No hay muchos que saben que el florentino Carlo Collodi (1826-1890), el creador de Pinocho, fue también un periodista de diarios que se destacaban por su fuerte contenido político en momentos en que el imperio austriaco ejercía su poderío en esas tierras.

Su creación más famosa para muchos es también una alegoría de los principios masónicos que obsesionaban al escritor: la formación de las personas basada en el honor, la verdad y la virtud. Por allí va la inspiración que motivó también al director Jaime Tamariz en la versión escénica que nos llega esta semana. “Pinocho nos trae de alguna forma el sentido de la humanidad... A través de sus aventuras y sus errores aprendemos a escuchar el valor de lo que nos dice la conciencia y así descubrir nuestra propia esencia con acciones que nos integran a la raza humana”, dice Jaime. (O)