Llegó a mis manos hace muchos años en una vieja edición de La Gaceta del Fondo de Cultura Económica. El nombre de Alfonso Reyes no existía en mis conocimientos literarios, especialmente porque lo que yo leía de México eran más sus novelistas. Pero Reyes era un hombre del renacimiento, un auténtico creador literario que cubrió todos los horizontes posibles en las letras.

Y un gran humanista, por encima de todo, como lo analiza Fernando Balseca. Yo guardo en mi corazón esta estrofa de su poema Sol de Monterrey, que siempre debería acompañarnos: “Cuando salí de mi casa con mi bastón y mi hato/ le dije a mi corazón: ya llevas sol para rato./ Es tesoro y no se acaba: no se me acaba y lo gasto./ Traigo tanto sol adentro que ya tanto me cansa./ Yo no conocí en mi infancia sombra, sino resolana”. (O)