La vie en rose

12 de Febrero de 2012
Texto y foto: Mauricio Torres, mt@mauricio-torres.com

Con buena actitud, paciencia, mucha alegría y un gran corazón, Patricia se pasea vestida de rosado por el centro. De pies a cabeza, literalmente,  hasta su carpeta. Palabras de cariño, saber entender, conversar, etc.,… esa es su receta para ser profesora.

¿Maestra de?
Nivel intermedio y universitario.

¿Qué clase da en la universidad, sobre cómo ser maestro...?
Sí, Pedagogía.

Cuénteme, ¿cómo así salió vestida de color rosado de pies a cabeza?
Siempre salgo de color rosado por mi forma de ser. Quiero que todos me vean así reluciente, como cuando ve una flor y sus colores avivan a la persona.

Después de lo que me acaba de decir, me imagino que una clase con usted debe ser muy animada.
Mis clases son muy motivadoras: comienzo con frases reflexivas que hagan pensar y sentir al estudiante. Hay que socializar e interactuar para que el conocimiento se les consolide por dentro a los estudiantes. Una educación afectiva.

Hum, ¿cuál ha sido la peor maldad que le haya hecho algún alumno?
¿El alumno a mí?

Sí, porque yo no creo que usted le haya hecho alguna maldad a sus alumnos, ¿o sí?
¿Maldades de mis alumnos? A veces dicen sobrenombres.

¿Un problema grande dentro de las clases cuál es?
A veces apoyarse entre ellos en ser como otros. Deberían ser auténticos, no copiar estereotipos de otras personas. Verlos así despeinados, con los pelos parados…

No me mire así…
[Risas] También con esos piercings. Yo respeto, pero también, si yo enseño para ser educador, hay que poner normas.

¡Oh! ¿Y no le dan ganas a veces de agarrarlos por el piercing y arrancarlo? ¡Dígame la verdad!
¡No! [risas]. Soy sumamente centrada en eso, comprensiva también. Me gusta mucho dialogar y conversar con el estudiante.

¡Si se lo arranca de un tirón igual está comunicando!
No, les pido de favor que se lo saquen para mi clase. Esas cosas demuestran que estamos retrocediendo. Como yo les digo: Oigan, esos usaban nuestros ancestros primitivos, la nariguera, las argollas, etcétera, estamos retrocediendo en vez de adelantar.

Ok, mi abuelo era profesor (sigue vivo, solo que se jubiló, no es que esté muerto, eh); pero una vez me topé con alumnos de él que me contaban que era un ogro, que les tiraba tizas a los alumnos, cocachos, etc. Profesor a la vieja usanza. ¿Nunca sintió necesidad de eso?
¿Tirarles tizas? Hum…

[Risas] ¡Lo pensó! ¿Qué les ha lanzado?
¿A mis profesores?

No, a sus alumnos.
No, a mis alumnos nunca les he lanzado nada.

De alumna, ¿alguna maldad que usted recuerde haber hecho?
A veces me les reía de la forma de vestirse de los profes de más edad. Decía: ¡yo nunca voy a llegar a eso!

 

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