En las tradiciones de otras tierras, las quemazonas simbólicas para despedir algo no se dan al fin de año como sucede en nuestro país. Recordemos la maravillosa escena que da inicio a Amarcord de Federico Fellini.

El pueblito italiano donde vive el adolescente-protagonista se reúne alrededor de una inmensa hoguera nocturna en la plaza central, donde se quema un muñeco que simboliza el final del invierno y el comienzo de la primavera. Es emocionante lo que se registra allí en los rostros de viejos, adultos, jóvenes y niños: con esas llamas se van vacíos interiores, sueños frustrados, culpas escondidas, todo lo que la frialdad invernal taponeaba íntimamente en las reclusiones hogareñas.

Fellini nos hace sentir lo invisible: las fogatas son interiores y lo que se filtra en los corazones es la fuerza esperanzadora para seguir adelante en nuevos horizontes. (O)