Hijita da golpes en la calle

29 de Enero de 2012

Tengo 28 años y mi hijita de 2 años es mi razón de existir como toda madre quiere a sus hijos. Últimamente se me está saliendo de control y creo que soy la culpable de esto, pero ya la situación se torna más y más incontrolable. Me da golpes en la calle y no  responde a mi autoridad de ninguna manera. Si la pongo de castigo no entiende y cuando ella pide algo tengo que correr a dárselo porque comienza a llorar desesperadamente. No sé qué hacer. Tengo miedo de que se me vaya el tiempo y sea demasiado tarde para controlarla.
Elaine,
Guayaquil

Lo primero que le recomendaría es que se esfuerce por conservar la calma para que pueda comprender la conducta de su hija. Usted denota mucha ansiedad en su pregunta, el culpabilizarse por la conducta de su pequeña así lo demuestra. La vida emocional de un niño de 2 años comienza por mostrar un “negativismo” con casi toda orden proveniente de los adultos, el niño ha empezado a descubrir su propia autonomía y junto con ella comienza a utilizar más seguido las palabras “yo” y “no”.

Es una fase de indudable progreso en el desarrollo mental del niño. A esta edad comienza a diferenciarse del adulto y a descubrirse a sí mismo.

Es la etapa del “negativismo del niño”. Por ello, no dice No a la cosa ordenada, sino a la orden. Una niña de esa edad que golpea a su mamá lo que intenta es llamar su atención y mostrar su inconformidad sobre situaciones que le disgustan mucho, no lo hace con la intención de lastimarla. Comprendo su frustración al sentir que no la escucha o no puede disciplinarla, más contrariamente a lo que esperaría debo indicarle que este no es el mejor momento para aplicar disciplina.

Lo único que puedo recomendarle es que baje a su nivel, mírela a los ojos, tómela por las manitas y dígale con firmeza: “No lo hagas más, basta, eso duele”, y luego siga normalmente con serenidad. Así le demuestra atención, pero le indica con su actitud que ella no la controla. Comprenda que la conducta de la niña obedece a la sensación de impotencia que experimenta, se siente inferior, débil frente al adulto y la manera de vencer este sentimiento es oponiéndose con un rechazo indignado a los reclamos que se le hacen y a los pequeños castigos que puedan infligírsele.

En consideración a esto, el adulto debe ser más condescendiente para no provocar en el niño sentimientos de rebelión totalmente irresponsables. No es fácil, pero la habilidad consiste en “convencer al niño de querer hacer lo que debe, sin obligarlo”. Hay que acudir más a la persuasión que a la imposición, esta no es la edad más apta para enseñarle obediencia. La coerción podría fijar aptitudes permanentes de negativismo, este es un proceso normal de desarrollo y tiene corta duración.

Dra. Glenda Pinto Guevara,
psicóloga clínica especialista TREC (Parejas, niños, adolescentes y adicciones). Telf.: 232-4066
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