En vísperas del Día de San Valentín y en plena temporada playera, como que el mundanal ruido puede convertirse en presiones románticas que requieren un stop. O un borre y va de nuevo. Pero siempre es grato constatar que la amistad es una base decisiva en una relación, a pesar de que en nuestra sociedad estos vínculos se refieren más a amigos y amigas del mismo sexo y a veces lastimosamente no se extienden a las parejas que forjan una familia juntos.

Quizás esto ayudaría mucho a aquellos corazones compartidos –o divididos– que motivan nuestra nota de psicología, en la que la inquietud mayor es la posibilidad o no de guardar afectos para más de una pareja. El amor tiene muchos rostros era el título de uno de esos melodramas de Hollywood hace algunos años y las ambigüedades que rigen el comportamiento sentimental de una persona sí tienen que ver con oscilaciones que demasiadas veces son incontrolables. Por eso la vida puede convertirse en una cuerda floja o un lecho de plumas, decía la escritora Edith Wharton, y ella sorprendentemente vibraba más con los vaivenes.