Emociones y adicciones

17 de Enero de 2016

Resumiré mi corta vida: cuando era pequeña, un tipo abusaba de mí, hasta que mi mamá decidió separarse. Yo nunca le conté nada hasta hace un año y medio, se lo dije pero no de la mejor manera. Mi vida ha sido un asco, no he podido ser normal, mis emociones cada día son peores, nadie me entiende en casa. Mi mamá quiere que yo sea como esas chicas que salen y se divierten, yo no puedo hacer eso.

A los 12 años caí en el mundo de las drogas. Pude salir tiempo después, pero ahora la ansiedad ha vuelto. Por el momento solo fumo cigarro y soy un poco alcohólica, pero mi mamá no lo sabe.

No quiero que mi mundo se siga derrumbando, no quiero volverme alcohólica como mi padre, todas las noches le pido a Dios que me dé fuerzas para soportar a todos en la casa. Mi mamá no quiere que me haga tatuajes, tengo uno y quisiera llenarme de ellos para esconderme. Ayúdenme, necesito una solución.

Anónimo,
Guayaquil

Ante todo, la felicito por la valentía y el coraje al evidenciar todas las experiencias difíciles que ha tenido y tiene que afrontar en su día a día.

En primer lugar, lo que alcanzo a comprender es que los problemas se han presentado desde la niñez hasta la actualidad. No precisa la edad, así que asumo que es una joven adulta.

Partimos de la premisa de un problema bien planteado y definido en sus características, es algo que se puede superar, por lo tanto, lo que se evidencia en su carta es una gran desesperación emocional que se originó en experiencia de abuso, que no se precisa si es de naturaleza sexual, física o psicológica, y que se mantiene por sus dificultades para manejar esta tormenta emocional.

Esta situación empeora por las comunicaciones de su entorno, la exigencia de que sea una chica normal que sale y se divierte sanamente, minimizando y trivializando sus limitaciones emocionales.

La cuestión es que cuando los déficits son de naturaleza física, el medio social y familiar es empático y compasivo, como en el caso de una muchacha en sillas de ruedas. No obstante, cuando las restricciones son de naturaleza emocional, las buenas intenciones van marcadas con comentarios tales como: “Todo depende de ti” y “Querer es poder”, las cuales terminan invalidando la experiencia emocional, haciendo que esta sea de mayor intensidad y de difícil manejo.

Siguiendo los lineamientos de la terapia dialéctica conductual, un tratamiento para gestionar problemáticas múltiples, severas y crónicas, el uso de alcohol y drogas son soluciones a las que las personas acuden para reducir emociones dolorosas intensas.

En este abordaje, el aspecto crucial apunta a desarrollar habilidades de regulación de emociones y de tolerancia al malestar. Este protocolo terapéutico ayuda a construir en nuestros consultantes una vida que valga la pena ser vivida. Pero se requiere una gran motivación al cambio y el compromiso respectivo para que esta intervención tenga carácter resolutivo. (F)

Dr. Sergio Paz Wactson,
Psicoterapeuta.
Telf.: 283-8708.

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