Lazos entre hombres: Amistades adolescentes

20 de Noviembre de 2011
Jan Hoffman THE NEW YORK TIMES

Niobe Way experta en psicología adolescente del desarrollo especializada en amistades masculinas, reflexionó sobre la experiencia de su hermano hace tantos años.

Amistades adolescentesOcasionalmente es cierto que la chispa que enciende el gran trabajo que consume todo llega a edad temprana en la vida; incluso por casualidad. Niobe Way era adolescente cuando su hermano menor, Lucan, tuvo una terrible pelea con su mejor amigo. John vivía justo enfrente; los dos muchachos eran inseparables. Un día su madre encontró a los niños rompiendo una atesorada muñeca de trapo de su niñez. Los reprendió y mucho más que eso, John se escabulló.

Siete u ocho veces después, Lucan tocaría a la puerta de John. Pero siempre le decían que John no estaba en casa o no quería verlo. La ruptura de los chicos sacudió profundamente a Lucan. Incluso como un adulto felizmente casado, no le gusta hablar sobre, según relata Way, “el niño que le rompió el corazón”.

Niobe  WayRecientemente, Way, de 47 años de edad y profesora de la Universidad de Nueva York, donde es experta en psicología adolescente del desarrollo enfocándose en amistades masculinas, reflexionó sobre la experiencia de su hermano hace tantos años: “Fue cuando vi primero la importancia de las amistades para los chicos, en el amor de mi hermano y su sensación de pérdida”.

La ciudad de Nueva York ha sido, en parte, su laboratorio. Su nuevo libro, Deep Secrets: Boys Friendships and the Crisis of Connection (Secretos profundos: Amistades de niños y la crisis de conexión; Harvard University Press), ya está siendo usado en clases en Little Red School House and Elisabeth Irwin High School, una escuela privada en Manhattan, y es lectura requerida para el personal docente en la Haverford School, una escuela para varones cerca de Filadelfia.

Way es también madre en Greenwich Village de un hijo de 11 años y una hija de 8, y dice que siempre ve las amistades de su hijo con orgullo y atención: “Me encanta ver cómo los niños se relacionan entre sí dentro y fuera del campo de fútbol. Pero también estoy consciente de que esto desaparecerá. Él está consciente de la expectativa de que, eventualmente, un niño tiene que elegir entre un amigo varón y una novia”.

Vulnerabilidad

Su libro, compilado con base a 20 años de entrevistas en Estados Unidos y Nanjing, China, discute la manera en que, para los niños, la percepción de traición por parte de un amigo es absoluta porque sienten que “su intensa vulnerabilidad” ha sido expuesta. “Y no tienen manera de hablar de ello, de trabajarlo. Para los niños, eso es aterrador”.

También potencialmente peligroso: Alrededor de los 15 o 16 años de edad, señaló, la tasa de suicidio para los varones estadounidenses es cuatro veces mayor que en las chicas.

Su vida

Way, una alta conversadora apasionada que luce como una Ann-Margret hippie, creció en París; Oberlin, Ohio; Palo Alto, California, y se graduó de Berkeley y Harvard. Habla de sus conclusiones como una protesta a favor de los niños. Irónicamente, Way, cuyo padre es un erudito clásico, lleva el nombre de una antigua Reina de Tebas cuyo orgullo por sus 14 hijos llevó a los dioses a sacrificarlos. En el duelo profundo de Niobe, se convirtió en piedra, símbolo de una madre por siempre afligida por la pena.

Sin embargo, Way no pretende que su trabajo sea motivo de aflicción, sino un llamado a la acción. Pese a los estereotipos de los adolescentes como criaturas gruñonas emocionalmente aisladas que se vinculan a través de las conversaciones deportivas y el hecho de correr riesgos, dijo, su necesidad de una amistad íntima es tan potente como lo es para las chicas. Los muchachos en la adolescencia temprana hablaron francamente sobre esas amistades a Way y sus investigadores, reconociendo la importancia de tener un mejor amigo que fuera depositario y guardián de sus sentimientos más privados.

Pero a medida que los muchachos se hacían mayores, la intensidad de esas relaciones se desvanecía. Los muchachos temían ser vistos como “demasiado femeninos” o incluso gays por expresar apego por otro, incluso simplemente por sentirlo.

Ella se inclinó hacia el frente con evidente urgencia: “Esta no es alguna interpretación académica que yo estoy haciendo. Los muchachos están conscientes del poder de sus relaciones. Están diciendo abiertamente: ‘Lo quiero, lo necesito, lo extraño, ¡no soy homosexual!’ Y luego crecen y se deprimen”.
Añadió: “Los padres refuerzan esos estereotipos. Me dirán: «Mi hijo es supersensible, ¡pero practica deportes!»”.

Necesidad de afecto

Celine Kagan da clases en la Little Red School House and Elisabeth Irwin. Un día, un adolescente se quejó de un malestar. Kagan le preguntó sobre sus amistades. “Él dijo: «Me estoy sintiendo más distante de ellos. Quiero hablar con ellos de cosas que temo les aburran»”, recordó Kagan. Ella le dio el primer capítulo del libro de Way.

“¡Dos días después no podía dejar de hablar sobre el libro!”, continuó. '”Habló de lo agradecido que estaba, cómo comprendía mucho más claramente lo que le estaba pasando e incluso a su papá’”.

En realidad, la cancelación de esas relaciones es parte de lo que vuelve a los muchachos hombres taciturnos y emocionalmente desconectados, dijo Way. Ella misma tiene cuatro mejores amigos, tres mujeres y un hombre.

Recientemente, se separó de quien fue su esposo por 18 años. “Él estaba teniendo problemas para encontrar tipos con los cuales sentirse cercano”, dijo, '”y pensé, ‘ni modo’. Yo tampoco tomaba a las amistades en serio. En terapia de parejas, la solución es la ‘noche de cita’. Pero para ayudar a su matrimonio, ¡salga con su mejor amigo! ¡Pasen tiempo de calidad alejados uno del otro! ¿Cómo se puede obtener todo lo que uno necesita de una sola persona?”

También resta importancia a las películas y programas de televisión que promueven las ‘amistades entre varones’: “Es solo el código para salir a beber y vomitar juntos’’, dijo.

Con la necesidad de estirar sus largas piernas, caminó hacia Washington Square Park, donde a menudo observa interactuar a chicos y chicas. Este año, el 11 de septiembre se sentó en una banca ahí. Contó a siete hombres dispersos, solos, cada uno cercano a los 40 años, bien vestidos.

“Eran las 08:30 de la mañana’’, dijo. La hora de la conmemoración del ataque del primer avión se acercaba. “Estaba todo tan callado. Nadie estaba al teléfono. Estaban cada uno sentados ahí, solos con su pena, sin un amigo. Pude sentir una profunda necesidad de conexión real’’.

¿Los chicos continuarán siendo obligados a ignorar esa necesidad?, se pregunta. “Finalmente, un tipo se acercó a mí, un completo extraño”, dijo. “Solo quería hablar sobre ese día. Y luego se fue”.

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