“Tú siempre estás hablando con las voces de otros”, me dice una amiga con mirada seria, quejándose de mis constantes referencias a palabras de escritores o dramaturgos y a incontables memorias de grandes películas.

Mi reacción a esto es una mezcla de satisfacción y placer culpable. Lo primero porque las palabras que marcan mi memoria nunca se olvidan fácilmente y lo segundo porque sí, al igual de lo que dijo Stanley Kubrick –y aquí sé que voy a tener otra crítica–: “Mientras más grande sea la oscuridad, nosotros debemos traer nuestra propia luz”. Por eso mi amiga todavía espera mi linterna.

En el papel esas luces no importa de donde vengan. Hacemos nuestro aporte, aunque nosotros no seamos los autores, sino sus transmisores en muchas ocasiones. Y en una revista dominical que cada edición les ofrece las voces y enfoques más dispares sí es causa de celebración nuestro concurso Aplausos, donde los lectores eligen los reportajes con los temas favoritos, porque hay algunas sorpresas y donde también podemos palpar la gran diversidad de intereses para ustedes.