias entre los hermanos como el caso de Laura y Ricardo. Mientras estos padres estaban económicamente bien tenían a sus cuatro hijos en una escuela pagada. De pronto entraron en crisis, por la pérdida del empleo, lo que provocó que en el hogar haya muchas restricciones.

“Decidimos dejar a nuestro hijo mayor en la escuela pagada y a los tres en una fiscal. Pero esto fue suficiente para que sus hermanos se pelearan con él hasta llegar a darse golpes por causa de los celos terribles que se generaron. Ellos protestaban porque exigían que todos tenían el derecho de estar en el mismo lugar”, dice Laura.

Fue un grave error, según Ricardo, haberle dado prioridad al hijo mayor, ya que se dejaron llevar por la empatía que existía con él por ser el más cariñoso. “Tuvimos que esperar que concluya el año escolar para matricularlo en la misma escuela de sus hermanos, así se terminaron las peleas entre ellos”.

Otro caso es de dos hermanos adolescentes. El menor siempre se destacaba en el colegio sin necesidad de estudiar mucho, ya que atendía las clases y tenía una excelente memoria. Luisa, su madre, se sentía muy orgullosa de él y siempre lo alababa delante de todos, incluso de su hermano. “Un día mi hijo me dijo que yo lo rechazaba a él y que solo le prestaba atención a su hermano. Me llegó a decir que había momentos en que lo odiaba, porque todo era para él. Pero yo le expliqué que también lo amaba y que él debía aprovechar el potencial que también tenía, pero que no se atrevía a explotarlo. Eso era algo que no le permitía avanzar”, asegura.

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Incluso, dice Luisa, en el colegio los maestros también mimaban a su hijo menor. “Siempre lo escogían para que representara al curso o diera discursos. Esto hizo que él se sintiera lo máximo y comenzó a sentirse poderoso. Los compañeros empezaron a tenerle celos, fastidio, le escondían la mochila, le tiraban tizas o le dañaban los libros. Hasta que se habló con él para que dejara de presumir y con la directora para que les hablara a los alumnos. Esto permitió que todo volviera a la calma”.

Personalidad del celoso

Salazar de Thoret asegura que un niño o adolescente puede ser muy dulce o dócil en su forma de ser, pero cuando siente celos por su hermano u otra persona, desborda la agresión que está naturalmente dentro del ser humano.

Este sentimiento negativo definitivamente va afectando. Si el niño es celoso, puede orinarse en la cama, hacer las deposiciones fuera del servicio higiénico. Todo para que los padres dirijan la atención hacia él y no a su nuevo hermano.

Generalmente, los padres dicen delante del niño celoso: ¡Tu hermanito está precioso! o ¡qué lindo que está! O le compran solo a él la ropa más bonita. Estonces tales palabras o actitudes se van interiorizando en el hijo hasta hacer catarsis de eso, es decir, no logra sacarlas y tampoco las comunica. “Muchas veces la conserva toda su vida y por eso provienen las enfermedades a futuro como cáncer o la tristeza”.

Si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta”, Miguel de Cervantes (1547-1616), escritor español.

También los abuelos, agrega, son responsables para que alguno de los nietos sienta celos hacia su hermano o hermana. Sucede especialmente cuando tienen uno preferido o consentido, y siente que los padres no le están dando la debida atención. El problema se agrava cuando constantemente le hacen notar las diferencias que tiene con sus hermanos, sin concienciar que al hacerlo están fomentando los celos, el desamor e incluso la agresión.

Celos enfermizos

El doctor Eduardo Jácome Ávalos, neuropsicoanalista y psicólogo clínico social, asegura que los celos entre hermanos se pueden volver enfermizos. Además, crean sentimiento de odio, envidia y resentimiento hacia la persona celada.

“El hijo adolescente, en especial, posee un alto nivel de inseguridad. Se hace rebelde y hace uso de una libertad exagerada. Tampoco aplica el respeto o los límites”.

Salazar de Thoret asegura que el celoso sufre interiormente, porque siente que no es querido por sus padres o por nadie. Por eso es importante que los progenitores dialoguen con sus vástagos y compartan más tiempo con ellos”.

Para Jácome, los celos están dados o motivados por razones que necesitan ser observadas por el terapeuta, ya que es una enfermedad policausal, es decir, tiene muchas causas. Hay que tomar en cuenta que existen distintos tipos de familia como la normal, la dividida, la agresiva, entre otras, donde se generan los celos.

Hermanos afectados

Tampoco hay que descuidar, dice Salazar de Thoret, a los niños víctimas de un hermano celoso. Generalmente se sienten desamparados y desprotegidos por sus padres, porque no le ponen límites al hijo que los maltrata, ya sea con insultos o golpes. En este caso, agrega, la mejor terapia que existe para el afectado es que no lleven una vida sedentaria, sino que realicen actividades como pintura, teatro o deportes.

En el celoso también se puede aplicar terapia con visualización. Consiste en colocarlo en relax, en un diván, para que entre a un estado alfa de tranquilidad. “De esta manera se lo puede inducir a que realmente haya transformaciones en él y son muy efectivas. Se la aplica para que pueda reconocer esos celos y manejarlos. También baja el nivel de agresión”.

Asimismo, agrega, los padres tienen que hacer terapia y reconocer que son los causantes de lo que está pasando. Muchos no acuden, porque siempre piensan que los hijos son el problema. Incluso necesitan asistir a alguna escuela para padres.

Por último, agrega, es apropiado que se establezca entre padres e hijos un buen nivel de comunicación, para que le expliquen que son amados y que si tuvieron, sin darse cuenta, preferencia por alguno de sus hermanos, sean disculpados.

 

Evite los celos

La psicóloga clínica Cecilia Chávez Bowen de Larrea da algunas recomendaciones para evitar que se produzcan celos entre hermanos:

• Evite comparar o poner de ejemplo a un hermano, eso genera rivalidad, cuando entre hermanos deben primar la unión y la solidaridad.

• Trate de, en lo posible, no hacer notar si hay un privilegio por tal situación (Ej. Comprar ropa deportiva de marca porque es seleccionado y el otro que no lo es recibe ropa diferente).

• No fomente actividades solo de niña o solo de niño, con preferencia a un sexo, trate de integrarlos y que todos disfruten por igual. (Ej: Hermanos aburridos esperando a que su hermana salga de ballet o ellas esperando por él en la academia de fútbol).

• Al elegir escuela, si no pueden ir todos a la misma, trate de que sean equivalentes en cuanto a comodidades.

• No recargue de trabajo de la casa a la niña, mientras sus hermanos ven televisión o juegan fútbol. Ni al varón, lavar carro, botar basura, ir a tienda, mientras la hermana es tratada como una princesa.

• Si va a nacer un hermanito, intégrelos al proceso, que lo esperen con cariño y no con miedo a dejar de ser amados. El bebé puede traerles un regalito al nacer.

• No permita que familiares o niñera le hagan creer que el bebé los va a dejar sin atenciones de sus padres. Y, de darse alguna broma al respecto, aclaren enseguida. Al contrario de lo que algunos piensan, es muy importante porque deja huellas en nuestros hijos.

• Si uno de sus hijos recibe más invitaciones, ayude a los demás a socializar. No los obligue a ir con el hermano popular, porque es incómodo y ninguno se siente bien. Ayúdelos a tener sus propios amigos.

• No intervenga en las peleas de hermanos, que ellos arreglen sus diferencias. Converse siempre con sus hijos, discuta y llegue a acuerdos, así aprenden que es mejor comunicarse que pelear.

• No deje, tampoco, de premiar a uno si sobresale, “para que los demás no se resientan”. Haga ver que merece un premio a su esfuerzo y que espera que cada uno se esmere en sus actividades. Reitere que está orgulloso/a de cada uno de sus hijos y sobre todo que los ama por igual.

• Repita a diario esa lección de amor. Salude con beso y (si es creyente, dele la bendición) y un te amo a cada hijo. No tema acariciarlos, ni a la niña si es el padre, ni al niño porque “se puede hacer afeminado”. Ambos son hijos que necesitan demostraciones sanas de cariño, para sentirse amados y seguros de sí mismos.

 

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