Por facilitarles la vida se la complicamos

Por Ángela Marulanda
25 de Enero de 2015

Parece que por contrarrestar el autoritarismo del pasado ahora los padres hacemos un esfuerzo consciente por evitar las órdenes tajantes, los gritos y las imposiciones arbitrarias que eran usuales antes…, pero nos fuimos para el otro extremo. Hoy en día no queremos contrariar a los niños, no queremos “traumatizarlos”, no queremos que sufran, ni que se incomoden, ni verlos molestos o tristes. Por eso, los complacemos en todo lo posible así como en mucho de lo imposible. Y lo que estamos logrando es que los niños crezcan convencidos de que tienen miles de derechos, pero ningún deber.

Es urgente que nos preguntemos, ¿cómo es que los hijos van a desarrollar cualidades como el autocontrol, la paciencia o la capacidad de lucha que necesitan para superar las experiencias difíciles y los retos que enfrentarán en la vida? ¿Cómo van a aprender la relación esencial que existe entre el esfuerzo y el logro, entre la perseverancia y la consecución de sus metas, entre la lucha y la satisfacción? ¿Cómo se las van a arreglar para superar los problemas, las pérdidas o las privaciones si no les hemos permitido experimentarlas?

La vida cotidiana nos ofrece cientos de oportunidades para enseñarles lecciones muy importantes a los hijos. Les enseñamos a autocontrolarse cuando les exigimos que colaboren, se moderen y se incomoden, por desagradable que les parezca. Les enseñamos a esforzarse cuando los apoyamos en sus proyectos o empresas, pero no los asumimos por ellos. Les enseñamos a valorar lo que tienen cuando les damos poco y les exigimos mucho para que aprendan a que en la vida hay que trabajar duro para obtener lo que quieren… y así sucesivamente.

Cuando les facilitamos la vida a los hijos lo que hacemos es complicársela. Como padres nuestra función es formarlos para que aprendan, ante todo, qué está bien y qué está mal, cumplan con su deber y respondan por sus errores si no quieren sufrir las consecuencias de no hacerlo. Esto incluye, amarlos lo suficiente como para tener presente que todo lo que los obligue a esforzarse, sacrificarse o moderarse, no los hará infelices, sino que, por el contrario, les ayudará a desarrollar las cualidades que necesitan para triunfar en la vida. Y eso es lo que les permitirá vivir satisfechos y orgullosos de sí mismos, es decir, ser felices. (O)

www.angelamarulanda.com

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