No hay que vivir juntos...

Por Ángela Marulanda
16 de Abril de 2017

Hoy en día, cada vez hay varios estudios que confirman las desventajas que tiene para los niños el hecho de que sus padres vivan juntos sin casarse. Estas investigaciones indican que, la relación de las parejas que no han sellado un compromiso definitivo, tienen mayores posibilidades de fracasar, cosa que perjudica tanto a ellos como a sus hijos, a su hogar y a la sociedad.

La tendencia que cada vez haya más parejas que cohabitan sin ningún compromiso matrimonial sigue aumentando. Los principales motivos para ello es que ahora muchos enamorados no quieren sentirse atrapados en una relación conyugal, otros tantos le temen asumir un compromiso que los ate de por vida y muchos le tienen miedo al divorcio porque hoy demasiados matrimonios están acabándose por cualquier motivo… o sin ningún motivo.

Yo me pregunto si las parejas que cohabitan no viven bastante inseguras y temiendo que su relación no prospere precisamente porque no hay ninguna promesa ni contrato que los una. Además, si tienen hijos, irremediablemente estarán atados para toda la vida. Igualmente, la convivencia los obliga a asumir una serie de compromisos propios de todas las parejas, como compartir gastos, funciones, responsabilidades, lealtades, etc.

La experiencia demuestra que las parejas unidas por un matrimonio tienen un mejor ambiente en el hogar, menos riesgo de sufrir abusos y más estabilidad emocional que aquellas que simplemente conviven. Además, se ha visto que los niños criados en matrimonios estables suelen tener mejores resultados académicos, más tranquilidad y menos problemas de conducta. A la vez, está comprobado que las madres casadas suelen crear un mejor ambiente en el hogar, tienen menos riesgo de sufrir abuso o violencia y que los padres en estas mismas circunstancias gozan de un mejor bienestar emocional.

El propósito del matrimonio no es simplemente contar con una pareja para que nos atienda, nos acompañe, nos sirva, nos mantenga o nos haga sentir felices. Es tener un cónyuge con quien cultivemos un amor profundo y nos dediquemos a dar lo mejor de nosotros mismos “hasta que la muerte nos separe”… porque no hay mejor esposo que el papá de nuestros hijos ni mejor esposa que la mamá. (O)

angelamarulanda@gmail.com

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