Los idolatrados

24 de Mayo de 2015
  • Parte de la colección otoño 2014.
  • Manolo Blahnik en la apertura de su tienda en Palm Beach. El diseñador también ostenta la Orden del Imperio Británico, desde 2007.
  • Modelo Catalina con plumas, en diseño d’Orsay con los laterales descubiertos.
  • Los famosos Hansigi, de seda en color esmeralda con hebilla de swarovski.
  • Boceto de un manolo hecho por John Galliano para Dior, en 1997.
  • Modelo Pancrabor en tonos coral. Colección primavera / verano 2015.
  • Diseño Ellam Chain-Maille Snake, con malla de cadenas en color dorado.

Eran los favoritos de Lady Di, pero desde que Sarah Jessica Parker los lució como Carrie Bradshaw, todas quieren caminar sobre unos ‘manolos’, los zapatos de Manolo Blahnik.

Sexo en la ciudad masificó su nombre aunque, a su criterio, ya tenía una gran cantidad de seguidores antes de la serie. “Siglos antes”, afirma Manolo Blahnik, el zapatero más famoso del mundo quien recibirá el Couture Council for Artistry of Fashion Award, antes de cerrar este año.

Es otro reconocimiento a su trayectoria. Será otorgado por el Instituto Tecnológico de Modas, en Nueva York, y por primera vez a un diseñador de calzado.

Razones para celebrar su carrera son muchas. La principal: a sus 40 años de profesión no aspira a retirarse aún. “Esas personas que dicen: ‘Tengo 65 años, debo retirarme’, es lo que más odio en el mundo”, dice Blahnik, de 72 años, nacido en las islas Canarias, España.

Tampoco piensa en delegar sus labores, como perfeccionar a mano las hormas y los tacones para sus zapatos. Se dice que de allí viene la comodidad de sus diseños, pues los tacos miden 10 centímetros o más. “Los altos serán siempre mis favoritos”, dice. “Cuando te los pones son mágicos, te transformas”.

La ‘magia’ llegó en los 70 cuando se mudó a Londres para estudiar inglés. Allí empezó a trabajar como diseñador de vestuario. Hasta eso, había estudiado Arte en París, y anteriormente Derecho Internacional en Ginebra, para convertirse en un diplomático, como deseaba su padre.

En 1971, al enseñarle a Diana Vreeland sus conjuntos teatrales, la editora de Vogue de esa época se cautivó por sus bocetos de zapatos y enseguida le recomendó dedicarse a ello. “Estoy eternamente agradecido a ella por guiarme en esta dirección”, recuerda el diseñador canario. De ahí aprendió el oficio en fábricas, con operarios de máquinas, cortadores de patrones y técnicos. Su profesión floreció en Londres, donde abrió su primera tienda en 1973.

En sus 200 tiendas alrededor del mundo se vende un promedio de 70.000 pares de ‘manolos’ al año, a un precio entre $ 600 y $ 1.000. Parece que no seguir las tendencias le ha permitido esculpir diseños originales bien apetecidos por celebridades como Diana de Gales, Madonna y Lady Gaga.

“No me gustan los ‘zapatos de moda’, hago un diseño y luego me gusta mejorarlo. Pienso en cada temporada como en una evolución, no como un cambio de estilo”, afirma el diseñador canario. Pero nunca hará de nuevo plataformas. “Distorsionan las proporciones del cuerpo y las mujeres nunca se ven elegantes al usarlas”. (G.Q.) (I)

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