El tema de la inteligencia emocional se lo ha tratado de infinitas maneras, pero aplicarlo a sus nuevas manifestaciones (o ausencias) en la era digital constituye ahora una responsabilidad crucial. Nuestra redactora Diana León es de esa generación (24 años). Ella sabe muy bien de lo que habla cuando investiga el asunto de nuestra portada  y lo que se palpa es una trivialización de los contactos humanos en dimensiones muy preocupantes.

Además, las redes sociales se han encargado de implementar el virus mundial: el que no está en Facebook o Twitter está out de lo que sucede realmente, para muchos –demasiados– usuarios. Pero lo más grave es la desensibilización de una nueva generación hacia los valores esenciales de una sociedad global, donde el cinismo imperante, la obsesión con lo inmediato y la ausencia de una actitud reflexiva taponan lo que es realmente importante: la verdadera comunicación entre los seres humanos, alejados de estereotipos, pero siempre conscientes de sus diferencias y limitaciones.