El arte de ver mejor: Cosas visibles e invisibles

Por Paulo Coelho
26 de Octubre de 2014

La vida es el arte de ver más allá de las apariencias. Nuestra existencia está recubierta por miedos e indecisiones. Pero si decidimos retirar estos sobrantes, podremos llevar adelante la misión que nos fue destinada.

Cierta vez preguntaron al escultor Miguel Ángel cómo hacía para crear obras tan magníficas. “Es muy sencillo”, respondió él. “Cuando miro un bloque de mármol, veo la escultura adentro. Todo lo que tengo que hacer es retirar los sobrantes”.

En el fondo, la vida es el arte de ver más allá de las apariencias. La obra de arte de nuestra existencia está, muchas veces, recubierta por años de miedos, culpas e indecisiones. Pero si nos decidimos a retirar estos sobrantes, si no dudamos de nuestra capacidad, podremos llevar adelante la misión que nos fue destinada.

A continuación, algunos relatos sobre el arte de ver mejor lo que está sucediendo:

Creyendo sin ver

Un emperador dijo al rabino Yeoschoua ben Hanania:

—Me gustaría mucho ver a vuestro Dios.

—Es imposible –respondió el rabino.

—¿Imposible? Entonces, ¿cómo puedo confiar mi vida a alguien a quien no puedo ver?

—Muéstreme el bolsillo donde tiene guardado el amor por su mujer. Y déjeme pesarlo, para ver si es grande.

—No sea tonto: nadie puede guardar el amor en un bolsillo.

—El sol es apenas una de las obras que el Señor colocó en el universo y, sin embargo, usted no puede verlo directamente.

Tampoco puede ver el amor, pero sabe que es capaz de enamorarse de una mujer y confiarle su vida.

¿No le parece evidente que existen ciertas cosas en las que confiamos sin ver?

El rostro oculto

Nasrudin fue hasta la casa de un hombre rico, a pedir dinero para obras de caridad. Un paje acudió a abrir el portón.

—Anuncie que el mullah Nasrudin está aquí y necesita dinero para ayudar a los otros –dijo el sabio. El paje entró y regresó minutos después.

—Mi señor no está en casa.

—Entonces permita que le deje un consejo, aunque no haya contribuido para las obras de caridad: la próxima vez que no esté en casa, recuérdele que no deje su rostro en la ventana, porque si no la gente puede pensar que está mintiendo.

Viéndose a sí mismo

—Cuando mires a tus compañeros, procura mirarte a ti mismo –dijo el maestro japonés Okakura Kakuso.

—Pero, ¿no es esto una actitud egoísta? Cuestionó un discípulo. —Si nos preocupamos por nosotros mismos, jamás veremos lo que los otros tienen de bueno para ofrecer.

—Ojalá siempre consiguiéramos ver las cosas buenas que están a nuestro alrededor –contestó Kakuso– pero, en verdad, cuando miramos al prójimo, estamos solo buscando defectos. Intentamos descubrir su maldad, porque deseamos que sea peor que nosotros.

Nunca lo perdonamos si nos hiere, porque creemos que jamás seríamos perdonados por él.

Conseguimos herirlo con palabras duras, afirmando que decimos la verdad, cuando apenas estamos intentando ocultarla de nosotros mismos. Fingimos que somos importantes para que nadie pueda ver nuestra fragilidad.

Por eso, siempre que estés juzgando a tu hermano, ten conciencia de que eres tú quien está en el tribunal.

www.paulocoelhoblog.com

  Deja tu comentario