Vive con los suegros

26 de Junio de 2016

Soy una persona muy temperamental, a pesar que tengo 22 años y no tengo hijos por ahora, ya que perdí un embarazo. Me enojo por cualquier cosa y con mucha facilidad y eso me ha traído problemas en mi relación con mi esposo. Vivo en casa de mis suegros desde hace tres años y he pasado varias discusiones con mi suegra y mi esposo, según los dos yo soy la del error. Siento que mi suegra forma estas situaciones incómodas y me hace reaccionar de esta manera. Así también pasa con mi concuñada, y ella no es como yo, se enoja pero lo retiene y no dice nada, y al rato están haciendo las paces con mi suegra. Mi esposo dice que no puedo comportarme de esa manera, ya que mis suegros nos están

apoyando. Nos falta lo necesario para independizarnos y dice mi esposo que con mi carácter, con otra persona me irá muy mal y hasta puedo quedarme sola.

Tuve una infancia con muchos maltratos, padres separados, y anteriormente tuve una decepción amorosa, que me ha dejado secuelas hasta el punto del suicidio, por lo que estuve internada en el hospital psiquiátrico. No sé si veo problemas donde no los hay, producto de mi vida pasada. Dice mi esposo que me quiere ayudar, pero que yo no lo dejo. Yo lo amo sinceramente, pero no sé adónde llevará esta situación.

Stefany,
Guayaquil

Estimada Stefany: vamos al encuentro de un amor equilibrado, desde el respeto y la gratitud por nuestra madre. El amor requiere de ese orden. La rabia proviene del dolor y en ocasiones, del miedo de cuando éramos niños. El maltrato y una separación en la que los hijos debieron ponerse a favor de un padre y en contra del otro, abona los sentimientos de impotencia y la depresión, que se manifiesta cuando sufrimos una pérdida amorosa, y creemos que se debe a esta el deseo de morir. Pero no es así. La raíz de todo está en la forma en que miramos y tomamos a mamá y a papá.

Su ventaja es que usted no quiere conformarse, que aún levanta la voz. Pero la respuesta no está en su pareja, en su suegra o en los otros. Solo está en usted: con abrir su corazón a la gratitud por la vida que viene de papá y mamá, –hayan hecho lo que hayan hecho, bien o mal–, y honrarlos y respetarlos, haciendo con su vida lo mejor que usted puedas, encontrará paz y la felicidad que anhela su corazón.

Debe saber que la madre es la raíz de toda felicidad, salud y prosperidad en la vida. Tomar a mamá sin quejas, sin juicios contra ella, sin exigencias, es tomarlo todo y que todo en la vida salga bien.

Vivir con los padres de la pareja no es una situación feliz. Sobre todo, cuando alguien más allá de la pareja interviene –muchas veces con buenas intenciones–, y pone la balanza a favor de uno de los dos. El amor se expresa en la autonomía, en la vida juntos y responsables de sus compromisos.

Puede ser temporal una situación así, pero si toma más tiempo del adecuado, se carga la culpa sobre el más ‘conflictivo’, haciendo más difícil su vida, en nombre del amor.

Al contrario de este sacrificio, el amor ha de ser fácil y feliz, y se manifiesta en compartir anhelos, proyectos y gustos similares. No nos forzamos a amar. No amamos desde la culpa. Eso no es amor. La ayuda que brindamos a quien amamos, comienza en el respeto por sus sentimientos, no en la pena ni en la manipulación. La pena debilita al otro. Recuerde: la felicidad de su amor comienza en su mamá. “Querida mamá: lo he tomado todo de ti, con lo bueno y lo malo, todo ha salido bien. ¡Gracias!”. (F)

Óscar Nieto Barquet,
Psicólogo clínico, facilitador de Constelaciones Familiares, practicante de la Sanación Reconectiva y de la Reconexión.
Telf.: 099-849-6326.

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