Expulsa toda su ira

21 de Diciembre de 2014

Tengo 20 años y en ciertos momentos expulso toda mi ira contra las personas que amo. La última explosión que tuve fue con mi enamorada, pues la insulté y estoy muy arrepentido. En ese momento no veo nada, solo actúo. Por más que he tratado de controlarme no puedo, siempre prometo y prometo que no lo volveré a hacer, pero jamás cumplo. He tenido muchos problemas y no quiero hacer más daño. Estoy muy mal.

N. N.,
Guayaquil

La ira está presente en los seres humanos como una forma de defendernos contra aquello que nos asusta, que nos hace sufrir o que nos causa dolor. Generalmente, las personas sobre las que descargamos nuestra ira no tienen nada que ver con el origen de estos sentimientos negativos y traumáticos, ni con la ira misma. Usted al reconocer su problema da un paso importante. El segundo paso es reconocer, aunque la lógica nos diga lo contrario, que su ira no es provocada por el otro, sino por lo que usted piensa acerca de cómo deberían ser los demás con usted. Pero más en lo profundo, por lo que inconscientemente guarda como rencor, resentimiento y dolor que vivió en etapas previas de su vida, en relación con su padre o su madre.

Generalmente, cuando dejamos que la ira nos domine, las reacciones violentas se incrementan y cada vez, por situaciones que son menos conflictivas. Hágase usted estas preguntas y reflexione mirando hacia dentro de su corazón: ¿qué sentimientos de dolor están en su interior cuando la ira lo supera?, ¿a quiénes están asociados estos sentimientos, en sus etapas previas de vida? Dígase usted afirmando conscientemente “no es el otro el que me causa o provoca la ira”, “no es el otro quien debe soportar mis reacciones” y hágase la pregunta nuevamente: ¿Hacia quién va mi ira?, ¿a quién rechazo en nombre de otros?, ¿qué necesita ser reconocido e incluido? ¿Quién actuó con violencia en la familia, en las generaciones anteriores? y, de ser el caso, pregúntese: ¿Me he identificado consciente o inconscientemente, con la ira y el dolor de otros, del pasado? Al final, se deberá honrar a todos los que estuvieron antes y valorar todo el precio que debieron pagar, y reconocer que a pesar de todas las experiencias vividas favorables o no, supieron transmitir la vida hasta nuestros días, hasta su propio ser. Esto es lo que hay que reconocer. Eso basta. Y ante todos los que estuvieron antes, solo decimos tres palabras: Sí. Por favor. Gracias. Sí a lo que debieron vivir. Por favor, denme permiso para tomar mi propio camino. Gracias por la vida que hoy recibo como un obsequio de sus manos. Gracias, papá. Gracias, mamá. (F)

Óscar Nieto Barquet,
Psicólogo clínico.
Telf. 099-948-6326.

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