Charles Dickens comienza su novela Historia de dos ciudades con este párrafo cuando la escribió en 1859, elaborando una trama que se remonta décadas atrás durante la Revolución Francesa.

Dickens es celebrado en una gran exposición en Londres por la conmemoración de los 200 años de su nacimiento y Susana Cárdenas estuvo allí.

Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría y también de la locura.

Era la época de la fe y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.

Lo teníamos todo, pero no éramos dueños de nada, caminamos derechito al cielo pero tomamos el camino a otro lado.

En fin, esta época es tan parecida a todas las épocas, que nada de lo que voy a contar aquí debería sorprendernos. Nada. Ni el perdón, ni la venganza, ni la muerte, ni la resurrección...