Las siestas y el aprendizaje

25 de Enero de 2015

La clave para el aprendizaje en los primeros años de vida es una larga siesta, dicen los científicos.

Los ensayos con 216 bebés de hasta 12 meses de edad indicaron que eran incapaces de recordar informaciones nuevas si no duermen largo rato después de recibirlas.

El equipo de la Universidad de Sheffield, Inglaterra, sugirió que el mejor momento para aprender puede ser justo antes de dormir, y destacó la importancia de la lectura a la hora de acostarse.

Los expertos dijeron que el sueño puede ser mucho más importante en los primeros años que en otras edades.

Los bebés pasan más tiempo durmiendo que en cualquier otro momento de la vida adulta.

Sin embargo, los investigadores dijeron que “sorprendentemente, poco se sabe” sobre el papel del sueño en el primer año de vida.

Aprende, duerme, repite

Los científicos enseñaron a los bebés de seis a 12 meses de edad tres nuevas tareas que implicaban jugar con títeres.

La mitad de los bebés durmió en las cuatro horas después del aprendizaje, mientras que el resto o bien no tenía sueño o dormía la siesta por menos de 30 minutos. Al día siguiente, se alentaba a los bebés a repetir lo que les habían enseñado.

Los resultados, publicados en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, mostraron que “dormir como un bebé” era vital para el aprendizaje.

Como promedio los bebés podían repetir una tarea y media después de tener una siesta sustancial.

Sin embargo, los bebés que durmieron poco no fueron capaces de repetir ninguna tarea. Jane Herbert, del departamento de psicología de la Universidad de Sheffield, dijo a la BBC: “Los que duermen después de aprender, aprenden bien, los que no duermen no aprenden nada”.

Dijo que hasta ahora se había asumido que “estar bien despierto es lo mejor” para el aprendizaje, pero en cambio, “pueden ser los eventos justo antes de dormir los que son más importantes”.

Los resultados mostraron “lo valioso” que podría ser leer con los niños antes de ponerlos a dormir.

Herbert añadió: “Los padres reciben un montón de consejos, de los que algunos sugieren siestas fijas, mientras que otros se decantan por flexibles. Estos hallazgos muestran que cierta flexibilidad sería útil, pero no dicen lo que los padres deben hacer”.

Dulces sueños

Un estudio del año pasado descubrió los mecanismos de la memoria durante el sueño.

Mostró cómo se forman nuevas conexiones entre las células cerebrales durante el sueño.

Derk-Jan Dijk, científico del sueño de la Universidad de Surrey, Inglaterra, dijo: “Puede ser que el sueño es mucho más importante en algunas edades que en otras, pero eso aún no se ha establecido firmemente”.

Los bebés “definitivamente deben dormir lo suficiente” para fomentar el aprendizaje, pero concentrarse en el aprendizaje justo antes de acostarse puede no ser lo mejor, según el experto.

“Lo que muestran los datos es que dormir después del aprendizaje es positivo, no demuestra que tener sueño durante el entrenamiento es positivo”.

También existe un creciente interés entre el sueño y la memoria en el otro extremo de la vida.

Los dos van de la mano en sus años de ocaso, en particular con trastornos neurodegenerativos subyacentes tales como la demencia.

Se espera que el aumento de sueño podría “frenar el proceso degenerativo” de la función de memoria.

Los hábitos de sueño

Según el español Eduard Estivill, pediatra y especialista en Neurofisiología Clínica, en una entrevista concedida a guiainfantil.com, los niños suelen dormir en su propia habitación. Pero en otras culturas y básicamente por la economía, por ejemplo, en África, todos duermen en la misma habitación con los padres, y con los abuelos, las gallinas y los otros animales que tienen, porque son pobres.

“En África, cuando una familia progresa ligeramente económicamente, lo primero que hace es poner una habitación para los animales, otra para los niños y otra para los papás”.

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¿Pero es beneficioso para la familia que el bebé duerma con sus papás? En nuestra cultura, dice Estivill, se recomienda que la mamá esté cerca del niño, sobre todo, en los primeros meses, para poder darle el pecho mientras duerme. El niño, en realidad, adquiere el afecto, este contacto que le damos, cuando está despierto. El puede estar junto a la cama de los papás por comodidad de la mamá y después, según los padres lo vean necesario, pueden ponerle en su habitación.

Si no hay más espacio, entonces se puede recomendar perfectamente que un rincón de la habitación se habilite como espacio o rincón del niño. Allí colocarán sus dibujos o sus peluches, y al lado puede estar la cama de los papás, pero el niño diferencia muy bien cuál es el sitio donde él duerme y cuál es el sitio de los papás.

También, explica, que el niño puede estar en su cuna en su habitación a partir de los 2, 3 o 4 meses. A partir de los 6 meses, que es cuando la mamá se reincorpora al trabajo y el bebé empieza con la alimentación complementaria, entonces es una buena época para cambiarlo a su habitación, si así lo deciden los papás. El cambio de la cuna a la cama obedece más a cuestiones de tamaño y crecimiento del niño.

Hoy en día, dice Estivill, sabemos que el sueño es una necesidad del cuerpo, pero a dormir bien se aprende. En el sueño pasa exactamente lo mismo, podemos enseñar a un niño a dormir correctamente desde el primer día que nace, siguiendo lo que hace cuando está en la barriga de la mamá”.

El sueño también podría ser importante en nuestra última etapa de la vida”.
Derk-Jan Dijk
Científico del sueño de la Universidad de Surrey, Inglaterra

Fuentes: BBMundo y guiainfantil.com

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