La belleza femenina es la preocupación mayor en la película El demonio de neón, como si se tratara de un manto sagrado ansiado y envidiado por todos. Pero el director Nicolas Winding Refn, el realizador que enfatiza una obsesiva visión estética en sus imágenes, no es inmune a ese estilo de vida y lo declara abiertamente.

El filme fue exhibido en el último Festival de Cannes y obtuvo una ruidosa mezcla de silbidos y aplausos. La historia se enmarca en el mundo de la moda en Los Ángeles, donde la agresiva competitividad que sacude la vida de una modelo de 16 años se convierte en un culto siniestro que atrae los actos más brutales, llevando el narcisismo inherente en el ambiente de los fashionistas a sus últimas consecuencias. “Siempre hago un filme como si se tratara del último, por eso al menos tiene que ser como un disparo, un bang que sacuda”. dice el director. (O)