Nuevo enfoque para tratar la leucemia

23 de Septiembre de 2012
  • El tratamiento contra el cáncer pancréatico que siguió Steve Jobs (de Apple) costó $ 100 mil
  • Lukas Wartman es un doctor que padecía de leucemia.
  • En el consultorio del doctor John DiPersio, su colega, el doctor Lukas Wartman, durante su tratamiento contra la leucemia.
GINA KOLATA THE NEW YORK TIMES

Un novedoso análisis centrado en el ADN de los pacientes con este cáncer a la sangre está dando sus frutos en EE.UU.

Investigadores en genética en la Universidad de Washington, uno de los destacados centros mundiales para trabajar en el genoma humano, estaban devastados. El doctor Lukas Wartman, un colega joven, talentoso y querido, padecía el mismísimo cáncer al que se había dedicado a estudiar toda su carrera.

Se deterioraba con rapidez. Ningún tratamiento conocido podía salvarlo. Y nadie, hasta donde sabían, había investigado alguna vez la estructura genética completa de un cáncer como ese.

Así es que un día, en julio del año pasado, el doctor Timothy Ley, el director adjunto del instituto para el genoma de la Universidad, reunió a su equipo. “¿Por qué no dirigimos todo lo que tenemos a ver si podemos encontrar un gen solitario que espolea al cáncer de Wartman, leucemia linfoblástica aguda en adultos?”, preguntó. “Es ahora o nunca. Solo tenemos una oportunidad”, recordó que les dijo.

El equipo de Ley probó un tipo de análisis que nunca antes habían realizado. Hicieron la secuencia completa de los genes, tanto de las células cancerosas como de las saludables para compararlas y, al mismo tiempo, analizaron su ARN, la prima química cercana del ADN, para buscar pistas de qué estaban haciendo sus genes.

Los investigadores del proyecto dejaron de lado otros trabajos durante semanas, y operaron una de las 26 máquinas de secuenciación y supercomputadora de la Universidad las 24 horas del día. Y encontraron a un culpable: un gen normal que estaba en marcha directa, produciendo grandes cantidades de una proteína que parecía estar propiciando el crecimiento del cáncer.

Aún mejor, había un nuevo fármaco prometedor, Sutent, que podría inhibir al gen que funciona mal, el cual se probó y aprobó solo para el cáncer renal avanzado. Wartman se convirtió en la primera persona en tomarlo para la leucemia.

Y ahora, contra todo pronóstico, su cáncer está en remisión desde el otoño pasado. Aunque nadie puede decir que Wartman está curado, después de enfrentarse a una muerte segura en ese otoño, está vivo y le va bien.

Disponibilidad

Wartman es pionero en un enfoque nuevo para detener al cáncer. Lo importante, dicen los investigadores médicos, son los genes que impulsan a un cáncer, no el tejido ni el órgano –hígado o cerebro, médula espinal, sangre o colon– donde se origina.

El cáncer de mama de una mujer puede tener distintos conductores genéticos respecto del de otra mujer y, de hecho, puede tener más en común con el de próstata de un hombre o el de pulmón de otro paciente.

Según este enfoque nuevo, los investigadores esperan que los tratamientos se diseñen de conformidad con las mutaciones del tumor de cada persona, con fármacos que, al final, golpeen a varios genes claves anómalos al mismo tiempo. Los cocteles de medicinas serían análogos al tratamiento contra el VIH, en el que se utilizan distintas drogas al mismo tiempo para atacar al virus en diversas áreas críticas.

Los investigadores difieren sobre qué tan pronto estará disponible para todos el método, conocido como secuenciación completa del genoma, y que lo paguen los seguros, y las estimaciones van de unos cuantos años a una década, más o menos. Sin embargo, creen que promete muchísimo, aunque todavía no cura a nadie.

Con una caída pronunciada en los costos de la secuenciación y una explosión en la investigación sobre genes, expertos médicos esperan que los análisis genéticos de los cánceres se vuelvan rutinarios. Tal como los patólogos hacen cultivos sanguíneos para decidir qué antibióticos van a detener la infección bacteriana de un paciente, se determinará con la secuenciación genómica qué fármacos podrían detener un cáncer.

“Mientras no sepas qué impulsa al cáncer de un paciente, realmente no tienes ninguna posibilidad de acertar”, dijo Ley. “Durante los últimos 40 años, hemos mandado a los generales a la guerra sin un mapa del campo de batalla. Lo que estamos haciendo ahora es armando el mapa”.

El costo

Las grandes farmacéuticas y las pequeñas empresas de biotecnología se están incorporando rápidamente, y empiezan a probar drogas que atacan a un gen en lugar de a un tipo de tumor. Los destacados investigadores del cáncer están estableciendo empresas para encontrar los genes que pudieran causar el crecimiento del cáncer de una persona, para analizar la información genética y para llegar a probar drogas nuevas, dirigidas contra estos blancos genéticos. Destacadas firmas de capital de riesgo están involucradas.

Por ahora, la secuenciación genómica completa está en su infancia y es desalentadoramente compleja. Las secuencias de los genes son solo el comienzo, se presentan en miles de millones de pedacitos, como un gigantesco rompecabezas. El trabajo arduo es dilucidar cuáles mutaciones son importantes, una tarea que exige habilidad, experiencia e instinto.

Hasta ahora, la mayoría de los que han elegido este camino son ricos y están bien relacionados. Cuando Steve Jobs agotó otras opciones para combatir el cáncer pancreático, consultó a los doctores que coordinaron su secuenciación genética y análisis. Le costó $ 100.000, según su biógrafo. El escritor Christopher Hitchens recurrió al jefe de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, el doctor Francis Collins, quien le informó dónde le podrían hacer un análisis genético de su cáncer de esófago.

Los especialistas en ética preguntan si quienes tienen dinero y relaciones deberían tener opciones muy fuera del alcance de la mayoría de los pacientes antes de que los tratamientos sean una parte normal de la medicina. ¿La gente de recursos más limitados se verá tentada a llevar a la familia a la bancarrota en la búsqueda de una cura muy remota?

“¿Si decimos que necesitamos investigación porque se trata de una idea nueva, entonces por qué los ricos siquiera tienen acceso?”, preguntó Wylie Burke, una profesora y jefa del Departamento de Bioética de la Universidad de Washington. Lo que lo salva, dijo, es que el método estará disponible para todos si funciona.

Desapareció el cáncer de Wartman, por ahora, pero ha batallado con una complicación común en los trasplantes de médula ósea, en la cual los glóbulos blancos de la médula trasplantada atacan a sus células como si fueran extrañas. Ha padecido sarpullido y se ha sentido enfermo. Sin embargo, estas complicaciones aminoran gradualmente, y está de vuelta en el trabajo en el laboratorio de Ley.

Sus colegas quieren examinar la misma mutación en las células cancerosas de otros pacientes que padecen ese mismo tipo de cáncer. Y les gustaría iniciar pruebas clínicas para probar el Sutent y descubrir si la droga puede ayudar a otros con leucemia o si la solución que encontraron es única de Lukas Wartman.

El propio Wartman se quedó con dudas persistentes. Sabe que tiene mucha suerte, ¿pero qué le depara el futuro? ¿Puede planear una vida? ¿Ya se curó? “Es un sentimiento difícil de describir”, dijo. “Estoy en territorio desconocido”.

  Deja tu comentario