Marcelo y Ángel Polibio Sánchez Arosemena

20 de Mayo de 2012

Breve santo y seña del teatro Sánchez Aguilar, por favor.
El Sánchez Aguilar será un teatro de programación continua con 35 semanas de presentaciones nacionales e internacionales, teatrales, musicales, danza, ballet, jazz, etcétera.

Serán más de 250 presentaciones anuales de pequeño y gran formato, tanto en la sala experimental Zaruma para 150 personas como en la sala principal para 952 personas.

Así como hay sistemas para vaciar un teatro rápidamente en caso de incendio, ¿existen fórmulas para que siempre se llene?
Ninguna fórmula, y menos que sea segura. Es más bien un intento. Demostrar que se ofrece programación de calidad, constante, variada, para todas las edades.

Se dice que, en ciertas ocasiones, el teatro nos ayuda a practicar las tres virtudes: fe, esperanza y caridad. Fe en el primer acto, esperanza en el segundo y caridad en el tercero. ¿Sí o no?
De acuerdo, en ciertas ocasiones así es, aunque no necesariamente siempre en el mismo orden.

Su papá (Carlos Sánchez Aguilar) es un gran filántropo. ¿Cómo así?
Le agradezco su bondadoso calificativo hacia él. Se convirtió en uno porque con mucha dedicación, trabajo y disciplina tuvo, dice él, la suerte de haber logrado éxitos empresariales y económicos. Entonces pensó y resolvió que estos debían ser revertidos a la comunidad que lo acogió y que le permitió dichas oportunidades. Creó la Fundación Sánchez Aguilar con el lema “Educar es liberar”. Siempre fue un ávido lector, estudioso de las culturas antiguas y universales y de los eventos que forjaron la historia, amante de la buena música, viajero frecuente. Esto lo llevó a pensar que algún día se podría construir un teatro dinámico y activo, como lo tienen las grandes ciudades de Latinoamérica y el mundo.

¿Es el dinero la raíz de algunos árboles genealógicos?
De algunos. Y de ellos algunos justamente por tener esa raíz, se pudren.

¿Cumplir sueños equivale a matar ilusiones?
¡Nunca! Todo lo contrario. Una vez leí: “Renunciar a tus sueños es matar la vida”.

¿Por qué la televisión no ha podido acabar con el cine y el teatro?
Si bien es cierto los tres son fenómenos culturales que ponen de manifiesto sentimientos, conflictos y emociones. Opino que el teatro es más cercano y tiene una íntima relación e interacción con el público. Creo que la televisión y el cine son más distanciados y carecen de esa intimidad.

¿Por qué de todos los ruidos producidos por el hombre, la ópera es el más caro?
Bizet, Verdi, Mozart, ¿nos dejaron ruido con sus óperas? ¡Jamás! Solo deleite. Lo que sí sucede es que el ser humano que no piensa, al expresarse produce una desafortunada ‘ópera del ruido’. Eso sí es desagradable.

La palabra cultura viene de cultivar. ¿De cultivar qué?, le pregunto.
Conocimientos, juicio crítico, costumbres, desarrollo artístico.

¿Cree que el Sánchez Aguilar provocará, finalmente, una especie de culto de latría –que Dios me perdone por la comparación– hacia el teatro en Guayaquil?
¡Comparación sacrílega! ¡Dios le perdone! Pero sí queremos sumar y ser una opción más que contribuya a generar, de manera creciente, mayor interés en todas las artes escénicas.

Si el Sánchez Aguilar fracasa, ¿por culpa de quién será?
Aunque nuestra Fundación es solo la mitad de la ecuación en la gestión del teatro, no culparíamos jamás a nadie; asumiríamos nuestros errores y el fracaso, lamentablemente con afectación para la actividad teatral en nuestro país, por la pérdida de un espacio de expresión y difusión. Espero sea solamente una hipótesis jamás consentida.

¿Cuándo fue la última vez que se confesó?
En Semana Santa.

¿Cuál será su alegato en el Día del Juicio Final?
No tendría derecho, ni tiempo, para alegato alguno. Mi trayectoria de vida terrena será todo y lo único que pueda mostrar.

¿Qué piensa hacer después de muerto?
No creo que pueda mucho luego de incinerado. Pero si es que soy afortunado, cuando llegue la resurrección, todo lo posible que sea alegre, productivo y constructivo. ¡Nada menos para una vida eterna!

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