Relación con un adicto

02 de Septiembre de 2018

Hace un año conocí a un chico, alguien diferente a cualquier ex que tuve, porque es adicto a las drogas y al alcohol. Al inicio de la relación yo no lo sabía y cuando me lo dijo pensé en terminarlo, porque estaba consciente de que él no sería capaz de dejar el vicio, pero empecé a quererlo tanto que me pareció muy discriminatorio dejarlo por eso. Decidí seguir y ver qué pasaba más adelante.

Durante los primeros 3 meses de relación no acepté sus invitaciones para drogarnos, luego de ese tiempo empecé a consumir marihuana con él solo en fiestas una vez al mes, después fue aumentando la frecuencia, cada 15 días, después cada semana.

Nos fuimos a vivir juntos y cuando me di cuenta, mi consumo era casi diario. Aun así siempre pensé que yo podía controlarme y dejar la droga en cualquier momento. Nos separamos hace una semana porque la convivencia nos trajo muchos problemas. Ahora siento la gran necesidad de consumir, estoy con mucha ansiedad y este fin de semana logré conseguir un poco a través de un amigo, pero sigo queriendo más. ¿Cómo puedo seguir mi vida normal como antes?

Paulette,
Guayaquil

Estimada amiga, lamento decirle que tal como usted lo describe, su vida nunca más será como antes, pues la experiencia le está mostrando muchas cosas de sí misma que no había considerado. Sin embargo, podría ser mejor, pero esto va a depender de usted y del esfuerzo que ponga en rehabilitarse.

Por lo que comenta, usted cumple con el primer requisito de una adicción que es la gran necesidad y compulsión por consumir marihuana. Según los lineamientos oficiales de diagnóstico de adicciones, existen otros parámetros que se ajustan a todas las adicciones y son pérdida del control, inhabilidad de abstención, generación de tolerancia, síntomas por abstinencia y el abandono de la vida social del adicto.

Aunque parecerían ser muy claros, en realidad se vuelven difíciles de identificar por la persona afectada, y más si en el círculo social del que se rodea las drogas son más la regla que la excepción.

La primera medida a tomar sería alejarse de todo aquello que pueda llevarla nuevamente a consumir, incluyendo evidentemente a su expareja. Al parecer, usted ha adquirido una adicción por codependencia y lo más importante es que tome consciencia de lo que ese concepto significa.

Codependencia es la dependencia hacia otra persona que a su vez es dependiente o consumidora de otras sustancias. Esta dependencia se vuelve mutua, primero su pareja se vuelve dependiente de usted, para sobrevivir a su adicción, y luego usted genera dependencia de él, al percibir que su pareja la necesita para atenderse en su vida cotidiana y para sentirse bien. Así empieza a sustituir, con su dedicación hacia él, sus propias carencias afectivas en la relación, su necesidad de conexión, intimidad y atención.

Es posible, desde esta lógica, que el pensar en “acompañarlo con su adicción” para que no se sienta solo o para no sentirse relegada por él, podría haberle hecho decidir consumir para ser una mejor compañera para él y quizás disfrutar de mejores momentos de conexión a su lado.

La dinámica de la codependencia se basa en la costumbre mutua de negar la realidad del abuso de drogas. Es como si ambos miembros de la pareja insistieran en no ver la realidad y así mantenerse en la ilusión de que no existe peligro alguno. Desde esa perspectiva, sus necesidades emocionales no satisfechas encuentran una especie de sustituto en su dedicación a cuidar de esa persona.

En este momento lo más preocupante para usted es lidiar con su propia adicción, y para ello es importante que trabaje psicológicamente con un especialista sobre esas creencias distorsionadas que motivan o generan su impulso adictivo. Pues como usted misma mencionaba, no es posible superar una adicción sin un trabajo personal importante, siempre con miras a tener una mejor vida.

Las personas que se relacionan con adictos entran en una prisión de emociones negativas. Entre las emociones más comunes en este proceso, tenemos culpa, sacrificio, vergüenza, inseguridad, celos obsesivos, ansiedad, depresión, frustración e impotencia. Todas ellas, sostenidas por creencias distorsionadas y disfuncionales sobre el sentimiento de solidaridad, el supuesto verdadero amor, sacrificado y altruista, las relaciones de pareja basadas en el control, la manipulación, la falta de respeto, de espacio y tiempo personales, las adicciones como formas de diversión, entre muchas otras.

Estos pensamientos y emociones compartidos con la pareja van creando una telaraña de pensamientos delirantes en todos los involucrados.

Aprender y reeducarse en la comprensión de sus propios pensamientos y emociones le permitirá construir una mentalidad más sólida, que la proteja de estos abismos emocionales y destructivos. Esta experiencia ha puesto en evidencia sus carencias afectivas y distorsiones cognitivas sobre las relaciones, los límites del amor real, los de su propia autoestima y de su autorrespeto. Y es menester atenderlos desde un enfoque profesional que le devuelva el control sobre su propia vida.

Dra. Glenda Pinto Guevara,
psicóloga clínica, especialista TREC (parejas, niños, adolescentes y adicciones).
Telfs.: 232-4066, 099-961-2322.

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