Última oportunidad

12 de Agosto de 2018

Siempre leo El Especialista, y hoy quisiera ayuda para recuperar a mi esposa. En vez de tratarla con guantes de seda, la traté con rocas. Jamás la escuché, nunca cumplí una promesa, siempre fui cortante con mis respuestas. Me encerré en mi mundo y me arrepiento con el alma y corazón. Ella se aburrió de mis desplantes y me dio dos opciones: una, me puedo quedar en casa, pero sin asfixiarla, que de pronto el tiempo arreglará las cosas. La otra es que me vaya de la casa, y no quiero, tenemos dos hijos, no quiero alejarme de ellos ni de ella. Jamás le fui infiel, pero por mi forma de ser fracasé. Le he pedido una última oportunidad, pero está decidida en sus condiciones. Mi problema es que soy demasiado impaciente y eso del tiempo lo veo como una barrera. ¿Qué hago para soportar o lidiar con eso? He pensado en una terapia de pareja, pero quiero darle unos días para ver si acepta.

Andrés,
Guayaquil

Estimado Andrés, lo felicito por tomar la decisión de pedir ayuda y a su esposa por poner límites a una situación tan penosa como la que describe. Reconocer los errores es un camino muy saludable que se fortalece cuando se ejecutan cambios de actitudes y por ende una renovación personal y luego de pareja.

Es importantísimo que usted primero reflexione cuáles fueron las razones que lo llevaron a “encerrarse en su mundo”, a incumplir promesas y a ser tan cortante con su esposa. Como en todo matrimonio, debe haber existido una o varias situaciones que desencadenaron en esas acciones, esto es urgente que se evalúe con toda objetividad y sinceridad.

Quiero que sepa que al ser ustedes un sistema de pareja, ambos tienen responsabilidad en lo que ha sucedido, es necesario que su esposa también evalúe su participación. ¿Qué hacía ella cuando usted incumplía las promesas? ¿Cómo lo enfrentaba? ¿Cómo lo resolvían? ¿Llegaban a acuerdos o no? Cabe recalcar que en la vida de pareja es muy valiosa la forma en que se enfrentan los conflictos.

En su carta me indica que “ella se aburrió de sus desplantes”. Es muy posible que ella esté agotada, desmotivada y confundida, razón por la cual le propone las dos opciones, una que se quede en casa “sin asfixiarse” y la otra la separación. Observo que ella está decidida, pero al mismo tiempo busca una salida, ya que en la primera opción se nota su intento de solución cuando indica que “con el tiempo la situación puede cambiar”.

Con relación a su impaciencia, le recomiendo que vea la realidad, hay un conflicto serio en la pareja y debe haber estado presente por mucho tiempo, lo más prudente es aceptarlo y evitar presionarla. Les comparto las siguientes sugerencias:

1. Eviten dejar este tema tan importante “al tiempo”, ya que inevitablemente esa acción se reflejará en la familia y el problema se derivará a todos, es decir, dejará de impactar solo a ustedes y se trasladará a los hijos, ya que al vivir en un sistema es imposible no transmitirlo.

2. Antes de tomar decisiones que determinen el curso de la familia, les recomiendo buscar ayuda profesional, ya que en la vida de pareja no solo aportamos con lo que está en nuestro presente, también llevamos la dinámica familiar de nuestras familias de origen, creencias, resistencias, hábitos, temperamento, entre otras características que nos pueden llevar a actuar de una singular manera.

Procuren pensar en el bienestar de todo el sistema familiar y eviten soluciones de corto plazo. ¡Mucha suerte!

Sonnia Navas Gafter,
psicóloga clínica y magíster en Terapia Familiar Sistémica.
Telf.: 098-978-4505.

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